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A Fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

A la pelea entre Mark y Elon le quedan años por delante

Zuckerberg y Musk han incumplido una buena lista de recomendaciones de cualquier manual corporativo de relaciones públicas

Elon Musk and Mark Zuckerberg
A la derecha, Mark Zuckerberg. A la izquierda, Elon Musk.Getty Images / Pepa Ortiz (collage)

Que el sector tecnológico tiene mucho que aprender en cuestión de diversidad lo demuestra una de las historias más histriónicas que nos han acompañado este verano: el enfrentamiento entre Elon Musk y Mark Zuckerberg. Alguien se dejó abierto el grifo de la testosterona y esto ha alimentado a los máximos exponentes de lo que se ha dado en denominar el tech bro: ese trabajador masculino de empresa tecnológica con pocas habilidades sociales y personales que se considera superior por el dinero y el poder que tiene, los cuales usa la mayoría de las veces para obtener lo que por sí mismo no podría.

Hasta que Elon Musk no ha entrado (como un elefante en una cacharrería) en el mercado de las redes sociales, con X (La Red Social Antes Conocida Como Twitter), se puede decir que Mark Zuckerberg y él no eran competencia directa. Pero parece que el gallinero no aguanta demasiados gallos: en los últimos años hemos podido ver a Elon criticar la privacidad de Facebook y sus problemas de censura, a Mark a criticar los coches de Tesla o a ironizar sobre SpaceX después de que esta empresa fallara en el lanzamiento de un satélite de Facebook e incluso han discutido alrededor de la inteligencia artificial y sus riesgos.

Pero el episodio definitivo fue la salida de Threads, en un momento en el que Elon se dedicaba a cambiarle el nombre a Twitter para que fuera más suyo y los usuarios de esta red empezaban a mirar con recelo decisiones tales como el uso del check azul o la creación de servicios de pago para usuarios, entre otras muchas que Musk ha tomado casi de forma personal. Es evidente que el momento, la debilidad de Twitter, era el adecuado, lo cual ha debido de doler a Elon. Pero lo que seguro que no le sentó nada bien fue que Threads recuerde tanto a Twitter, hasta el punto de que se puede considerar un clon.

Entonces surgió la broma de la pelea, que luego no era tan broma. Un par de tuits en plan eso no me lo dices a la cara, y de repente todo ha escalado hasta tal punto que en teoría han planificado juntos un combate para el día 26 (cosa que no ocurrirá). Como además esto se trataba de medirse los aparatos (en una de las conversaciones se menciona eso literalmente), pero sobre todo demostrar a los demás lo importantes y líderes que son, han propuesto usar nada más y nada menos que el Coliseo. El de Roma, sí.

Durante estas semanas hemos podido ver fotos de ambos luciendo palmito y poniendo caras de estar muy enfadados. Parece ser que ambos practican diferentes artes marciales (que me expliquen de dónde sacan el tiempo), lo cual hace todo esto más surrealista.

En resumen, ambos han estado incumpliendo una buena lista de recomendaciones de cualquier manual corporativo de gestión de crisis y de relaciones públicas, por lo que cabe preguntarse qué impacto está teniendo este enfrentamiento en las empresas que lideran.

De cara al accionista, parece que el impacto es muy diferente: mientras Meta ha crecido en los últimos meses y está casi en los niveles más altos a los que llegó cuando anunció su metaverso, Tesla ha caído un 20% desde julio (Twitter no cotiza desde la compra de Elon).

En cuanto al liderazgo interno, en ambos grupos empresariales debemos tener claro que, desde hace años, sus CEO no ejercen el papel que nos pintan de puertas afuera. El talento interno y los grandes equipos de ambas empresas están manteniendo el negocio a flote a pesar de tener a dos CEO artistas, y en ambos casos la evolución de su negocio de momento es positiva.

Pero la cosa pinta diferente en el terreno más crudo de la batalla: Twitter/X vs. Threads. Si bien es cierto que Threads consiguió un récord en las redes sociales, el de llegar a 100 millones de usuarios en cinco días (Twitter tardó más de seis años), la actividad de los usuarios bajó más del 70% después del primer mes. Lo mismo ocurrió en su momento con otras redes que intentaron robar espacio a Twitter, como Mastodon o Ello, pero en este caso no debemos darla por muerta.

X se enfrenta a una transformación radical, de la que el nombre ha sido un buen aperitivo. Sus usuarios aún se mantienen en la red por la gran cantidad de vínculos generados y la viralidad que aún tienen. Pero hay un equilibrio muy frágil, en el que la libertad de expresión, la gestión de los discursos de odio, la utilización de datos personales, la aparición de versiones de pago o el control que tienen los usuarios sobre lo que ven son valores críticos para ellos. Si X se pasa de frenada, puede generarse un trasvase más serio y consolidado a Threads, que todos tenemos ya en la cabeza como alternativa.

No me atrevo a decir si habrá o no pelea, pero tengo claro que a ambos grupos les quedan por delante años intensos en los que lucharán no solo entre sí, sino con las nuevas fuerzas que está generando la inteligencia artificial, así como los viejos del lugar, como Microsoft, que lo están haciendo muy bien y parece que han enfocado mejor su comunicación y su negocio.

Ángel Barbero es director general de Secture y profesor en la EAE Business School

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