La tragedia climática de la contabilidad
Crear incentivos y mecanismos para medir cómo los riesgos de la transición verde afectan al desempeño financiero debe ser un objetivo de la profesión
En septiembre de 2015, en la sede de Lloyd´s en Londres, Mark Carney, Gobernador del Banco de Inglaterra en aquel tiempo, se dirigió ante una sala llena de algunos de los principales ejecutivos de la banca global con una advertencia que ha pasado a la historia: si el cambio climático continuaba sin control, la estabilidad financiera global quedaría comprometida en lo que denominó la Tragedia del horizonte. Dado que la generación actual no experimentará los peores efectos del cambio climático, los inversores tienen pocos incentivos para cambiar su comportamiento en el próspero sistema económico basado en los combustibles fósiles que hemos disfrutado durante los últimos 150 años. Sin embargo, todo parece indicar que la aceleración de la dinámica climática que predecían los científicos ha comenzado, visible a través de los eventos climáticos cada vez más intensos y frecuentes, con un mayor número de víctimas (Munich Re, 2023).
Ante esta situación, 130 países que representan más del 92% el PIB global se han comprometido con la transición hacia un futuro sin emisiones de dióxido de carbono (i.e., net-zero 2050) (Net Zero Tracker, 2022). Una transformación ante la que preguntarse cómo la principal fuente de información al mercado con la que cuentan las empresas y los inversores - la contabilidad financiera – está siendo capaz de responder.
La normativa contable (NIC-NIIF) especifica que las cuentas anuales deben mostrar adecuadamente los riesgos a los que se enfrenta la empresa, siempre que sean materiales desde el punto de vista financiero (EU, 2021; ICAC & BOE, 2022). A pesar de que las normas de contabilidad y auditoría no mencionen explícitamente el cambio climático, los principales elaboradores de estándares internacionales de contabilidad impelidos por la necesidad de integrar el clima y otros aspectos ambientales y sociales, preparan nuevos estándares en los que las empresas mostrarán su entendimiento de los riesgos y oportunidades que tiene, entre otras variables, el calentamiento global. Sin embargo, la contabilidad financiera también puede ser una valiosa herramienta de descarbonización para empresas e inversores.
Por ejemplo, en la valoración responsable de los gestores sobre la viabilidad de la actividad de la empresa en el futuro (NIC 1), en la potencial obsolescencia de las existencias de la compañía (NIC 2), en el valor razonable de los activos (IFRS 13), en la reducción o incremento de la vida útil de los activos (NIC 16), así como del deterioro de su valor (NIC 36) o de cambios en las provisiones y pasivos contingentes derivados de sanciones (NIC 37) (IFRS Foundation, 2020). Todos ellos son riesgos derivados de los impactos de las políticas de descarbonización y de los efectos físicos de los cambios en el clima que comienzan a sufrir los activos de las empresas.
Las empresas con activos intensivos en carbono, se verán afectadas paulatinamente como consecuencia de los compromisos de neutralidad de los países. Pero, ¿deberían las empresas que adquieren compromisos de neutralidad también verlo reflejado en su contabilidad?
En España, más del 70% de las empresas del IBEX 35 han firmado compromisos de neutralidad climática (Ecoact, 2022). Estas deberían reflejar en los estados financieros corporativos el impacto, en el caso de producirse, de la reducción del 50% de las emisiones de sus instalaciones y productos antes de 2030, y la forma en la que en los próximos 25 años desaparecerán de sus actividades todas las operaciones y productos que hoy producen gases de efecto invernadero.
La Norma Internacional de Contabilidad 16 Propiedades, planta y equipo (NIC 16) y la NIC 36 Deterioro del Valor de los Activos pueden ayudar a cuantificar los riesgos climáticos de las empresas derivados de la transición a la neutralidad climática. Por ejemplo, de acuerdo con el razonamiento de la NIC 16, a pesar de que una empresa energética esté incrementando su actividad de exploración y explotación de hidrocarburos o de refino de petróleo, la transición a la descarbonización le impediría obtener beneficios futuros, por tanto, no reuniría las condiciones para su reconocimiento como activo. Por otro lado, normas como la NIC 36 pueden ayudar a visibilizar el deterioro de las actividades intensivas en carbono ya que, de acuerdo con la norma, la entidad deberá considerar circunstancias externas e internas al evaluar si existe algún indicio de que el activo puede haber visto deteriorado su valor. Cierto es que actualmente es difícil materializar el deterioro del valor de determinadas operaciones, porque es posible que su periodo de amortización sea inferior al plazo de descarbonización completa.
La dificultad de valorar riesgos que no son visibles en el corto plazo, podría crear un desajuste entre el valor que se atribuye a los activos intensivos en carbono en las cuentas anuales y su valoración en un escenario de descarbonización.
Según Carbon Tracker (2021), más del 70% de las mayores empresas emisoras de gases de efecto invernadero del mundo no informan de los efectos del riesgo climático en sus estados financieros. El 80% de sus auditores no mostraron haber evaluado el riesgo climático al elaborar sus informes, según la misma publicación. Si bien es cierto que los auditores han manifestado en diferentes ocasiones la complejidad de evaluar los riesgos, el aseguramiento de la información es indispensable para evitar el greenwashing.
La contabilidad tiene una función performativa, por lo que no solo refleja la realidad, sino que la construye. Crear los incentivos y mecanismos contables necesarios para medir cómo los riesgos climáticos de la transición al net-zero afectan al desempeño financiero debe ser parte de los objetivos prioritarios de la profesión. De este modo, la toma de decisiones de los inversores estará respaldada por una información más precisa, cumpliendo así con uno de los objetivos esenciales de la contabilidad.
Casi una década después del discurso de Carney aquella tarde de otoño, la situación parece haber comenzado a cambiar. La descarbonización de la economía se encuentra en un horizonte más próximo. Nuevas industrias emergen y otras se encuentran en los comienzos de su desaparición. Una oportunidad sin precedentes para la transformación, especialmente para España y Europa, pero lo es también para la evolución de la contabilidad financiera.
José Luis Blasco / Elena Carrión son ganadores del Primer Accésit del Premio Internacional AECA de Artículos 2023 (Asociación Española de Contabilidad y Administración de Empresas)
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