Tesla puede sufrir la mala racha de Musk
Quiere el 25% del control de voto para mantener su implicación, pero darle lo que quiere podría afectar al valor
Elon Musk quiere el 25% del control de voto de Tesla, tras vender acciones para comprar Twitter (ahora X). El lunes dijo que se siente “incómodo” convirtiendo la automotriz en un líder en inteligencia artificial, a menos que tenga más control. Dado que Tesla no tiene acciones con supervoto, la forma más sencilla de hacerlo es emitir acciones ordinarias a Musk. Con la dilución, eso supondría unos 100.000 millones de dólares en títulos.
Musk dispone de un paquete de opciones no ejercidas por un 9%, que reducirían el desembolso necesario si se ejercieran, pero supondrían un enorme impacto fiscal. Para mantenerse dentro de los límites, más seguros, del derecho de sociedades, la emisión de tantas acciones como compensación requeriría el visto bueno de un comité independiente del consejo y el voto de accionistas desinteresados.
Pero la independencia ha demostrado ser difícil. Un gigantesco paquete de compensación de 56.000 millones emitido en 2018 aún está envuelto en una demanda en Delaware que ha cuestionado cuán cerca está Musk de su consejo, que incluye a su hermano restaurador. Y su deber fiduciario podría estar en duda, dado que también dirige xAI, donde hipotéticamente podría desviar los esfuerzos de IA.
El consejo podría aliviar el daño combinando un acuerdo con una recompra simultánea, suavizando el efecto sobre el precio, que caería un 14% como resultado de la emisión de nuevas acciones. Pero para ello la firma necesita efectivo. Su margen de beneficio bruto, antaño dominante en el sector, ha caído a la mitad. Hertz, de alquiler de coches, ha inundado el mercado con Teslas usados. Es un mal negocio para los clientes, que pierden valor de reventa, sobre todo para los que pagaron hasta 15.000 dólares por unas capacidades inacabadas de “autoconducción total” que han suscitado investigaciones oficiales sobre seguridad.
El mayor riesgo, sin embargo, podría ser la valoración. Con sus acciones en casi 60 veces los beneficios esperados, según LSEG, son los desarrollos lejanos y potencialmente revolucionarios, como la IA o la robótica, los que pesan entre los inversores. Con Nvidia cotizando a la mitad de ese múltiplo, una distracción por parte de Musk podría romper el hechizo. Pero si la única forma de evitarlo es dándole lo que quiere, el precio a pagar es muy alto.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
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