El Ibex firma su peor semana desde la crisis de Credit Suisse
Los inversores aceleran las ventas por miedo a una recesión en EE UU y el selectivo español se desfonda a los 10.600 puntos
Los inversores empiezan a inquietarse. La debilidad de los resultados combinada con una desaceleración de la economía mayor de lo esperado crea las condiciones perfectas para acelerar el ajuste de las carteras. El apetito por el riesgo disminuye y mientras los inversores deshacen sus posiciones en la Bolsa buscan refugio en la deuda. El dato de empleo de EE UU de julio asestó la puntilla a unas Bolsas que venían dando claras señales de sobrecompra. Después de firmar el jueves su peor sesión en tres meses el Ibex 35 prologó las pérdidas un día más y cedió un 1,67% el viernes. Con el correctivo de las dos primeras sesiones de agosto el selectivo español amplía las pérdidas semanales al 4,42%, su peor balance desde la crisis de Credit Suisse. La Bolsa española que semanas atrás peleaba por retornar a los máximos anuales pone a prueba los 10.600 puntos, mínimos de cuatro meses.
La liquidación de las acciones fue generalizada. Los inversores europeos amanecieron el viernes con las alertas que llegaban desde Asia. Después de que el Nikkei (-5,17%) encajara la peor sesión en cuatro años y el Topix (-6,14%) experimentara el mayor recorte desde 2016, las ventas tuvieron su continuidad en Europa. Unos descensos que se agudizaron después de conocer que la economía estadounidense creó menos empleos de los previsto (114.000 frente a los 175.000 que esperaba el mercado) y que la tasa de paro subió por cuarto mes consecutivo hasta el 4,3%.
El Dax alemán cedió el viernes un 2,33%; el Cac francés se dejó un 1,61%, el FTSE británico restó otro 1,31% y el Mib italiano se hundió un 5,55%, mientras que el Euro Stoxx 50 cayó un 2,67%. “Las malas noticias ya no son buenas noticias para las Bolsas. Estamos en un periodo de debilidad estacional, pero el sentimiento es más frágil debido a los acontecimientos económicos, políticos y geopolíticos”, señala John Lynch, jefe de inversiones para Comerica WM. En agosto, un periodo en el que la negociación de los mercados baja, las sorpresas negativas acaban teniendo un mayor impacto y la volatilidad se dispara.
Los descensos tuvieron su réplica al otros lado del Atlántico. El S&P 500 cedía un 1,84%, en la que es la peor reacción a unos datos de empleo en dos años, mientras el Nasdaq se dejaba un 2,41%. A la debilidad de los últimos datos se suman las caídas de las tecnológicas que acusan el incumplimiento de las expectativas de gigantes como Amazon (-8,78%) y las pérdidas y despidos anunciados por Intel. El fabricante de chips cedió un 26% y firmó la peor sesión de su historia desde que hay registros de Bloomberg, unos descensos que superan los cosechados en septiembre del 2000 (-22%), coincidiendo con la crisis de las puntocom.
El listón para las grandes tecnológicas estaba muy alto y en la campaña del segundo trimestre ha cobrado fuerza la idea de que los costes que requiere la inteligencia artificial son demasiado altos para los beneficios que genera. Tampoco ayudó el viernes las advertencias lanzadas por el hedge fund Elliot Management sobre Nvidia. La firma de inversión con sede en Florida señalaba en una carta a sus clientes que al fabricante de chips de la IA está en “burbuja” y que el nuevo negocio está sobrevalorado y que nunca será rentable, no funcionará bien y que consume demasiada energía. Los descensos tuvieron su réplica en Europa. Las tecnológicas cedieron un 6% el viernes, su peor sesión desde octubre de 2020.
Mientras en Europa y Wall Street el elevado peso de las tecnológicas jugó en contra de los inversores, en el mercado español fueron los bancos los que ejercieron de lastre. Las expectativas de que los bancos centrales tengan que acelerar el recorte de los tipos para evitar un deterioro aún mayor y las acusadas ganancias de los dos últimos años son aprovechadas por los gestores para tomar beneficios antes de irse de vacaciones. Aunque los bancos van a seguir teniendo margen para beneficiarse de los tipos altos, los analistas coinciden en señalar que lo mejor en márgenes ya se ha visto. La rebaja de estimaciones que ha realizado Société Générale viene a confirmar la idea que desde hace unos meses vienen defendiendo los analistas de Bankinter: unos beneficios récord continuados no son sostenibles. Las caídas del 7,78% del sector en la semana, la peor desde el rescate a Credit Suisse, tuvieron su réplica en los bancos españoles. Unicaja cedió un 11,85% en la semana; BBVA, un 11,57%; Sabadell, un 11,45%; Santander, un 10,62%; Bankinter, un 10,56% y CaixaBank, un 10,56%.
Las caídas de la renta variable contrastan con las ganancias de los bonos. La inesperada debilidad que empieza a mostrar la economía estadounidense viene a dar la razón a aquellos que advertían a la Reserva Federal de que llegaba tarde. Después de que su presidente Jerome Powell dejara la puerta abierta a una rebaja de las tasas en septiembre, el mercado da una probabilidad de más del 110% a tres recortes del precio del dinero en lo que resta de año. Es decir, uno por reunión y con la posibilidad que en septiembre en lugar de 25 puntos básicos tengan que ser 50. Las expectativas de normalización monetaria junto a la búsqueda de refugio aceleran la caída de los rendimientos. Un día después de que lo hiciera la referencia a 10 años, el viernes fue el bono con vencimiento en 2024 el que se apeó del 4%, una situación que no se veía desde mayo de 2023, coincidiendo con las sacudidas de la banca regional de EE UU.
Con menor intensidad, pero la caída de las rentabilidades también se reflejó en la deuda europea. El bono español a 10 años hace equilibrios sobre la barrera del 3% mientras la deuda alemana al mismo plazo se sitúa en el 2,17%.
Los descensos también se dejaron sentir en el mercado de materias primas. El temor a una desaceleración más profunda en EE UU y los débiles datos que llegan desde China llevaron al Brent a caer un 4,47% en la semana, hasta los 77,5 dólares, mínimos de seis meses. La falta de entendimiento entre los miembros de la OPEP sobre las restricciones al suministro empujan al oro negro a su cuarta semana consecutiva a la baja. La caída en el precio de las materias primas es un aliado más para contener la inflación y contribuir a la flexibilización de la política monetaria.
Cotizaciones
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