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¿Tiempo de ahorrar o de endeudarse? La educación financiera marca la diferencia

Los expertos del BCE aseguran que las personas con más conocimientos adaptan sus decisiones más rápidamente a los movimientos de los tipos de interés

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Un hombre mirando las ofertas de una agencia inmobiliaria.David Arquimbau Sinte (EFE)
Álvaro Sánchez

El modo en que cada uno gestiona su dinero está sujeto a numerosos factores de índole personal: encontrar un nuevo empleo, una subida salarial o la recepción de una herencia pueden ser decisivos a la hora de optar por contratar un depósito, invertir o adquirir una vivienda. Pero en las decisiones sobre finanzas personales también influyen circunstancias externas, y entre ellas, la evolución de los tipos de interés se antoja la más determinante, al alterar por completo la rentabilidad que se puede obtener por el ahorro o la factura en intereses al hacerse con una casa.

Por eso, los economistas del Banco Central Europeo Evangelos Charalambakis, Omiros Kouvavas y Pedro Neves han tratado de responder este jueves en el blog de la entidad a una pregunta: ¿reaccionan igual las personas de alta y baja educación financiera a los cambios en el precio del dinero por parte del BCE? La conclusión es que no: los primeros ajustan sus percepciones “más rápidamente” que quienes andan más justos de conocimientos. Y eso les permite dictaminar mejor si es un buen momento para pedir prestado o para ahorrar.

Para llegar a esa tesis, el banco ha estudiado las respuestas mensuales de unas 20.000 personas a la encuesta sobre las expectativas de los consumidores (CES, por sus siglas en inglés), que recopila información sobre las percepciones acerca del momento óptimo para tomar decisiones financieras (como ahorrar y endeudarse) y expectativas sobre los tipos de interés. Y dividió a los participantes en dos grupos según sus respuestas a tres preguntas: los “altamente alfabetizados financieramente”, y los de baja educación financiera.

Una vez segmentados, los resultados muestran que, si bien ambos tenían unas expectativas de subidas de tipos similares, sus respuestas a las preguntas sobre si se trataba de un buen momento para pedir prestado o ahorrar diferían. Mientras que aquellos con altos conocimientos cambiaron con fuerza su modo de pensar en consonancia con las subidas de tipos, reduciendo su percepción sobre el atractivo de pedir una hipotecas desde un porcentaje superior al 50% en enero de 2021 (cuando los tipos estaban en el 0%) a algo más del 10% a finales de 2023 (cuando el precio del dinero ya había llegado a su pico del 4,5%), no ocurrió lo mismo con el grupo de menor educación financiera, que apenas se movió del 30% en la primera fecha a poco más del 20% en la segunda.

Algo similar sucede con las respuestas a la pregunta sobre si es un buen momento para ahorrar. En el grupo de mayor educación financiera, solo un 20% contestaba afirmativamente en enero de 2021, cuando el precio del dinero estaba en tasas históricamente muy bajas y, por tanto, ni la banca ni otros productos conservadores como las letras del Tesoro otorgaban apenas rentabilidad, frente al 45% de finales de 2023, más del doble, cuando había alternativas para colocar el ahorro percibiendo intereses a cambio. En los de menores conocimientos financieros, el cambio apenas se notó en esos dos años en los que la política monetaria dio un vuelco, al crecer solo del 35% a cerca del 40% los que respaldaban la afirmación de que era buen momento para ahorrar.

La conclusión de los analistas a esos datos es clara. “Los hogares con más conocimientos financieros ajustan sus decisiones de ahorro y endeudamiento mucho más rápida y ampliamente que aquellos con menos conocimientos financieros, aunque la dinámica de las expectativas de tasas de interés es similar en ambos grupos”.

El análisis no es un ejercicio académico baldío. Y tiene consecuencias bidireccionales: por un lado, deja entrever que una mejor educación financiera permitirá a los consumidores protegerse de los efectos negativos de las subidas de tipos, al tratar de primar el endeudamiento en momentos de dinero barato para pagar menos intereses, y a su vez favorecer el ahorro cuando más rentabilidad pueden percibir a cambio.

Por otro lado, los expertos del BCE apuntan a que mejorar la educación financiera “podría tener el potencial de apoyar la traducción de las políticas del banco central en acciones por parte de los consumidores”. Es decir, que volvería las subidas y bajadas de tipos más efectivas porque habría un número de personas mayor haciendo justo lo que quiere el BCE: consumir menos cuando la economía se recalienta por la inflación, y tirando más de billetera cuando hay una amenaza de recesión y los precios se colocan muy por debajo de su objetivo de crecimiento del 2%.

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.
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