Europa carece de margen para una respuesta comercial enérgica a Trump
El enorme superávit exportador de la UE y su dependencia de productos como el gas limitan su reacción
Europa tiene pocas maneras fáciles de domar a Donald Trump. El regreso a la Casa Blanca de un autodenominado hombre de los aranceles hace que la perspectiva de imponer gravámenes generales al comercio transatlántico sea una posibilidad real. El enorme superávit comercial de la UE con EE UU, y su dependencia de este país para productos clave como el gas, limitan el alcance de una respuesta ojo por ojo.
El próximo ataque de Trump a Europa aún no está claro, pero ha hablado de un gravamen general del 10%, así como de medidas más específicas contra los automóviles. Aunque China es una preocupación mayor, Trump se consume al ver los 534.000 millones de dólares de exportaciones europeas a EE UU en 2023, algunas de las cuales se encuentran en áreas que podrían ser fácilmente reemplazadas por empresas locales. Los vehículos distintos de los trenes representaron más de un décimo del total de las exportaciones de la UE a EE UU el año pasado, y el bloque tuvo considerables excedentes en bebidas y artículos de cuero.
Europa podría contraatacar, apuntando a los 370.000 millones de dólares en bienes que EE UU exportó a Europa en 2023. Podría responder de la misma manera: a pesar de la furia de Trump contra las importaciones de Mercedes-Benz, EE UU aún exportó unos 20.000 millones en automóviles y otros vehículos al bloque ese año. Y podría apuntar a áreas en las que EE UU disfruta de un superávit comercial, como frutas, frutos secos, arte o incluso piedras preciosas. Pero Europa también importa muchos bienes esenciales que son difíciles de sustituir o que simplemente serían más caros con aranceles: los medicamentos, los aviones y el combustible representaron más de un tercio de los bienes procedentes de EE UU en 2023.
Además, contraatacar será más difícil por la naturaleza desequilibrada del comercio europeo. Casi un tercio de las exportaciones de la UE a EE UU son alemanas, gracias a la fortaleza de la mayor economía de la UE en automóviles de lujo y bienes industriales. Según los investigadores de la London School of Economics, Alemania podría verse afectada en un 0,23% de su PIB, mientras que el conjunto de la UE sufriría menos de la mitad. Los esfuerzos de Berlín por coordinar una guerra comercial también se verán obstaculizados por la agitación política y por el hecho de que, mientras Porsche exporta la mayor parte de sus coches a EE UU, empresas como BMW son menos vulnerables. Algunos países como Italia podrían incluso beneficiarse de los aranceles si pueden sustituir las exportaciones chinas con EE UU.
Una réplica alternativa es ofrecer importar más productos de EE UU como zanahoria para evitar los aranceles. Este año, el bloque solo ha dependido de Estados Unidos para el 19% de sus necesidades totales de gas. Los países de la OTAN podrían comprometerse a aumentar el gasto militar –otro punto débil de Trump– comprando productos estadounidenses. Con menos de 2.000 millones de dólares en bienes en 2023, el bloque tiene capacidad de sobra para aumentar las importaciones de armas, munición y explosivos. Dar a Trump una victoria fácil suena más fácil que enfrentarse a él
China, hacia la autosuficiencia
No hay lugar como el hogar. Poco después de que Trump lanzara a EE UU a una guerra comercial contra China en 2018, la Administración de Xi Jinping respondió con la “doble circulación”, una visión para expandir la demanda interna con el fin de que la República Popular dependa menos de los mercados extranjeros. El reequilibrio de la segunda economía del mundo parece que se acelerará abruptamente bajo el segundo mandato de Trump.
El consumo en China ya está ganando importancia. Los economistas de Goldman Sachs esperan que genere el 59% del PIB el próximo año, por encima de su media histórica del 41%, de un ciclo típico, desde 2000. Ese cambio, sin embargo, ha sido impulsado en gran medida por un colapso en la contribución de la inversión al crecimiento tras la campaña de Xi para desapalancar el sector inmobiliario.
Trump forzará un nuevo reequilibrio del gigante asiático si cumple su amenaza de imponer aranceles de hasta el 60% a los productos chinos. Las exportaciones de la economía de 18 billones de dólares crecieron un 12,7% interanual en octubre, mostraron el jueves los datos de las aduanas, superando una previsión del 5,2% de un sondeo de Reuters y un aumento del 2,4% en septiembre. Es más una señal de debilidad que de fortaleza: los fabricantes se apresuran a trasladar sus existencias a los principales mercados en previsión de tensiones comerciales más hostiles. Eso implica que las exportaciones chinas seguirán siendo sólidas en los próximos meses y que la inversión bruta en capital fijo, que incluye las compras de maquinaria, equipos e instalaciones, puede seguir bajando.
En esencia, la proporción del PIB de China procedente del consumo puede seguir acercándose a la media global del 75%, según las estadísticas del Banco Mundial, pero solo en parte por su propio diseño. La preocupación por la ralentización del crecimiento global subraya los decepcionantes avances en el esfuerzo de reequilibrio. De hecho, mientras sus planificadores trazaban las recientes políticas de estímulo, Pekín parecía reacio a utilizar su poder presupuestario para apoyar directamente la demanda interna. Una explicación sensata es que China está esperando a ver cómo actúa Trump antes de decidir cómo desplegar sus recursos. En cualquier caso, la segunda guerra comercial forzará un cambio en China.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías