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BREAKINGVIEWS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Bill Ackman nunca será el próximo Buffett

La adicción a la Cherry Coke y la simplificada sabiduría del Oráculo de Omaha contrastan claramente con el fundador de Pershing Square, que se entrega a la ostentación financiera y se despacha a gusto en las redes

Bill Ackman, CEO y fundador de Pershing Square Capital Management.
Bill Ackman, CEO y fundador de Pershing Square Capital Management.Richard Brian (REUTERS)

¿Qué le salió mal a Bill Ackman? El agresivo gestor de hedge funds, que se propuso recaudar unos 25.000 millones de dólares con la esperanza de convertirse en el próximo Warren Buffett, retiró su OPV el miércoles. El mensaje premonitorio: llegar a las masas inversoras es difícil. Ackman lleva tiempo queriendo gestionar capital disponible indefinidamente, “como Warren”. Su fondo cerrado Pershing Square USA le habría permitido respaldar a empresas, y existen leves similitudes con su ídolo.

Ambos van a lo grande o se van a casa: Buffett con Apple, y las grandes participaciones de Pershing Square en Chipotle Mexican Grill, Canadian Pacific Railway y otras firmas en las que ha impulsado un cambio. Todos han fracasado: Buffett en periódicos y aerolíneas, Ackman en Valeant Pharmaceuticals y Herbalife. Si los retornos pasados fueran el único punto de referencia, el discurso de Ackman podría resonar. Este afirma que, desde 2004, el de su fondo colectivo ha superado el 2.000%, incluso tras comisiones, más del triple que la de Berkshire y el S&P 500 en el mismo periodo.

A medida que los fondos envejecen y se hacen más grandes, batir al mercado es más difícil, una desventaja para Berkshire. Ackman también habla de sacudir los equipos de gestión, como hace el capital riesgo, solo que sin tomar el control ni pedir tantos préstamos. Blackstone tiene 5.000 empleados, mientras que Pershing Square cuenta con unas pocas decenas.

Ackman ha generado un cuarto de sus beneficios con menos del 2% del capital disponible usando estrategias de cobertura que llama “asimétricas”. Estas tácticas suelen ser más fáciles para las empresas más pequeñas y ágiles. Buffett también gestiona el riesgo, pero asegurándose condiciones favorables a cambio de su imprimatur y su dinero.

Atraer a los inversores de a pie implica además algo más que retornos. Buffett sigue siendo objeto de culto, pese a que últimamente solo ha superado por poco al índice de referencia. Su adicción a la Cherry Coke y su simplificada sabiduría contrastan claramente con Ackman, que se entrega a la ostentación financiera y se despacha a gusto en las redes. El Oráculo de Omaha ha vivido en la misma casa de Nebraska más de 50 años; Ackman pagó 23 millones por un ático en Manhattan en 2018. Aspirar a ser el próximo Buffett es ambicioso, pero hace falta mucho más que invocar su nombre.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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