Los CEO de EE UU están atrapados en la rueda antidiversidad
La vaguedad de la amenaza legal es su propio mecanismo de cumplimiento

Las políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) proliferaron en los lugares de trabajo de EE UU en los últimos años, especialmente tras el asesinato de George Floyd en 2020. Para 2023, la mitad de las firmas del S&P 500 vinculaba la remuneración de sus ejecutivos a las métricas de DEI, según Mercer. Esa ola está retrocediendo. Citi ya no exigirá un conjunto diverso de candidatos para las entrevistas de trabajo. Meta pondrá fin a un enfoque similar. McDonald’s está descartando los objetivos de diversidad, e incluso la propia palabra, favoreciendo en su lugar inclusión. Goldman Sachs eliminó el requisito de que los consejos a los que asesora en las OPV incluyan a mujeres y minorías, informó el New York Times.
Puede parecer hipócrita. Véase Disney, que se enfrentó en su día al gobernador de Florida, Ron DeSantis, por una ley que prohibía hablar de género y sexualidad en las aulas. Defendía los esfuerzos en materia de diversidad como un reflejo de su público. Ahora está haciendo un cambio lingüístico: los ejecutivos que antes eran recompensados por los objetivos de “diversidad e inclusión” ahora lo serán por la “estrategia de talento”.
Los directivos están en una posición realmente difícil. La decisión del Tribunal Supremo de 2023 de poner fin a las prácticas de admisión en las universidades que favorecen a determinados orígenes podría, en teoría, aplicarse a los departamentos de recursos humanos. Las demandas exploratorias podrían convertirse en casos de prueba de enormes consecuencias. Una demanda presentada contra Starbucks por el fiscal general de Misuri por las políticas DEI hace referencia al caso de la universidad; un grupo de inversores demandó al minorista Target por sus prácticas.
Los decretos de Donald Trump tratan de aumentar la presión. Y el Departamento de Justicia pretende “investigar, eliminar y penalizar las preferencias ilegales de DEI”. La vaguedad de esta amenaza es su propio mecanismo de cumplimiento: ningún CEO quiere verse envuelto en una investigación federal y probablemente intentará autocontrolarse. Las industrias a las que el Partido Republicano es hostil, incluidos gigantes de los medios como Disney, tendrán que estar más en guardia. Aquellas como la energía, que ocupa los últimos puestos en justicia racial, según el grupo activista As You Sow, pueden estarlo menos.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías