Los tacaños ahorradores europeos ayudarán al BCE, no a LVMH
El capital guardado durante la pandemia en la zona euro está en los hogares más ricos, a diferencia de EE UU
Los confinamientos de la pandemia y los estímulos gubernamentales han dejado a los ciudadanos de la zona euro con 1 billón de euros en ahorros extra. En EE UU, una bonanza de efectivo similar ha alimentado un consumo desenfrenado que mantiene alta la inflación. Pero es probable que los europeos conserven su dinero. Eso dejará abatidos a gigantes de los bienes de consumo como LVMH, pero bastante satisfecho al BCE.
El dinero, como dice el viejo refrán, no puede comprar la felicidad. Pero dos años de infelicidad pueden dejarte con mucho dinero. La tragedia humana y social de la crisis del Covid, seguida del shock energético provocado por la invasión de Ucrania, disparó el exceso de ahorro de los hogares europeos, es decir, el efectivo acumulado por encima de la norma anterior a la pandemia.
Oxford Economics estima que los ciudadanos de la zona euro depositaron hasta 1 billón de euros –o el 8% del PIB– en sus huchas desde la emergencia sanitaria. Esos fondos proceden de dos fuentes principales: la renuncia al consumo y las ayudas públicas. A medida que los países imponían confinamientos que paralizaban vastas franjas de sus economías, los consumidores tenían menos oportunidades de gastar dinero.
Al tiempo, las intervenciones gubernamentales –para contrarrestar primero la pandemia y luego la subida de los precios de la energía provocada por la guerra– garantizaron que los niveles de empleo e ingresos no descendieran drásticamente. Como resultado, la tasa de ahorro de la zona euro –el porcentaje de los ingresos que guardan los hogares– se disparó hasta una media del 17,2% entre 2020 y 2022, frente a una media del 12,9% entre 2000 y 2019.
Gracias a los 5 billones de dólares en ayudas fiscales repartidos por la Casa Blanca desde 2020, el exceso de ahorro de los estadounidenses creció aún más. Alcanzaron un máximo de unos 2,1 billones de dólares –alrededor del 9% del PIB– en agosto de 2021, según un estudio reciente del Banco de la Reserva Federal de San Francisco. La respuesta de los estadounidenses a la inyección federal de efectivo fue diferente a todo lo visto en anteriores períodos de dificultades económicas. En lugar de ir reduciendo lentamente sus ahorros, como habían hecho en todas las recesiones desde los setenta, los consumidores se lanzaron a los centros comerciales, a las webs de compras y a la playa tan pronto como amainaron los confinamientos. En menos de dos años, han gastado 1,6 billones de sus ahorros sobrantes, según la Fed de San Francisco.
Este derroche de compras ha tenido un efecto positivo en el crecimiento. Los gastos de consumo personal ajustados a la inflación –que representan dos tercios del PIB de EE UU– crecieron un 27% entre abril de 2020 y marzo de 2023, frente a solo el 7% entre 2017 y 2020. Eso ayudó a aumentar los beneficios de las empresas que vendían los servicios y productos que los estadounidenses ansiaban, desde Tesla y Walmart hasta United Airlines y American Airlines.
Pero la otra cara de la moneda ha sido la persistente inflación, especialmente en los servicios. Los precios de estos, excluida la energía, subieron un 6,8% anualizado en abril, una de las principales razones por las que la inflación general, del 4,9%, sigue estando muy por encima del objetivo del 2% de la Fed.
Es poco probable que los consumidores europeos sigan a sus homólogos estadounidenses al centro comercial o a la playa, por tres razones principales. Primero, hay pruebas de que en Europa fueron los hogares más ricos los que más ahorraron durante la pandemia. Ello se debe a que el estímulo fiscal de la zona euro fue menor que en EE UU y no incluyó transferencias directas como los cheques de estímulo enviados por correo a los ciudadanos de rentas bajas y medias. Los datos europeos sobre distribución del ahorro son más confusos que los de EE UU, pero Allianz calcula que el 20% más rico de los consumidores poseía a finales de 2022 dos tercios del ahorro en Alemania, Francia, Italia y España. Es más probable que estas personas usen las ganancias inesperadas para aumentar su riqueza que para apoyar el consumo, porque ya tienen muchos bienes y servicios.
Segundo, hay una guerra en las fronteras del continente. Eso ha añadido el riesgo persistente de otra crisis energética. Los elevados precios al consumo y el endurecimiento de las condiciones crediticias también sugieren que los europeos mantendrán su dinero en el bolsillo.
Por último, los ahorradores de la zona euro se han decantado por los mayores retornos que ofrecen los activos ilíquidos en lugar de quedarse con efectivo de fácil acceso. Es cierto que los depósitos bancarios a un día, la forma más segura y menos remunerativa de ahorro que no implica un colchón, se dispararon un 5,5% del PIB de la zona euro a principios de 2021, más del doble de la media 2000-19, estima Société Générale. Pero a finales de 2021, las acciones y participaciones en fondos de inversión habían superado al efectivo y a los depósitos como principal activo de los hogares de la zona euro por primera vez desde 2008, según datos oficiales. Estas inversiones representan el 33% de los activos financieros de los ciudadanos de la región, frente al 30% prepandemia.
Esta parsimonia es una buena noticia para la presidenta del BCE, Christine Lagarde, que ha elevado el coste del dinero en 375 puntos básicos desde julio de 2022, llevando el tipo de depósito de negativo al 3,25%. Aun así, la inflación aumentó a un ritmo anual del 6,1% en mayo, más del triple del objetivo del 2%. Un menor gasto de los consumidores debería allanar el camino a unos precios más bajos, especialmente en el caso de los servicios, donde la inflación se ha acelerado desde el año pasado, pasando de un 3,5% anualizado en mayo de 2022 a un 5% el mes pasado.
Pero los accionistas y los directivos de las empresas que venden bienes y servicios pueden tener motivos de preocupación. Los valores de consumo discrecional, como LVMH y BMW, han encabezado las subidas de las acciones europeas este año, con más de un 20%, mientras que los proveedores de servicios, como las aerolíneas, han obtenido beneficios extraordinarios. Sin embargo, una vez agotada la demanda pospandémica, estas firmas podrían tener dificultades para extraer dinero de los tacaños ahorradores.
Es cierto que los grupos de lujo y los fabricantes de automóviles obtienen una parte considerable de sus ingresos de Asia, y es más probable que convenzan a los hogares más ricos para que se desprendan de su efectivo. Y las aerolíneas pueden confiar en que los hombres de negocios y los turistas no europeos sigan surcando los cielos. Pero si los europeos deciden no vivir el sueño americano y apretarse el cinturón, la economía y los resultados de las empresas se resentirán.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
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