La lucha antiinflación, ante un problema de 550.000 millones
El 28 de junio, los bancos europeos deben devolver al BCE esa cantidad de liquidez de la línea TLTRO
Los bancos de la zona euro han capeado hasta ahora las tormentas financieras que soplan desde Estados Unidos y Suiza. Ello ha permitido al Banco Central Europeo seguir subiendo los tipos para combatir la inflación. Sin embargo, el trabajo de la presidenta Christine Lagarde está a punto de complicarse.
El 28 de junio es una fecha clave en el calendario bancario europeo. Ese día, las entidades deben devolver 549.000 millones de euros que tomaron prestados de las operaciones de refinanciación a plazo más largo con objetivo específico (TLTRO) del BCE hace tres años, durante la pandemia.
A primera vista, deberían de ser buenas noticias para el BCE. El banco ya está reduciendo su balance al dejar que venzan sus carteras de bonos. Esas TLTRO se hicieron con tipos de interés muy favorables, en torno al -1%, lo que las convierte en un anacronismo en una era de políticas más restrictivas. El BCE estimó en su día que los préstamos hicieron bajar los tipos de interés de los créditos hasta 60 puntos básicos, lo que equivale a una gran bajada de tipos.
Sin embargo, permitir que los TLTRO simplemente venzan obligaría a los bancos a financiarse en otros lugares, lo que aumentaría sus costes de financiación. Y ya se están enfrentando a un aprieto, a medida que los inversores se preocupan más por el impacto de unos tipos más altos y las pérdidas inmobiliarias. La rentabilidad adicional, o diferencial, que los inversores exigen para mantener la deuda bancaria frente a los títulos del Estado ha subido unos 35 puntos básicos desde principios de marzo, según un índice de ICE Bank of America.
Lagarde ha afirmado que los bancos de la zona euro están bien capitalizados y disponen de abundante liquidez. El problema es que la persistente inflación, que alcanzó el 6,9% en marzo, la obligará a subir el tipo de depósito por encima del 3% actual. Eso también encarecerá la financiación de la deuda para los bancos.
Los responsables políticos podrían encontrar una manera de aliviar ese daño, sin socavar su lucha contra la inflación. Para hacer frente al reembolso de 549.000 millones de euros, el BCE podría ofrecer préstamos, pero con un plazo de vencimiento más corto que los tres años originales y tipos de interés más altos. Una opción sería cobrar a los bancos una prima sobre el tipo de las operaciones principales de refinanciación. La OPF –el tipo que pagan las entidades por los préstamos a una semana del BCE– está fijada actualmente en el 3,5%, 50 puntos básicos por encima del tipo de referencia de los depósitos.
Esta fijación de precios garantizaría que solo los bancos que realmente necesiten los fondos los soliciten. Y limitaría el riesgo de que un derroche de liquidez dispare la inflación. No hacer nada puede ser atractivo para el BCE porque, como dijo esta semana Isabel Schnabel, miembro de su comité ejecutivo, un menor crédito bancario reforzaría los efectos de las subidas de tipos. Sin embargo, en el entorno actual, privar a los bancos de liquidez no parece un riesgo que merezca la pena correr.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
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