Las claves del día: Alemania, Francia y los inescrutables caminos de los mercados
Igual que al día siguiente de unas elecciones, los parqués no suelen estar a la altura de los maremotos que la gente espera de ellos, la Bolsa no responde a los vaivenes macro como cabría esperar
Alemania es “el enfermo de Europa”, claman muchos medios y expertos, y no van especialmente desencaminados. El motor europeo está gripado y sufre ahora las consecuencias de tantos años de bonanza industrial regada con barato gas ruso. Sin embargo, y a pesar de que los analistas ponen su riesgo político en máximos, su Bolsa está en máximos. ¿Y cómo se da esta paradoja? Porque, quizá, no es tal. Igual que al día siguiente de unas elecciones los mercados no suelen estar a la altura de los maremotos que la gente espera de ellos, la Bolsa no responde a los vaivenes macro –o políticos– como cabría esperar.
Esto es, en primer lugar, porque aquello que conocemos por mercados –ese ente– es la acumulación de muchos actores y factores que no reflejan únicamente la salud de una economía. La Bolsa alemana, por ejemplo, vive bien ahora por el tirón de la que es casi su única tecnológica, SAP. Otro factor es que ese ente no ha visto aún un cuello vulnerable al que tirarse: nadie duda de que Francia vaya a pagar su deuda, pero los mercados han visto una presa fácil en su pequeño terremoto político, y les va a costar aflojar la mandíbula.
La tierra se mueve... al ritmo de los tiempos modernos
Las estadísticas de transmisiones de terrenos rústicos reflejan bien el estado de los tiempos. En primer lugar, porque evidencian uno de los grandes temas económicos del siglo, la demografía: las herencias alcanzan ya cifras récord. No es de extrañar a la vista de la pirámide demográfica rural, y obliga a preguntarse si existe relevo en el campo, o si, por el contrario, esas tierras acabarán abandonadas para tener como único fin –o dolor– el pago del IBI. Por el otro lado, los fondos empiezan a adquirir terrenos a la vista del carácter estratégico de la alimentación. Veremos, si se aprueba, el efecto sobre ambas tendencias del acuerdo con Mercosur.
Javier Milei y su año de lucha contra el Estado
El presidente de Argentina, Javier Milei, sabe bien que una de las formas más fáciles de llegar a lo más alto en política es presentando al votante a un enemigo. En el caso del atípico líder, que lleva ya un año en el cargo, fue el Estado. Y la pregunta inherente a este planteamiento es qué es el Estado. Louis XIV decía que era él mismo y Milei, parece, viene a señalar a toda una serie de conceptos que llevan la peligrosa rúbrica de “lo público”.
El peligro de estos planteamientos es que, en esa búsqueda incansable del enemigo, puede acabar uno tomando molinos por gigantes: “Los sectores humildes han entendido que no hay nada sin sacrificio y la fiesta se paga”, dice, orgulloso, uno de sus asesores. Como si alguna vez hubieran estado invitados a la fiesta.
La frase
Esta es la verdad: Donald Trump intentó revocar las elecciones presidenciales de 2020 y hacerse con el poderLiz Cheney, excongresista republicana y miembro de la comisión que investigó el asalto al Capitolio
Un producto denostado, pero defendido por los que saben
En España solo se comercializan y consumen en torno a medio millón de las cerca de 20 millones de piezas de caza menor que se abaten, y solo un 10% de la caza mayor. En una sociedad cada vez más urbanita, la carne de caza no está especialmente bien vista, fundamentalmente porque se sabe cómo ha muerto el animal (y se considera algo cruel). Sobre la cría y sacrificio de los millones de pollos, vacas y cerdos que viven y mueren hacinados se levanta de vez en cuando alguna voz crítica, pero por lo general se prefiere no saber, por aquello de que ojos que no ven, corazón que no siente. Puesto que, se consuma o no, la caza va a seguir existiendo, lo suyo sería aprovecharlo. Los grandes cocineros, que de esto saben un rato, defienden que es la mejor.