El impacto de la transición energética en el sector de las fusiones y adquisiciones
Sorprende que en España haya tanta actividad de inversores nacionales e internacionales, pese al marco jurídico cambiante
Como resulta obvio y seguramente conocido para la mayoría de lectores de prensa económica, en los últimos años se han producido numerosas operaciones corporativas a nivel global relacionadas con sectores vinculados a la transición energética.
Solo en España, del total de volumen de operaciones anunciadas y cerradas en 2022, algo más del 20% tenían que ver con negocios vinculados a la transición energética.
Estas operaciones han sido protagonizadas generalmente por fondos de distinta naturaleza (de infraestructuras, de pensiones, fondos soberanos), compañías de seguros y bancos (a través de sus divisiones de banca patrimonial) y por empresas eléctricas, gasistas o petroleras tratando de reducir el peso de sus negocios vinculados a los combustibles fósiles, e incrementar el componente verde de su porfolio de activos.
No deja de ser sorprendente que haya tanta actividad en España por parte de inversores nacionales e internacionales, pese a haber contado con un marco jurídico tan cambiante. La única explicación razonable, es que la fe que tiene el mercado en nuestros profesionales dedicados a esta industria, así como la que tienen en nuestros emprendedores y tribunales, pesa mucho más en sus decisiones de inversión que la desconfianza que puedan generar nuestros burócratas.
Se puede decir que la transición energética en sentido amplio ha provocado una cierta revolución en los equipos de fusiones y adquisiciones (M&A), seguramente similar en muchos aspectos a lo que supuso la explosión de las punto com entre 1997 y 2001. Son varios los aspectos que están condicionando el día a día y la estrategia de los equipos de M&A.
El primero es la caída del volumen de operaciones en España (-47% a marzo de 2023 vs marzo de 2022), que habría sido mucho más radical si no fuera por el peso de las operaciones relacionadas con este sector, que representan cerca del 40% del volumen total anunciado en el primer trimestre de 2023. Esto evidencia que un equipo de M&A sin experiencia en renovables y otros negocios relacionados con la transición energética, se pierde una parte muy importante del mercado.
Segundo, los equipos de M&A de los bancos están fundamentalmente centrados en renovables, y en transacciones sobre activos energéticos brownfield (operativos), dando cobertura casi exclusivamente a grandes clientes corporativos y grandes fondos, pero no tienen en el radar a compañías de sectores aun emergentes, como el de autoconsumo, cargadores eléctricos, hidrógeno, biogás, entre otros, que aún no generan casi ebidta y que sin embargo, pueden llegar a tener un valor enorme por las expectativas de crecimiento que les asigna el mercado.
En este sentido, es posible que las boutiques tengamos algo de ventaja frente a los bancos, porque tenemos más flexibilidad en cuanto a la tipología de clientes y también por el hecho de que generalmente las league tables están fuera de nuestras consideraciones, tanto así que nos preocupa poco si la transacción nos suma más o menos volumen de cara a dichos rankings.
En tercer lugar, realizar valoraciones sobre este tipo de negocios relativos a tecnologías relativamente nuevas y cuyo futuro es aún una gran incógnita, es mucho más complejo que valorar negocios tradicionales y consolidados. Y, por lo tanto, cerrar transacciones en estos sectores conlleva más tiempo y un gran reto, puesto que para muchos clientes, no es fácil obtener aprobaciones de sus Consejos/comités de inversiones en cuanto a ejercicios de valoración tan teóricos.
Por último, y en situaciones de mandatos de compra, casi tan importante como elegir bien al posible cliente/comprador, es el analizar quién es el consultor de mercado que le va a asesorar, y cómo de optimista o pesimista es su visión en cuanto a la evolución de los precios de captura de la electricidad de ciertas tecnologías, a medida que se incrementa la capacidad instalada de proyectos renovables.
No debemos olvidar, por otro lado, que el hecho de que todo el interés del mercado se mueva en masa hacia los negocios low carbon ofrece una oportunidad de inversión muy atractiva en negocios más tradicionales con más exposición a los hidrocarburos. Aquí la competencia entre compradores es mucho menor, y además siguen siendo buenos negocios y absolutamente estratégicos para nuestra economía.
España, pese a no ser un país con recursos naturales, tiene muy buenas compañías y equipos directivos dedicados a la industria del gas y del petróleo, y a sus infraestructuras. Son negocios que, pese a no ser hoy el trending topic, siguen mejorando resultados y gestionando infraestructuras clave para el país, y el mercado se equivocaría si quita el foco sobre estas empresas. Algunas de ellas, además cuentan con ventajas competitivas muy notables para ser actores también relevantes en la transición energética (infraestructura desplegada por todo el país, presencia en puertos y aeropuertos, grandes capacidades de ingeniería y de desarrollo de proyectos, etc.), lo que les posiciona, a nuestro entender, en el mejor de los dos mundos: pole position para emprender y desarrollar proyectos low carbon y posibilidad de financiar el crecimiento en los mismos, a través de la caja que generan los negocios tradicionales, más estables y consolidados.
Arturo García Tizón es Co-Head de Acron Beka
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