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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Alemania: ni se hunde ni se desindustrializa

Ubicada en el espectro poco sexy de la industria (coches y la maquinaria), está al borde de una depresión mental colectiva a pesar de su fortaleza económica

PIB Volkswagen
Factoría de Volkswagen en Zwickau, Alemania.MARTIN DIVISEK (EFE)

La mitad de los alemanes piensa que en 10 o 15 años su país perderá el liderazgo económico en el mundo. Pero, Alemania no se hunde. Lo confirma el Bundesbank. Sí, la inflación estrangula el ahorro, los precios de la energía siguen por las nubes, faltan cerebros y especialistas y los impuestos son elevados. Alemania debate hasta la saciedad cuál es el futuro del país; sobre todo porque crece poco y se advierte que está perdiendo atractivo para los inversores. También se anuncia su desindustrialización. Pero es que este país es así, se anticipa al futuro para poder maniobrar a tiempo. Es una de las claves de su fortaleza política y económica. También el Bundesbank confirmó esta semana que no se está registrando la temida desindustrialización. Solo un cierto outsourcing. Según los economistas del banco central, no solo no se va a producir una desindustrialización, sino que las empresas se están adaptando a la nueva situación geopolítica y a las subidas de precios y apuestan por las energías renovables, como la solar, en lugar de emigrar al extranjero. De hecho, la industria alemana está invirtiendo a lo grande en eficiencia energética y en energías renovables. Claro que también muchos fabricantes han subido sus precios. Y claro que no es oro todo lo que reluce. Una de cada ocho empresas industriales está produciendo menos y baraja la posibilidad de trasladar la producción fuera del país. Sobre todo, los colosos de la industria germana. Pero el riesgo de que los elevados precios energéticos lleven a las empresas a irse de Alemania es reducido, según el Bundesbank. Tampoco las empresas con un consumo energético elevado se plantean trasladar su producción. No obstante, Alemania parece estar al borde de una depresión mental colectiva. Por eso, los investigadores económicos reclaman que se ponga el foco en los puntos fuertes de Alemania y se recupere la confianza en el país más industrializado de Europa.

Hasta ahora, el modelo de éxito alemán se basaba en lo que la revista estadounidense Time llama “el espectro poco sexy de la industria”: en lugar de móviles o iPads, Alemania construye máquinas. Sus empresas industriales altamente especializadas fabrican bienes de alta tecnología. El reparto del PIB alemán por sectores era el siguiente en 2022: 1,2%, el primario; 26,6%, el secundario; 72,2%, el terciario. Desde 1975 ha menguado continuamente el sector industrial a favor del de los servicios. Pero la industria sigue siendo un ancla de estabilidad, también en la complicada situación actual. Sobre todo por el peso de los sectores exportadores como el del automóvil, con una facturación de 41.000 millones de euros anuales. Cuatro sectores dominan la industria alemana, el automovilístico (VW, Daimler y BMW), el de la maquinaria, el químico (BASF, el mayor del mundo) y el electrónico (Siemens). Uno de cada dos productos de la industria se exporta. Alemania es además líder en innovaciones y en inversiones en nuevas tecnologías verdes (por ejemplo en energías renovables). Es el país europeo que más inventa (62.105 patentes en 2020) y uno de los que más apuestan por conservar su liderazgo global, invirtiendo el 3% de su PIB en I+D. Por otro lado, la industria alemana, en la que trabaja el 27% de la población activa del país, redujo su producción un 1,5% en junio de este año. Su economía pierde dinamismo y se cuestiona por qué y qué va a pasar.

La conclusión del Bundesbank es que el golpe provocado por el incremento de precios de la energía podría reducir el peso de la industria en la economía alemana. Pero no le preocupa porque es una tendencia generalizada en las economías ricas: su industria mengua. Se trata de un cambio estructural y no hay que temerlo “sobre todo si se registra gradualmente”. No obstante, no todos los expertos coinciden con la apreciación del Bundesbank. Las empresas alemanas están orgullosas de que la industria tenga todavía mayor peso en Alemania que en otros países de economía similar. Argumentan que las exportaciones de la industria alimentan la competitividad de la economía germana. Por su parte, el Bundesbank insiste en que Alemania no es sistémicamente más productiva que países con menos industria.

No obstante, el éxito de la industria alemana, que mueve el 27% del PIB alemán, es la clave de la solidez de su mercado laboral. La gente tiene trabajo, buen trabajo y bienestar social. El sector industrial emplea al 27% de la población activa del país. Siendo la economía alemana la mayor de Europa y la cuarta en el mundo; aunque por renta per cápita ocupe la quinceava posición global. La cuestión en este momento es que los precios de la energía están costando mucho crecimiento económico.

El presidente del instituto de investigación DIW, Marcel Fratzscher, advertía esta semana en el semanario Die Zeit, de Hamburgo, que en lugar de caer en el pesimismo, Alemania debería apostar por sus puntos fuertes. En primer lugar, por sus instituciones estatales y su fuerte Estado de Derecho, independiente y altamente competente. En segundo lugar, por su estructura económica en la que dominan las empresas pequeñas y medianas orientadas a largo plazo (y no al beneficio inmediato) y muy responsables con sus trabajadores y plantillas. Son las llamadas hidden champions, empresas resistentes y flexibles en las crisis y en las transformaciones socioeconómicas. No hay otra economía en el mundo con tantas hidden champions, empresas desconocidas, pero claves en el mundo por sus productos innovadores made in Germany. Son un total de 1.573 pymes alemanas (de 3.400 en el mundo), que son líderes europeos o globales en sus respectivos segmentos de mercado. Su fortaleza se deriva de la fortaleza de la industria alemana. España, en comparación, cuenta con solo 20 pymes de relevancia global. Y, por último, la solidaridad como elemento clave de su economía social de mercado. “El filósofo y científico ruso Pjotr Kropotkin argumentaba hace más de cien años que las sociedades altamente solidarias tienen más éxito que las individualistas en manejar crisis graves y retos importantes.” Según Fratzscher, la economía solidaria genera seguridad y confianza, une fuerzas y crea puentes. Y reclama que el Gobierno invierta en la economía del futuro y en equilibrio social; y, las empresas, en la transformación verde y digital.

Lidia Conde es periodista y analista de economía alemana

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