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La victoria de Trump sacude el mercado del petróleo: Citi cree que se abaratará hasta un 20%

El banco estadounidense coloca la cotización del barril de Brent en 60 dólares de media en 2025 ante la intención de Trump de facilitar la exploración y perforación

La sede de la petrolera ConocoPhillips en Alaska, el pasado 10 de febrero de 2020.
La sede de la petrolera ConocoPhillips en Alaska, el pasado 10 de febrero de 2020.YERETH ROSEN (Reuters)
Álvaro Sánchez

“Bobby, déjame el petróleo a mí. Tenemos más petróleo que cualquier país del mundo. Más que Arabia Saudí. Más que Rusia. Bobby, mantente alejado del oro líquido”. Ese mensaje, lanzado entre bromas por Donald Trump en el discurso de su victoria electoral, cuyo destinatario es Robert F. Kennedy Jr., llamado a ser uno de los hombres fuertes de su Gobierno, pero también abogado ambientalista durante décadas, un periodo en el que incluso presentó demandas contra empresas que contaminaban, es esclarecedor de las intenciones del republicano en cuanto al uso de combustibles fósiles se refiere.

Su regreso a la Casa Blanca puso este miércoles patas arriba Bolsas, divisas, bonos y criptomonedas. Incluso las perspectivas de tipos de interés de los bancos centrales se alteraron ante los efectos de su llegada sobre el crecimiento y la inflación. Pero, curiosamente, el barril de petróleo, aunque inicialmente reaccionó con caídas por la fulgurante revalorización del dólar, luego recuperó el terreno perdido, y ha sido uno de los activos que menos cambios ha sufrido en su precio, con leves caídas hasta el entorno de los 74 dólares en el caso del brent, de referencia en Europa. La política petrolera del país, sin embargo, está a punto de dar un giro. El programa de Trump recoge como principal objetivo que Estados Unidos tenga la energía más barata del planeta. Y para ello propone, entre otras cosas, “liberar las enormes reservas de oro líquido en terrenos públicos de Estados Unidos”.

Para los analistas de Citi, eso se traducirá en una fuerte caída del barril de petróleo. “Es probable que el segundo mandato de Trump mantenga los precios bajo presión en 2025. Nuestra previsión de precio promedio del brent es de 60 dólares el barril”, sostienen en un informe. Eso supondría una caída del 20% desde los precios actuales, algo que achacan al efecto de los aranceles, un posible aumento de la oferta de la OPEP+ y una fiscalidad más ventajosa para la industria. El programa de Trump también acusa a su antecesor, Joe Biden, de detener los contratos de perforación en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico (ANWR) de Alaska, uno de los campos petrolíferos más grandes de Estados Unidos, donde tiene intereses la española Repsol, que en 2017 aseguró haber realizado en Alaska el mayor descubrimiento de petróleo de los últimos 30 años en suelo estadounidense.

Más permisos

Entre la batería de medidas que propone, Trump planea acelerar los permisos de perforación para impulsar la producción de petróleo y gas natural, aliviar “las sofocantes alzas de impuestos de Biden a los productores de petróleo, gas y carbón”, y volver a llenar las reservas estratégicas de petróleo. “Para mantener el ritmo de la economía mundial, que depende de los combustibles fósiles para más del 80% de su energía, el presidente Trump will drill, baby, drill” (perforará, nene, perforará), resume el programa de Trump, utilizando el popular lema para animar a seguir extrayendo crudo de suelo americano. “Vamos a ver ventas de concesiones en alta mar, vamos a ver que los oleoductos se mueven mucho más rápido, vamos a ver fracking en terrenos federales y una mentalidad centrada en reducir el coste de la energía para los consumidores”, dijo a Bloomberg Dan Eberhart, director ejecutivo de la empresa de servicios petrolíferos Canary LLC.

La teoría del mercado es clara: más oferta de petróleo implica precios más bajos, pero hay otros factores en juego. “Europa es importadora neta de energía, con lo cual podría aprovechar descuentos en el petróleo estadounidense, aunque un aumento de la producción también representa un reto de cara a las políticas europeas de transición a las energías limpias”, señala el analista independiente Franco Macchiavelli. “De cara a la OPEP, también es una amenaza directa, ya que, con más crudo en el mercado, los precios podrían contraerse todavía más, obligando a la OPEP a recortar producción para evitar un desplome en sus ingresos”, añade.

La mayor o menor cuantía de ese recorte de producción, de producirse, sería en principio clave para el rumbo de los precios, aunque para los compradores internacionales también cuenta la evolución del dólar, la moneda en la que pagan sus importaciones de petróleo, que desde la victoria de Trump se ha revalorizado con fuerza frente al resto de divisas.

