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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

‘Agritech’ e innovación: una nueva frontera para la producción agrícola (y la inversión)

Los agricultores se sienten presionados por la nueva y extensa normativa, lo que significa que necesitan ver un beneficio económico

Cuenca
Francis Cormon (Getty Images/Hemis)

Ya desde la invención del proceso Haber-Bosch (la reacción de nitrógeno e hidrógeno gaseosos para producir amoníaco), que industrializó la producción de fertilizantes nitrogenados, la agricultura y la producción de alimentos se han visto siempre impulsadas por la innovación. Y al igual que en otros sectores, la innovación ha dado un salto adelante en los últimos años. Dado que las presiones externas (clima, biodiversidad) deben ajustarse a la creciente demanda de alimentos, la tecnología seguirá siendo un importante tema de inversión.

Las soluciones del pasado para aumentar la producción de alimentos se centraban sobre todo en aumentar los insumos (más tierra, fertilizantes, etc.), mientras que las limitaciones climáticas obligan ahora a la industria a lograr el mismo objetivo, pero reduciendo los recursos utilizados. Lo que nos lleva a la importancia de analizar este tema a lo largo de toda la cadena de valor, o como ha planteado la Comisión Europea, “de la granja a la mesa”. Aumentar la productividad puede hacerse a lo largo de dos ejes: incrementar la productividad y reducir los residuos.

Cuando se habla de agritech, la mayoría se refiere a máquinas y robots, pero por supuesto se trata de mucho más que eso. El cambio climático va a suponer un gran reto para determinados tipos de cultivos (debido a la escasez de agua), y de ahí la importancia de mejorar la genética de las semillas (y su resistencia a la sequía), pero también de adaptar los cultivos al clima. Mientras que en el pasado reciente (pensemos en los organismos genéticamente modificados o GMO, que beneficiaron sobre todo a las grandes empresas de semillas y productos agroquímicos) la innovación no ha beneficiado realmente al agricultor o al consumidor, es de esperar que esto cambie en el futuro.

Para garantizar una rápida adopción de la innovación, se necesita la implicación del agricultor y del consumidor. Los agricultores (sobre todo en Europa) se sienten presionados por la nueva y extensa normativa, lo que significa que necesitan ver un beneficio económico. Si nos fijamos en algunas de las innovaciones que se han introducido en el mercado, la tecnología See & Spray es un buen ejemplo. Un sistema de pulverización inteligente desarrollado por Deere para eliminar las malas hierbas de los cultivos. Al centrarse selectivamente en las malas hierbas (en lugar de pulverizar todo un campo), el sistema reduce el uso de herbicidas en un 60%-70% y ofrece numerosas ventajas. Es una inversión rentable para el agricultor, que gasta menos dinero en comprar herbicidas. También beneficia a la biodiversidad (se aplican menos herbicidas) y al consumidor (menor riesgo de residuos en el producto final).

Esperamos que la agritech siga siendo una temática de inversión en el futuro inmediato. Dentro de este sector, es importante tener en cuenta que la nueva tecnología necesita un par de elementos clave para tener éxito, como la asequibilidad (necesidades de inversión aceptables), la rentabilidad (rendimiento aceptable de las inversiones por el ahorro o los ingresos incrementales) y la escalabilidad (capaz de aplicarse a gran escala).

La agricultura 4.0 no solo pretende maximizar la productividad, sino también garantizar la sostenibilidad medioambiental. ¿Forma parte este sector de las inversiones ASG? Ante la falta de un cambio repentino y sustancial en el comportamiento de los consumidores, la tecnología y la innovación son la única forma de reducir significativamente el impacto del sector agrario en el medio ambiente.

Las estimaciones varían, pero la Comisión Europea calcula que el sistema alimentario mundial representa alrededor del 30% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Esto implica que no es posible alcanzar un objetivo de emisiones cero neto sin una contribución significativa de la agricultura. El sector no solo contribuye a las emisiones globales directas, sino que el sistema de producción de alimentos también ejerce una presión indirecta tanto sobre el medio ambiente (deforestación, pérdida de biodiversidad) como sobre la salud de los consumidores (calidad de los alimentos, problemas de salud como la obesidad).

En toda Europa, la producción primaria y, en particular, los agricultores no lo tienen fácil. La creciente reglamentación sobre diversos temas, que conlleva costes e inversiones adicionales, combinada con la incapacidad de repercutir estos costes adicionales en el precio de venta de sus productos, hace que el sector primario tenga que hacer equilibrios difíciles. Como ocurre en otros sectores, Europa no tiene la base de costes más baja en lo que se refiere a la producción de alimentos.

Ello se debe a una normativa más estricta, pero también a un coste más elevado de la tierra y la mano de obra, entre otras cosas. La diferencia con los productos alimentarios importados puede estar en la calidad del producto, ya que los productos de mejor calidad suelen tener un precio de venta superior, o en la innovación. La innovación puede reducir los costes mediante la automatización o la aplicación de la agricultura de precisión (menos insumos necesarios).

Ignace De Coene es gestor de renta variable fundamental en DPAM

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