El 44% de los barceloneses de 20 a 39 años son extranjeros
Junts pacta con el PSOE que la Generalitat tome la competencia de inmigración en un momento de fuertes entradas de foráneos y pérdida de apoyo independentista
El curso político ha comenzado muy duro para el Gobierno. Tanto, que ha tenido que hacer concesiones a Junts hasta por no presentarse a votar los tres decretos promovidos por el Ejecutivo. La formación de Carles Puigdemont ha desvelado que uno de los acuerdos implica que el Estado central delegue en la Generalitat las competencias sobre inmigración a través de una ley orgánica específica para Cataluña. Esta delegación “irá acompañada de los recursos necesarios y permitirá a Cataluña hacer una política integral, para que sea el Gobierno y el Parlamento de Cataluña quienes determinen una política propia, adecuada a las necesidades y realidades de nuestro país”.
Este cambio de competencia se produce en el momento de mayor peso de la inmigración en la historia moderna de España, con especial incidencia en Cataluña, y su capital como referente, a la vez que se reduce el apoyo al independentismo. Según el último padrón (1 de enero de 2023), Barcelona tiene 1,66 millones de habitantes, de los que el 76,4% son de nacionalidad española y el 23,6% extranjeros. Cuando se analiza por tramos de edad, los foráneos superan a los españoles en el tramo de edad de entre 30 y 34 años, ya que suponen el 50,1% de los empadronados. Los barceloneses con pasaporte extranjero son ya muy representativos en el tramo de edad de 20 a 39 años, los veinte años centrales en la trayectoria laboral y donde se crean buena parte de las familias, ya que suponen el 44,2%.
Al hacer la comparación con Madrid, se aprecia que el proceso de internacionalización de la población también es muy importante, aunque va más despacio. De entrada, constatar que el municipio de Madrid tiene, con 3,28 millones de habitantes, prácticamente el doble de población que la capital catalana. El peso de los extranjeros en la capital es del 15,7%, casi ocho puntos menos. Al entrar en los tramos de edad, sucede como en Barcelona, que su presencia es mayor en el período más fértil desde todos los puntos de vista. Los madrileños con pasaporte extranjero representan el 29% entre los que tienen entre 20 y 39 años y supera el 31% entre 25 y 39 años.
La necesidad de población extranjera en la economía española es una obviedad. Vienen porque necesitan trabajo y aquí lo encuentran. El INE publicó hace un mes los primeros datos del censo de población, según el cual en España vivían 48,08 millones de habitantes el 1 de enero de 2023, con un aumento de casi 600.000 en el último año. Dicho incremento prácticamente se debió a la llegada de extranjeros, ya que el número de españoles se incrementó en poco más de 18.000, mientras que el de otras nacionalidades subió en más de 580.000, de tal manera que se sitúan en 6,09 millones, el 12,7% del total. Es la primera vez en la historia que superan los seis millones. El anterior record estaba en 2011, con 5,75 millones, que entonces era el 12,2% de la población total, si bien en los cinco años siguientes cayó en más de un millón como consecuencia de la crisis.
Hasta el siglo XXI, la presencia de población extranjera ha sido poco relevante, ya que España ha sido un país de emigrantes durante siglos. Hasta 2001, el número de extranjeros no había alcanzado siquiera el millón, pero el fuerte crecimiento de la economía, en la primera década muy vinculada a la construcción, y la baja tasa de natalidad activó a la importación de mano de obra.
En 25 años, la población extranjera se ha multiplicado prácticamente por diez; de poco más de seiscientos mil en 1998, a los seis millones del año pasado, mientras que los españoles han aumentado en 2,7 millones en ese período, hasta 41,9 millones en ese periodo. Esta revolución en la estructura de la población española, unos la ven como una suerte, ya que gracias a la incorporación de estas personas la economía ha crecido. y otros como una gran amenaza.
Desde el punto de vista sociológico, en ocasiones, las capas con baja formación ven a los inmigrantes como un competidor en la búsqueda y conservación del empleo. En el ámbito político, partidos como Vox presentan a este colectivo como el mayor riesgo para la seguridad, algo que no corroboran los datos, y un problema para la sostenibilidad de los servicios y ayudas, de los que son grandes usuarios, en detrimento de los nacionales. Todo ello,sin reparar en que también son contribuyentes y que por edad utilizan menos la sanidad y no perciben pensiones. Los partidos que más construyen su discurso desde la identidad son los que más ponen el foco en los inmigrantes, y ahí también están algunos partidos independentistas.
Aún no se sabe que haría Junts si tuviera que gestionar la inmigración. De hecho, si se cediera mañana, estaría en manos de su gran competidor, ERC, que gobierna en solitario. Lo que sí parece claro es que en el independentismo catalán están surgiendo prisas ante el crecimiento acelerado del número de inmigrantes, que parece que les restaría posibilidades ante el ansiado referéndum de independencia, si se llegara a producir.
Los inmigrantes llegan como extranjeros, pero después buena parte de ellos y de sus hijos terminan siendo nacionales y votan. En las pasadas elecciones generales, el PSOE fue el partido más votado en las cuatro provincias catalanas y hasta Sumar obtuvo más votos en la comunidad que ERC o Junts. Pero en Barcelona ciudad, encontramos que PSOE y Sumar obtuvieron más de la mitad de los votos del municipio de Barcelona, 33,2% y 16,9%, respectivamente, frente a un 10,3% de Junts o un 12,2% de ERC. Entre las dos formaciones independentistas suman poco más que PP (15,9%) y Vox (5,9%). Es fácil concluir que al independentismo no le encaja tanta inmigración, pues este movimiento va a ir al alza. Para colmo, les ha surgido un competidor inesperado, Aliança Catalana, que ya se ha hecho con la alcaldía de Ripoll (Gerona) con un discurso independentista y xenófobo. Trilita.
Aurelio Medel es Periodista y doctor en Ciencias de la Información
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