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¿Se ha acabado el recorrido alcista para Wall Street?

Las firmas de análisis ven señales de agotamiento para el índice bursátil por excelencia y prevén menores retornos

Silicon Valley Financial Group
Un operador en la Bolsa de Nueva YorkANGELA WEISS (Getty)
Nuria Salobral

El índice estadounidense S&P 500, el más influyente para la renta variable a nivel mundial, suma este año casi 50 máximos históricos. Con el marcado el pasado viernes, son ya un total de 47 (más de uno por semana) para alimentar un rally incansable que acerca al índice a cerrar su mejor ejercicio del siglo. El S&P 500 acumula un ascenso en 2024 superior al 22%, que se suma al 24,23% del año pasado. Desde los mínimos de la pandemia, cuando se desfondó hacia los 2.200 puntos, remonta un 160%. El S&P 500 no parece conocer el vértigo, menos aún desde que ha calado la idea de que el aterrizaje de la economía de EE UU tras la andanada de subidas de tipos de la Fed será suave y a la vista de que los inversores no flaquean en su confianza en el potencial de la inteligencia artificial. La volatilidad que se espera ante la celebración de las elecciones presidenciales no amenaza con torcer el rumbo alcista, gane quien gane la Casa Blanca, según avanzan las firmas de análisis. Pero sí hay quien también advierte de que semejante rally no tiene más remedio que aflojar y de que, cuanto más alto sube el índice, mayor empieza a ser también el riesgo de caída.

Los avisos no son tremendistas y casi nadie se atreve a poner en duda la senda alcista en el corto plazo. Se trata de llamamientos a la prudencia, como el que acaba de lanzar Citi. El banco estadounidense señalaba este martes que las posiciones alcistas sobre el S&P han alcanzado el nivel más elevado desde mediados de 2023, un punto tras el que a continuación se desató una corrección del 10%, entre los meses de agosto y octubre. “No estamos sugiriendo que los inversores deben empezar a reducir su exposición, pero las posiciones de riesgo aumentan cuando los mercados se amplifican de esa manera”, apuntan desde Citi.

Hay, de hecho, motivos para sujetar las subidas. A diferencia de lo que sucedió durante la corrección del 10% para el S&P en 2023, el mercado cuenta con las bajadas de tipos de la Reserva Federal. Así, las ventas que se dieron entre agosto y octubre de 2023 se dieron precisamente por el temor a que los tipos de interés elevados se prolongaran por más tiempo de lo previsto, ante una inflación que se resistía a caer. Igualmente, najo la sombra de un incansable rally, el 100% de las posiciones bajistas en el S&P 500 están en pérdidas, lo que implica la posibilidad de una subida mayor aún en caso de que se produzca un cierre de cortos: si esos inversores bajistas decidieran cerrar esa apuesta para limitar pérdidas tendrían que compensarla con una apuesta alcista.

Ahora bien, Goldman Sachs acaba de poner el foco en esa menor expectativa de ganancia para el S&P 500. Para el gigante estadounidense de la inversión, los tiempos de las grandes subidas del índice llegan a su fin, en gran parte por agotamiento, en parte por la elevada concentración de las subidas del índice en un puñado de valores y también por la alternativa cada vez más atractiva para el inversor que puede suponer la renta fija. Goldman Sachs espera una rentabilidad anualizada para el S&P 500 en la próxima década del 3%, que contrasta con el 13% de la última década y el 11% del promedio en el largo plazo. La entidad también concede una probabilidad aproximada del 72% de que el índice bursátil vaya por detrás de los bonos del Tesoro y del 33% de quedarse por debajo de la inflación hasta 2034. Su estimación parte de un escenario en el que el bono estadounidense a 10 años se mantiene en el 4% y en que la inflación se sitúa en una media del 2,2%.

“Nuestros análisis históricos muestran que es extremadamente difícil para cualquier compañía mantener niveles elevados de crecimiento en ventas y en márgenes de beneficios durante períodos sostenidos en el tiempo. El mismo problema se aplica a un índice muy concentrado”, señalan en Goldman Sachs. El banco estadounidense añade que, si no fuera por el elevado peso que un puñado de valores -las grandes tecnológicas- tienen en la marcha del índice, la rentabilidad anualizada en la próxima década podría subir al 7%. Es decir, un S&P 500 con una ponderación más equilibrada tendría un mejor comportamiento, del 7%, que el índice actual. Esa rentabilidad anualizada del 7% sería el máximo de una horquilla en la que Goldman también estima, en el extremo contrario, una pérdida del 1%. La ganancia del 3% en la próxima década es el escenario base, pero Goldman reconoce que esa banda posible entre el 7% y el -1% “refleja la incertidumbre inherente a la previsión del futuro”.

SP anualizado

Chris Iggo, director de inversiones de la gestora AXA IM, defiende en todo caso que “los mercados tienen buen aspecto” y que “el escenario de aterrizaje suave sigue en gran medida incuestionable”. En su opinión, las previsiones actuales de beneficios para la renta variable son sólidas. “Para el S&P 500 el consenso es de un crecimiento del 14% durante el próximo año y del 25% para el universo Nasdaq Composite. Un crecimiento del 14% de los beneficios del S&P 500, con el múltiplo actual sin cambios, significaría que podría vislumbrarse un nivel del índice entre 6.100 y 6.200 puntos”, añade Iggo. Más alzas para el próximo año, pero bastante más modestas que este, de entorno al 6%

Para BlackRock, la mayor gestora del mundo, la Bolsa estadounidense sigue siendo una apuesta táctica que sobreponderar por el desarrollo de la inteligencia artificial. Sin embargo, la firma reconoce ser selectiva y estar desplazándose hacia compañías que se beneficien de la aplicación de la IA pero ajenas al sector tecnológico. Con una perspectiva más estratégica, prefiere los mercados emergentes como India o Arabia Saudí, frente a los desarrollados, entre los que destaca a Japón.




Sobre la firma

Nuria Salobral
Es jefa de la sección de Inversión en el fin de semana y redactora especializada en temas financieros y política monetaria. Trabaja en Cinco Días desde 2006, donde ha cubierto la quiebra de Lehman Brothers, el rescate a la banca española o las decisiones del BCE. Nacida en Madrid, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.
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