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Hartmann (BCE) sobre el auge de la inteligencia artificial: “Más productividad implica un tipo neutral más alto”

El directivo del banco matiza que si la IA acaba por generar más desigualdad al destruir empleo, podría contrarrestar ese efecto de la mayor productividad a la hora de fijar los tipos de interés

Imagen de un robot sosteniendo las iniciales de inteligencia artificial.
Imagen de un robot sosteniendo las iniciales de inteligencia artificial.style-photography (Getty Images/iStockphoto)
Álvaro Sánchez

Es difícil encontrar un área de la economía o las finanzas que no vaya a verse afectada de un modo u otro por el auge de la inteligencia artificial (IA). La política monetaria no es una excepción. Y aunque la incertidumbre planea sobre el alcance del impacto, los investigadores de los bancos centrales se han puesto ya manos a la obra a analizar posibles escenarios. En una conferencia este jueves en el Banco de España, organizada conjuntamente con la ChaMP Network del Sistema Europeo de Bancos Centrales (SEBC), se han dado algunas pistas al respecto. Para Philipp Hartmann, director general adjunto del Departamento de Investigación del BCE, la primera cuestión clave es saber hasta qué punto la IA aumenta la productividad, algo sobre lo que no existe consenso. “Soy plenamente consciente de que las estimaciones actuales de los efectos esperados en la productividad varían ampliamente, desde cifras muy bajas hasta cifras grandes”, admitió.

Tomando como escenario central un aumento de la productividad, Hartmann prevé un tipo de interés neutral —aquel que deja a la economía en equilibrio, tanto en producción como en precios— más alto. “En otras palabras, las tasas de política monetaria compatibles con la estabilidad de precios tendrían que ser más altas con un crecimiento de la productividad inducido por la IA que sin ella”, resume. Esa realidad, sin embargo, “podría contrarrestarse si la revolución de la IA indujera una mayor desigualdad”, explica, un hecho que anticipan algunas estimaciones sobre los millones de empleos en peligro por la automatización derivada de estas nuevas herramientas. “Si las nuevas tecnologías desplazan empleos existentes más rápido de lo que crean otros nuevos o refuerzan una brecha digital, entonces la desigualdad de ingresos y riqueza podría aumentar, lo que a su vez ejercería presión a la baja sobre la tasa natural”, relata Hartmann.

En la formación de precios, Hartmann se refirió a la incertidumbre sobre si las nuevas tecnologías acabarán ayudando a que determinadas empresas suban los precios según el perfil del comprador. “Las empresas que operan a través de Internet pueden utilizar técnicas de aprendizaje automático para diferenciar precios entre clientes según su comportamiento de búsqueda en línea y su historial de compras. Esto plantea la cuestión del poder de mercado y de si los algoritmos de diferentes empresas competirían entre ellos o aprenderían a coludir”,

¿Inflacionista?

En el estudio presentado por Iñaki Aldasoro, del Banco Internacional de Pagos, se estima que la IA será inicialmente desinflacionaria si sus efectos son inesperados, pero luego, pasada una década, propulsará la inflación medio punto. Eso tendrá su reflejo en la política monetaria, añadiendo un punto a los tipos de interés pasados 15 años. La clave será qué pesa más, si el desempleo que provocará en algunos sectores o las subidas salariales que generará en otros, potencialmente inflacionarias. Por sectores, los más expuestos a la IA son los ligados a la computación, las matemáticas, las finanzas y el apoyo administrativo, y los que menos, la agricultura, la pesca, el transporte y la restauración.

En las intervenciones aparecieron otras inquietudes, como posibles incrementos de los precios de la energía y problemas medioambientales si la IA requiere de un uso muy intensivo de electricidad, una eventual dificultad de transmitir la política monetaria si los precios se vuelven excesivamente cambiantes, y cierto escepticismo sobre si no se estará generando una euforia desmedida en torno a la aparición de la IA. “Fuera de la medicina, los actuales usos de la IA no son todavía tan emocionantes. Una versión mejorada del buscador de Google no crea disrupciones masivas en el mercado trabajo.”, señaló Gertjan Vlieghe, de Millenium Capital. “No es la primera vez en la historia que observamos un cambio tecnológico mayor. Y nunca han provocado un desempleo masivo”, añadió.

Demasiada negatividad

Le replicó el ex eurodiputado Luis Garicano, que en el verano de 2023 regresó a su puesto de profesor en la London School of Economics. Criticó el foco europeo en crear regulaciones demasiado pronto en lugar de liderar la innovación de tecnologías emergentes, y defendió los efectos positivos de la IA frente a unos economistas que tienden a infravalorarla. “A veces somos demasiado negativos sobre la tecnología. Es como estuviéramos ante la llegada de la electricidad y dijéramos: ¡oh no, va a haber cortocircuitos!”. Garicano comparó el fenómeno con la red social Twitter. “Hay gente que se queja de Twitter, de Elon Musk. Pero en mi caso aumenta mi productividad, leo papers y no me encuentro a Musk… Sí, puede que para algunos pueda ser malo, como lo es ver la televisión todo el día”.

Garicano apuntó que uno de cada cinco trabajos en Estados Unidos está expuesto a la IA, y de todas las tareas expuestas, el 23% puede ser realizado por la IA, lo que generaría importantes ahorros, del 15%. “Con su capacidad para resolver problemas a escala, la IA puede cambiar cómo la economía entera está organizada”, aseguró. En ocasiones, las mejoras de bienestar no implicarán subidas de PIB, al alentar que más personas puedan resolver problemas por sí mismas, como cuando se estropea una lavadora y se encuentra la solución a través de la IA, sin necesidad de contratar a nadie. Pero en otros, Garicano augura que producirá ahorros y eficiencias. Por ejemplo, para los hospitales en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades, o para los despachos de abogados si pueden tramitar más herencias o divorcios por hora con menos trabajadores.

Entre las conclusiones que aparecieron, las presentadas por Juan F. Jimeno, del Banco de España, sostienen que los trabajadores más cualificados, y aquellos que viven en ciudades, se benefician más de la IA, que sería complementaria a sus tareas. Según sus cálculos, el 10% de la fuerza laboral europea y el 15% de la estadounidense podría ser sustituida por los sistemas basados en modelos de lenguaje (LLM), que son al menos dos veces más rápidos que los humanos.

Las implicaciones pueden llegar también al propio funcionamiento del BCE, como expuso Omar Rachedi, de Esade y la Universidad Ramon Llull, al preguntar a ChatGPT acerca de qué tipo de tareas que ahora hacen trabajadores del banco podrían desaparecer. “Podría automatizar tareas como el análisis de datos, las previsiones económicas y simulaciones de políticas”, respondió. Para los cargos más cualificados, no ve peligros. “Aunque la IA quizá reduzca la necesidad de personal técnico, la toma de decisiones estratégicas, y de alto nivel por parte de los banqueros centrales seguirá siendo esencial”.

Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.
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