Las claves: el paso a un lado de BlackRock y JP Morgan, y el grato impulso de sinceridad de Puente
Cuatro gigantes financieros prefieren quedarse al margen de la presión pública verde
JP Morgan, BlackRock, State Street y Pimco se han salido total o parcialmente de la iniciativa de Climate Action 100+, que apoya la inversión verde. Las entidades lo atribuyen a la presión política del Partido Republicano de EE UU, pero eso puede tener parte de excusa, porque esa influencia ya existía desde hace años: recuérdese que Donald Trump fue presidente de 2017 a 2020. Bien puede ser que prefieran mantener margen de maniobra de cara a decidir dónde poner su dinero, dado que, por ejemplo, las petroleras están teniendo una evolución excelente en Bolsa.
El cambio de rumbo de las cuatro instituciones citadas no va a ser drástico en ningún caso. La transición ecológica ofrece muchas oportunidades de inversión, de la mano de programas de ayudas públicas como el de la ley IRA, de Biden, y seguirán aprovechándolas. Pero excluirse de iniciativas conjuntas y de sus compromisos y manifiestos reduce la atención mediática y política. Se hace difícil pensar que BlackRock y compañía cambien de estrategia sin contar con que sus accionistas y fondistas no van a estar de acuerdo con ello.
El teletrabajo y su efecto dual en el inmobiliario
Parecía que la pandemia iba a cambiar nuestra forma de ver la vida para siempre, pero, al menos en la superficie, las cosas siguen más o menos igual. Tampoco arraigó demasiado el teletrabajo, pero sí lo suficiente para que el mercado de oficinas lo esté notando, sobre todo al combinarse con el alza de tipos y la depreciación de los activos, al reducirse la rentabilidad de comprar un inmueble para alquilarlo. La contrapartida es que los inmuebles residenciales mantienen su vigor: el efecto del teletrabajo en este caso es el contrario, puesto que la gente quiere casas más amplias y cómodas para poder pasar más tiempo en ella sin agobios.
Puente tiene un grato impulso de sinceridad sobre el precio del transporte
Hay que agradecer que Óscar Puente, ministro de Transportes, tuviera ayer un impulso de sinceridad, llevando incluso la contraria a su jefe, al admitir que no está claro que la medida de rebajar o incluso regalar el transporte público haya ayudado a reducir el uso del vehículo privado. Como bien dijo, el objetivo debe ser que las opciones públicas sean más atractivas para los usuarios.
Fue también sincero Puente al señalar la política de descuentos, a pérdidas, de Ouigo e Iryo para quitar cuota de mercado al AVE. Pero eso no debería de preocuparle: el mercado, como diría Rodrigo Rato, pondrá las cosas en su sitio cuando se alcancen unos precios más ajustados a los costes. Por ahora, los usuarios aprovechan la fiebre competitiva.
La frase del día
“Nos preocupa que las políticas chinas de apoyo a la industria y las políticas macro, más centradas en la oferta que en el origen de la demanda, se encaminen hacia una situación en la que el exceso de capacidad de China acabe afectando a los mercados mundiales”
Jay Shambaugh, subsecretario de Asuntos Internacionales de EE UU
Navegar de forma privada por internet, casi un oxímoron
Moverse por internet de forma privada es prácticamente un oxímoron, igual que lo es, con frecuencia, moverse por las ciudades, dada la proliferación de cámaras (que, bien es verdad, ayudan a su vez a perseguir delitos). La red ofrece múltiples formas de entretenimiento baratas o gratuitas, pero a cambio obtiene una abundante información sobre nosotros.
Con todo, hay formas de tener algo de protección: mantener actualizado el navegador, instalar extensiones fiables que bloqueen el malware y los rastreadores, y, para los que sean un poco más pro, usar una conexión VPN (red privada virtual). Pero siempre hay que asumir que todo lo que hagamos y digamos en la red de redes puede utilizarse en nuestra cuenta.
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