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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Reestructuraciones: la banca ha aprendido de las crisis anteriores

Las entidades financieras no actuarán como entre 2008 a 2013: han mejorado la gestión del riesgo con sistemas más ágiles y eficientes

ICO
Sede del ICO (Instituto de Crédito Oficial), en Madrid.PABLO MONGE

La banca española sabe lo que es una crisis de empresas: la vivió entre 2008 y 2013 y tuvo graves consecuencias, ya que cerró ese periodo con una morosidad del 14% y la desaparición de la mitad del sistema financiero. Diez años después, la situación es completamente diferente. La pandemia de Covid y la invasión de Ucrania, así como los conflictos en Oriente Medio, han golpeado a una parte del tejido empresarial. Sin embargo, los avales del ICO a los créditos bancarios, las ayudas a través de SEPI y Cofides, junto con la nueva Ley Concursal, más ágil y adecuada para reestructurar empresas, han mitigado sus efectos.

En los últimos años, las empresas han apostado por reforzar sus recursos propios para afrontar mejor las vacas flacas. Lo peor se vivió en 2022, cuando se registró el récord en concursos de acreedores desde 2013. Sin embargo, en 2023 la situación mejoró ligeramente, con un 12% menos de suspensiones de pagos, según Solunion, la compañía de seguros de crédito, de caución y de servicios de gestión del riesgo comercial.

Pero la situación es compleja. La rápida subida de los tipos de interés y las deudas arrastradas desde 2020 están complicando la salida de la crisis a una parte de las medianas empresas.

Alimentación, agroalimentación, automoción, sector inmobiliario, construcción naval, ingeniería o construcción son sectores con pocos márgenes de negocio que podrían ser candidatos a encontrar dificultades si los tipos de interés se resisten a bajar. No hay que olvidar que la bajada de tipos tiene un decalaje importante hasta que se refleja en el coste de los créditos. Esta situación podría impulsar la morosidad bancaria hasta junio de 2024. El proceso habitual de los impagados empieza por los particulares, sigue por las pymes y luego llega a las grandes corporaciones. De momento, ya está en las pymes.

Por estructura de negocio, los sectores más afectados serán los que tengan un alto nivel de endeudamiento que se ha encarecido con los elevados tipos de interés y cuentan con escaso margen de negocio. Algunas empresas están enfrentándose con importantes gastos de capital (los que se realizan para conseguir activos con la idea de que estos generen un beneficio a largo plazo, como bienes de equipo, maquinaria, vehículos, edificios, terrenos y otros) y ahora se enfrentan a perspectivas pesimistas.

El presidente de la Autoridad Bancaria Europea (EBA), José Manuel Campa, manifestó hace días en Madrid: “Seguimos pensando que los tipos acabarán repercutiendo en incrementos de la morosidad y en dificultades de crédito”, por lo que recetó a las entidades que “se preparen” para ello. Es decir, el peligro sigue ahí.

En 2024, los problemas se centrarán en empresas medianas y pequeñas, en las que los bancos juegan un papel clave para su reestructuración. Al contrario de ejercicios anteriores, los protagonistas de 2024 no serán los grandes fondos o los bonistas. Ya en 2023, el 88% de las empresas que han iniciado procesos concursales pertenecen al segmento de microempresas y pymes, es decir, aquellas con una facturación o balance igual o inferior a 10 millones de euros.

Las entidades financieras, siempre muy pendientes de los riesgos reputacionales, no actuarán como entre 2008 a 2013; han mejorado la gestión del riesgo con sistemas más ágiles y eficientes, con equipos más profesionales y expertos, lo que les permitirá acometer los problemas con un ánimo más constructivo. El balance, el nivel de provisiones y la cuenta de resultados, como se está viendo estos días, les conceden un margen importante para afrontar operaciones complejas o de más riesgo. La nueva Ley Concursal, con el apoyo de los jueces, ya no empuja a que los procesos acaben en liquidaciones, como en el pasado, sino que favorece que aparezcan oportunidades para la empresa, aunque se deba asumir un sacrificio económico por las quitas. La morosidad ahora está a casi 11 puntos por debajo de la de 2013, lo que allana el camino para afrontar las reestructuraciones.

Además, el ciclo económico, pese a que se está ralentizando, es positivo, frente a los duros años de la Gran Recesión, en los que no se veía la luz al final del túnel. Este año se espera que la economía crezca un 1,5%, según el FMI, lo que creará un clima más proclive a los acuerdos, aunque no siempre serán fáciles. La banca debe ser valiente al asumir estos retos. En ocasiones serán los propios dueños los que planteen una reducción de la deuda para seguir adelante si ven futuro a su compañía y otras veces serán los competidores los que aprovechen las oportunidades.

Según el Banco de España, para el primer trimestre de 2024 se espera una nueva contracción de la oferta de préstamos, concentrada en el crédito a hogares para consumo. “La demanda de préstamos seguirá cayendo levemente en todos los segmentos”, apunta el supervisor. Existe una incertidumbre importante que lleva a la prudencia, pero la tendencia de fondo es positiva. Sin duda, será un año intenso e interesante.

Miguel Ángel Díez es ‘senior managing director’ de FTI Consulting

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