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Las luces y sombras de las salidas a Bolsa protagonizadas por el capital riesgo

Solo dos de los nueve estrenos de las dos últimas décadas en mercado español escapan a las pérdidas. Amadeus multiplica por seis su valor mientras la alemana Douglas cede un 20% en apenas seis meses

Luminosos de la Bolsa española. EFE
Luminosos de la Bolsa española. EFEAltea Tejido (EFE)
Gema Escribano

Cuatro meses después de que la cadena de cosmética Puig pusiera fin a casi dos años de sequía de salidas a Bolsa en el mercado español, Europastry, el fabricante de masas de panadería congeladas, también había apostado por el parqué para ampliar capital y dar salida a un fondo de capital riesgo. La salida a Bolsa, que ayer se canceló por segunda vez en lo que va de año, preveía la emisión de títulos nuevos por 210 millones y la venta de acciones propias por otros 300 millones ahora en manos del fondo MCH. El reto que tenía por delante era grande: a la incertidumbre de un mercado en el que las tensiones geopolíticas, las expectativas de tipos y las dudas sobre la resiliencia económica marcan el paso, se sumaba el sello del capital riesgo. Elementos que han contribuido a frustrar la operación en el último minuto. Con esta son ya cuatro las veces que el fabricante de masas se ve obligado a dar marcha atrás.

Aunque lo que sustenta el éxito o fracaso de una cotizada son sus fundamentales, la historia reciente demuestra cómo los inversores tienden a desconfiar cuando el que pone a la venta su participación son fondos de capital riesgo. La peor evolución puede explicarse por los elevados precios con los que parten. De las nueve desinversiones de grandes fondos de las dos últimas décadas solo Amadeus y la desaparecida Euskaltel (en 2021 fue absorbida por MásMóvil, ahora integrada en Masorange) son las únicas que registran ganancias. Desde su regreso al parqué en 2010, el proveedor de servicios turísticos multiplica por seis su valor.

Los inversores ponen en cuarentena los estrenos del capital riesgo

Una tendencia mixta que se repite en el exterior. Desde su salida a Bolsa en marzo de 2024 Douglas cede un 23,92% mientras que el fabricante de bota Dr. Martens pierde un 84,9% en sus primeros tres años. La cara opuesta la representan la suiza Galderma y Amer Sports. En sus primeros seis meses como cotizada, la farmacéutica suiza propiedad del fondo EQT se anota un 47,8%. Por su parte, el fabricante de ropa deportiva, que llegó a engrosar la lista de peores estrenos de los dos últimos años, se sacude los números rojos y sube un 40%. El debut de Amer Sport, participada por la china Anta y el fondo de capital riesgo Fountainvest Partners, se vio empañado por la debilidad de la demanda china.

Javier Díaz Izquierdo, analista de Renta 4, reconoce que el mercado es algo más cauteloso con las valoraciones cuando el que hace la desinversión son los grandes fondos. “La OPV de una empresa controlada por un capital riesgo es el paso final. Tratan de maximizar su retorno y si se quedan con una participación tras estreno, aunque estipulen un periodo en el que no puedan vender más, siempre existe un riesgo de sobrevaloración”, subraya.

En la misma línea se mueve Ignacio Cantos, director de inversiones de Atl Capital, que señala que la principal diferencia que existe entre las cotizadas familiares que salen a Bolsa y las que protagonizan los fondos son los objetivos que se persiguen. El experto afirma que cuando una familia hace todos los esfuerzos por sacar a Bolsa la empresa y deciden mantener el control, buscan algo más que la rentabilidad inmediata. Es decir, tratan de ganar notoriedad, acceder a otro tipo de inversores y lograr la financiación necesaria para ampliar el negocio, seguir creciendo y aumentar la cuota de mercado.

Por contra, el capital riesgo tiende a maximizar el beneficio para repartirlo entre los inversores finales. Los fondos aprovechan los momentos de debilidad de las empresas para comprarlas a un precio reducido. Cuando sanean el balance y le devuelven la credibilidad, deshacen sus inversiones y tratan de hacerlo siempre al precio más alto posible. La vida media del capital riesgo en las empresas oscila entre los tres y siete años. “Si maximizas el valor, el recorrido es muy limitado”, destaca Cantos.

Fuentes del mercado señalan que las operaciones protagonizadas por el capital riesgo son vistas con recelo por la gestión value. Es decir, aquella estrategia que invierte en compañías infravaloradas y que tienen un alto potencial de revalorización. Los inversores que siguen este modelo lo hacen a largo plazo y mantienen a las compañías en carteras en un horizonte de cinco años.

Como contrapunto a la desconfianza que puede generar la salida de MCH del capital de Europastry estaba el hecho de que la familia Gallés y la sociedad controlada por el consejero delegado, Jordi Moral, Indinuera, esperan vender una participación minoritaria. Esto es interpretado como una señal de que seguirán trabajando para hacer crecer el valor de la empresa. A corto plazo el riesgo más inmediato pasa por los retrasos en las entregas de envíos al extranjero por el conflicto en Oriente Medio. Los gestores venían poniendo en cuarentena la operación. Al margen de los recelos que genera el capital riesgo, los expertos dudaban de la capacidad de un negocio en el que la competencia era muy elevada.

Sobre la firma

Gema Escribano
Periodista económica, con 13 años de experiencia como redactora. Formó parte de la web de Cinco Días desde 2010 hasta 2017 cuando pasó a integrar la sección de Mercados. Especializada en información bursátil y mercado de deuda. Estudió periodismo en Universidad Carlos III.
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