Riesgo geopolítico

También influirá la cuestión geopolítica: si Trump impone sanciones a Irán —al que China compra el 13% del crudo que consume— por el desarrollo de su programa nuclear, la cotización del crudo, sobre el papel, subiría. “Una aplicación más estricta de las sanciones podría dejar en riesgo poco más de un millón de barriles diarios de suministro de petróleo”, calcula ING, que ve en la fortaleza del dólar un factor bajista para el crudo y el conjunto de materias primas. Los analistas del banco suizo UBS creen que Trump tendrá un efecto mixto sobre el petróleo: por un lado, esos riesgos geopolíticos tirarían del precio al alza, y en sentido contrario, hacia abajo, lo harían el aumento de la oferta, la caída de la demanda por los aranceles, y un potencial alto el fuego en Ucrania.

El empeño de Trump en abaratar el combustible y la electricidad en EE UU puede tener un efecto negativo para Europa, según alerta Eric Dor, director de Estudios Económicos en la IESEG School of Management francesa. “La brecha entre el coste de la energía en Estados Unidos y Europa se ampliará aún más, para detrimento de los fabricantes europeos. La industria de la Unión Europea será aún menos competitiva y perderá más cuota de mercado. Por lo tanto, existe un riesgo real de que la desindustrialización se acelere en Europa, con importantes pérdidas de empleo”.

Tampoco hay que subestimar un posible efecto arrastre: al ver debilitarse las regulaciones ambientales, otros petroestados podrían seguir los pasos de Estados Unidos, igual que las economías en desarrollo que dispongan de combustibles fósiles, como Nigeria, lo que en principio implica precios más bajos, pero también más emisiones contaminantes. La Agencia Internacional de la Energía ha advertido de que para conseguir que las emisiones de carbono mundiales sean nulas en 2050 hay que dejar de explorar nuevos yacimientos.

Donantes

Durante la campaña, Trump ha recibido jugosas donaciones de la industria petrolera. La cantidad oficial es de 75 millones de dólares, aunque la cifra real, incluyendo fondos de inversión del sector, pequeñas empresas, y otros interesados, se estima que ha sido bastante más elevada. Eso sí, lejos de los 1.000 millones de dólares que reclamó Trump durante una reunión en agosto con algunos de sus altos ejecutivos. Hay mucho dinero en juego. Un estudio del Fondo Monetario Internacional calcula que las compañías estadounidenses de combustibles fósiles reciben 700.000 millones de dólares en subsidios cada año, si se suman las exenciones fiscales federales y la infravaloración de los costes ambientales de las que son responsables.

Pese a la proliferación de acuerdos climáticos que buscan promover las energías limpias, la producción de petróleo de EE UU se encuentra ahora mismo en niveles récord. En 2023, la media fue de más de 12,9 millones de barriles por día, una cifra superior al récord anterior de más de 12,3 millones de barriles en 2019, según datos de la Administración de Información Energética. Mientras tanto, Trump utiliza los mensajes públicos a su nuevo aliado, el más díscolo de los Kennedy, para convencer a la opinión pública de que todo irá bien. “Alemania intentó ir todo verde y casi destruyen su país. Tenían molinos y el viento dejó de soplar un par de semanas y ese fue casi el fin de Alemania. Lo único que tienes que hacer por mí, Bobby, es dejar en paz lo que está debajo de mis pies. Vamos a ganar muchísimo dinero y todo va a estar limpio”, dijo en otra entrevista durante la campaña.

Ligera caída de los carburantes

Los precios de los carburantes en España experimentaron una ligera disminución en la última semana, después de tres semanas consecutivas de subidas. Según el Boletín Petrolero de la Unión Europea (UE), publicado este jueves, la gasolina registró un descenso de un 0,2%, mientras que el gasóleo bajó un 0,07%. Con esta ligera caída, ambos carburantes siguen siendo más económicos que hace un año. En cifras concretas, el precio medio de la gasolina se situó en 1,504 euros por litro, mientras que el gasóleo alcanzó los 1,391 euros, de acuerdo con los datos obtenidos de 11.400 estaciones de servicio en España entre el 29 de octubre y el 4 de noviembre. Este leve retroceso rompe con la serie de aumentos iniciada el 14 de octubre, cuando los precios de ambos carburantes comenzaron a subir.

En una comparativa interanual, los precios actuales siguen siendo mucho más bajos que hace un año. La gasolina, por ejemplo, es un 8,6% más barata, mientras que el gasóleo es un 15,2% más económico. Si se compara con principios de 2024, la diferencia también es positiva: el precio de la gasolina ha caído un 2% desde enero, y el gasóleo ha experimentado una bajada del 6,9%.

No obstante, si se observa la evolución a corto plazo, los precios son más elevados que hace un mes. La gasolina es un 1,5% más cara que en la primera semana de octubre, y el gasóleo ha subido un 2,1% en ese mismo periodo. A pesar de las fluctuaciones, los precios en España siguen siendo más bajos que la media de la Unión Europea, donde la gasolina se cotiza a 1,633 euros el litro y el gasóleo a 1,526 euros.

Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.
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