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A fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Alemania, atraer cerebros pagando menos impuestos

Escepticismo ante propuestas proinmigración que colisionarían contra el eslogan solidario de Scholz: ‘You´ll never walk alone’

Olaf Scholz en una visita a la Villa Olímpica.
Olaf Scholz en una visita a la Villa Olímpica.Sarah Meyssonnier (REUTERS)

Evidente discriminación de la población en Alemania”, “peligro para la paz social”, “desconsideración respecto a los trabajadores locales”, “bomba social...” Así se ha reaccionado en la política y en los medios a la propuesta pro inmigración del Gobierno para atraer cerebros del extranjero, pagando menos impuestos. Se interpreta que colisiona contra el “You’ll never walk alone” (nunca caminarás solo), que prometió en inglés el canciller Scholz para subrayar que nadie en este país debía temer quedarse solo con sus problemas.

Es solo una propuesta entre otras para impulsar el crecimiento económico y resolver la falta de personal especializado. La ha lanzado el Gobierno tripartito de socialdemócratas, verdes y liberales para atraer especialistas. El plan es que durante los primeros tres años paguen menos impuestos: no se les gravaría el 30% del sueldo bruto durante el primer año, el 20% en el segundo, y el 10% en el tercero. La economía alemana, que sufre un déficit estructural de profesionales cualificados, apuesta por contratar a personal de fuera del país. Si no lo hace, la economía menguará. El Gobierno ya ha reformado la ley de extranjería para reconocer con mayor celeridad los títulos profesionales y académicos de los emigrantes. Pero Alemania compite con otros países por cerebros de todo el mundo y sufre una desventaja clara por la dificultad de su lengua. La prensa especializada opina que la compensación fiscal propuesta va en la dirección correcta y menciona a otros países como Dinamarca y Holanda que lo han probado con éxito. El dilema de Berlín es que este no es el momento para iniciativas de este tipo. La emigración tiene una connotación tremendamente negativa, de la que la ultraderecha está sacando partido.

El ministro de Economía, Robert Habeck, argumenta que la medida impulsaría la entrada de especialistas extranjeros. Faltan 573.000 especialistas, según el Instituto IW. En 2024 ese déficit implicará una pérdida del 1% del PIB o 49.000 millones de euros. Por otro lado, la economía crecerá solo un 0,2%. El Gobierno ha reformado varias veces su ley de emigración con el objetivo de eliminar posibles obstáculos a la emigración cualificada a Alemania, pero su última propuesta no encaja. Holanda introdujo el 1 de enero un límite mínimo de ingresos, a partir del cual los trabajadores extranjeros pueden acceder a ventajas fiscales. El salario imponible restante debe ascender a un mínimo de 46.107 en 2024. Así por ejemplo un empleado que cobre 80.000 euros brutos, su base imponible sería de 56.000 (24.000 estarían libres de impuestos). De esta manera se quiere atar bien que se trata de trabajadores con conocimientos específicos claves para la economía holandesa. La llamada normativa del 30% es una exención fiscal que ha pasado a ser del 30%-20%-10% para los primeros tres años. Los liberales (FDP) que cogobiernan en Berlín opinan que Alemania debería ponerse a la altura de países como Holanda que compiten por cerebros globales.

¿Es el momento? Benedikt Peters, analista de Süddeutsche Zeitung, lo expresa así: “La oposición conservadora lo tendrá fácil sacándose de la manga un debate sobre discriminación y envidias malsanas.” El jefe del grupo parlamentario democristiano, Mathias Middelberg (CDU), duda de que medidas temporales sean efectivas y propone bajar los impuestos a los ingresos bajos y medios para que “trabajar vuelva a ser atractivo”. Tampoco convence a los socialcristianos. Martin Huber, secretario general de CSU, apunta: “Primero se ha acelerado el proceso para obtener la nacionalidad alemana a través de la llamada nacionalidad turbo, ahora escandalosas ventajas fiscales… El tripartito divide a la sociedad alemana y amenaza a la población trabajadora.” En el mismo sentido se expresa el presidente de la asociación de los contribuyentes, Reiner Holznagel, quien reclama que todos se merecen una bajada de impuestos. Y la experta económica de CDU Julia Klöckner critica que se discrimine así a los alemanes. El Instituto de Investigación IW argumenta que hay mejores alternativas: agilizar los visados y trasladar la selección de cerebros a institutos de cultura y lengua como el Goethe Institut.

Además, hay otra cara de la moneda. La población trabajadora tiene la sensación de que no le alcanza el sueldo por su trabajo. Se necesitan urgentemente educadoras infantiles (suelen ser mujeres) y se buscan incluso en España. 2.700 brutos que cobran pueden parecer mucho; pero netos son 1.800, cuando el alquiler en las grandes ciudades está por las nubes (22 euros por metro cuadrado en Múnich; 18, en Berlín). Un capuchino para llevar cuesta en la panadería casi 5 euros. Por una botella de agua de 750 ml se paga en una terraza en Colonia 10 euros. Y el transporte público es carísimo.

Aunque no se vive peor que en otros países europeos, Alemania está pasando por una etapa compleja y cualquier dato que exprese perjuicio social choca con la promesa de Berlín: You’ll never walk alone, para amortiguar la llamada aquí policrisis. Pero la población entiende que las ayudas sociales van para los refugiados y los ciudadanos alemanes sin recursos. Para acceder al sueldo ciudadano, la ayuda que se reconoce tras haber pasado por el paro, no se puede disponer de apenas ahorros ni patrimonio.

Estado social, ¿hasta cuándo y para quién? Berlín está reformando la ayuda social porque los retos del país son inmensos; pero las facturas, también. ¿Quién paga? Tampoco convence que el sueldo ciudadano suponga casi lo mismo que el sueldo percibido trabajando (en los sectores de baja remuneración). Por eso, el Gabinete acaba de aprobar un sistema de sanciones para castigar económicamente a quienes no se presenten a las citas de las agencias de empleo o rechacen trabajos. Unas 30.000 personas al año renuncian a las ofertas de trabajo y optan por seguir cobrando la ayuda social. Berlín persigue además otro objetivo: que se trabaje más; por lo que baraja la propuesta de corregir las cotizaciones. Hoy se cotiza en torno al 21% a la Seguridad Social, independientemente del sueldo. Se presupone que ese porcentaje debería aumentar porque suben los gastos en jubilación, sanidad y dependencia.

Markus Zydra expone en Süddeutsche Zeitung la tesis de que la crisis de las democracias liberales se debe, entre otras razones, a la desigualdad social. Zydra cita estudios que demuestran que, desde finales de la última guerra mundial, el patrimonio sigue concentrado en pocas manos. También Alemania es un país muy desigual. Aunque su Estado social amortigua la pobreza, los datos del Bundesbank reflejan que una décima parte de los 41 millones de hogares poseen el 56% del patrimonio neto. Por otro lado, más de 20 millones de hogares solo disponen el 3% del patrimonio total.

El investigador Marcel Fratzscher reitera en sus estudios que la clave está en que Alemania grava más el trabajo que el capital. Berlín teme el debate “de acusaciones y envidias” que ha despertado su propuesta fiscal para importar cerebros; pero los liberales en el Gobierno insisten en que la situación de las empresas es insostenible y que el déficit de personal cualificado es el mayor riesgo.

Lidia Conde es periodista y analista de la economía alemana.

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