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A Fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Pulso Bolsas-bancos centrales: ¿qué paja romperá la espalda del camello?

La única explicación a la resistencia de las cotizaciones es la liquidez inyectada en los últimos meses por la Fed en el mercado monetario

Juan Ignacio Crespo
Edificio de la Fed, en Washington DC.
Edificio de la Fed, en Washington DC.Jason Reed (REUTERS)

La enorme liquidez extra que ahora circula por los mercados monetarios de Estados Unidos ha hecho que, en las Bolsas, pase a segundo plano el peligro que supone para el crecimiento económico la subida de los tipos de interés del 0% al 5%, y hasta la subida reciente del precio del petróleo.

Esa liquidez extra es fruto, en buena parte, de la crisis desatada por la intervención de Silicon Valley Bank y se debe a que los bancos han tomado prestados de la Reserva Federal 327.458 millones de dólares extra (el 8 de marzo, antes de que estallase la crisis, solo tomaban 15.209 millones). Con eso y la recuperación de liquidez previa, desde mediados de octubre pasado, la liquidez extra desde entonces supera el medio billón de dólares.

No es extraño, pues, que, a pesar de las turbulencias de la crisis bancaria, los índices de Bolsa subieran en el primer trimestre: el S&P 500 un 7%, y el Nasdaq 100, un 20,5%.

Tenemos así una combinación inaudita: las Bolsas se han recuperado mucho desde octubre gracias a un enorme aumento de la liquidez, y a pesar de que la Reserva Federal haya realizado desde entonces una subida de los tipos de interés del 2,5% al 5%. Se ve que los mercados bursátiles han preferido darle más importancia al aumento de la liquidez que a la continuación de la subida de los tipos de interés que, si bien le ha supuesto un pequeño sobresalto en el momento de conocerse o en los días siguientes, en la práctica casi ha pasado como si de un acontecimiento de menor importancia se tratara.

Y es que los mercados bursátiles se están comportando desde mediados del año pasado como unos verdaderos descreídos: por mucho que la Reserva Federal haya insistido (y siga haciéndolo) en su determinación de luchar contra la inflación como si le fuera la vida en ello, la reacción en las Bolsas se empeña en llevarle la contraria, apostando en favor de que el banco central no será capaz de mantener su propósito.

Y todo esto dura ya casi seis meses, en los que las Bolsas de Estados Unidos han sido muy entestadas y han conseguido recuperarse (desde su nivel más bajo reciente) un 23%, en el caso de las empresas tecnológicas, y un 15% en el del índice S&P 500.

Las Bolsas del resto del mundo tampoco han hecho gran caso desde mediados de octubre del propósito decidido de los bancos centrales de luchar contra la inflación, algo muy llamativo en el caso europeo, donde el índice Euro Stoxx 50 ha recuperado ya todo lo perdido en los nueve primeros meses de 2022.

Las Bolsas europeas y de Estados Unidos habían bajado en los nueve primeros meses de 2022, tal y como cabía esperar en un año en el que la subida de los tipos de interés y la retirada de liquidez estaban más que anunciadas a ambos lados del Atlántico. Tras esa caída, terminada en octubre, han ido recuperando poco a poco la compostura a pesar de todos los pesares, y parecen no despeinarse demasiado ni con la caída de Credit Suisse; ni con la intervención de Silicon Valley Bank (transformado en Banco de Santa Clara por obra y gracia del Fondo de Garantía de Depósitos de EE UU), ni por los rumores maliciosos sobre Deutsche Bank, ni por la amenaza de contagio de los problemas bancarios de Estados Unidos y Suiza a toda la banca internacional.

Así es que no queda más remedio que preguntarse: ¿qué hace falta para que las Bolsas recuperen su senda bajista de invierno-primavera-verano de 2022?

¿No es suficiente que desde principios de octubre pasado los tipos de interés hayan subido un 2,5% adicional en EEUU y un 2% más en la zona euro?

¿No basta que siga habiendo una guerra abierta en territorio europeo ni que la recesión económica siga siendo una amenaza constante, tal y como suele ser cada vez que suben los tipos de interés?

¿Ni la ya mencionada amenaza de que toda la banca regional norteamericana se venga abajo, contagiada de los bancos que ya han caído?

De haber una explicación buena, solo puede ser esta: la liquidez en Estados Unidos desde el 15 de octubre pasado ha subido en más de medio billón (trillion) de dólares (524.201 millones, para ser más exactos).

De modo que la Reserva Federal se va metiendo poco a poco en su propia trampa: con una oferta monetaria que superó ya el Producto Interior Bruto de Estados Unidos (lo que hace casi imposible el control de la inflación), no está teniendo más remedio que añadir liquidez circunstancial al mercado monetario, a pesar de que, teóricamente, sigue con su bienintencionado propósito de reducir el tamaño de su balance, a razón de 95.000 millones de dólares todos y cada uno de los meses

¿Cuál será la paja que romperá la espalda del camello y hará caer de nuevo a las Bolsas?

Las apuestas están abiertas, pero, a falta de un cisne negro (lo desconocido desconocido; es decir, lo que ni siquiera somos capaces de imaginar) todo apunta al choque de trenes previsto para el verano entre el Congreso y la Presidencia de Estados Unidos sobre la elevación del tope de deuda pública que puede emitir el Tesoro. Y el tiempo va pasando…

Juan Ignacio Crespo es estadístico del Estado y analista financiero

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