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Breakingviews
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La Fed se baja de Basilea... pero se queda con un pie en la escalera

La flexibilización de las normas de capital para los grandes bancos de EE UU deja cambios filosóficos espinosos

Federal Reserve Board Vice Chair for Supervision Michael Barr
El jefe de supervisión de la Fed, Michael Barr.WILL OLIVER (EFE)

Las peores pesadillas del sector bancario estadounidense se han disipado, pero sus sueños más descabellados siguen fuera de su alcance por ahora. El martes, Michael Barr, máximo regulador de la Reserva Federal, suavizó sustancialmente las normas propuestas que endurecerían los requisitos de capital para las mayores entidades de Estados Unidos. Se trata de un cambio razonable que aborda muchos problemas reales, pero sigue codificando algunos cambios filosóficos espinosos.

La Reserva Federal, junto con otros organismos de control, lleva más de un año impulsando nuevas normas conocidas como Basilea Endgame. Se trata de una interpretación estadounidense de la normativa mundial acordada en la ciudad suiza y diseñada para completar la revisión que comenzó tras la crisis financiera mundial de 2008.

Sin embargo, los ejecutivos bancarios y sus grupos de presión argumentaron furiosamente que la Fed estaba siendo demasiado dura. Si se hubiera aplicado tal y como se diseñó originalmente, las mayores entidades estadounidenses, conocidas como bancos de importancia sistémica mundial (GSIB, por sus siglas en inglés), habrían visto cómo su colchón de capital obligatorio se ampliaba en un 19%.

Se trataba de un aumento enorme. A finales de junio, los ocho GSIB estadounidenses contaban con algo menos de 1 billón de dólares de capital de nivel 1 ordinario. Aunque los bancos suelen tener más capital propio que el mínimo exigido, aumentar el colchón colectivo en un punto porcentual les exigiría, por tanto, retener aproximadamente 10.000 millones de dólares más de capital propio. El anuncio de Barr de que las normas modificadas para GSIB como JP Morgan y Bank of America aumentarían su capital combinado en solo un 9% supone un ahorro de unos 100.000 millones de dólares.

Incluso esto oscurece el alcance del cambio. Barr prometió ajustes para aliviar la carga que supone una nueva medida del riesgo operativo que intenta captar la amenaza que suponen para la estabilidad financiera de los bancos, por ejemplo, las brechas de ciberseguridad o los errores humanos. Esta medida, que en la práctica se estableció en función del tamaño del banco, habría afectado gravemente a instituciones como Morgan Stanley, que valoran el negocio estable y generador de comisiones.

Barr también dio marcha atrás respecto a otras preocupaciones del sector que impulsaron una frenética campaña de oposición. La Reserva Federal ha rechazado una propuesta de penalizar las operaciones con determinadas empresas que no cotizan en Bolsa, ha suavizado los cálculos de riesgo de los inmuebles residenciales y ha afinado el tratamiento de los bancos más pequeños para centrarse en las pérdidas no realizadas.

No obstante, los cambios filosóficos incorporados a elementos como los cargos por riesgo operativo siguen vigentes, a pesar de haber sido cuestionados por miembros de la propia junta de gobernadores de la Fed. Y es probable que entidades como JP Morgan sigan sintiéndose incómodas ante la idea de tener que hacer frente a mayores exigencias de capital, incluso cuando los reguladores insistan en que los grandes bancos son resistentes. Queda mucho camino por recorrer, y Barr se esforzó en decir que todo sigue sobre la mesa. Por ahora, sin embargo, su renuncia dista mucho de ser total.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías


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