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Claves para pedir un préstamo al consumo y no quedarse atrapado en deudas

Comparar entre entidades, pedir la cantidad justa y comparar siempre la TAE son algunos puntos que destacan los expertos

Ricardo Sobrino
Un cliente en  una oficina bancaria
Un cliente en una oficina bancaria

Pedir un préstamo al consumo puede ser la forma de llegar a fin de mes ante un gasto imprevisto, pagar unas vacaciones o acometer la reforma de la casa. Pero si no se tienen en cuenta ciertas precauciones a la hora de contratarlo, el crédito también puede convertirse en una pesadilla que ate al cliente al banco durante años por la deuda generada.

La primera consideración que recomiendan los expertos es que el cliente tenga claro que puede devolver el préstamo. En ocasiones, solicita liquidez porque no llega a fin de mes y necesita el dinero para afrontar los pagos. En esa situación, el cliente pide un crédito pensando que más adelante conseguirá ingresos extra con los que devolver el dinero. Pero si esos ingresos no llegan y el préstamo no se devuelve, se puede generar una deuda que lleve al cliente a formar parte de una lista de morosos.

Otra de las recomendaciones generales antes de contratar el préstamo es pedir solamente la cantidad de dinero que se necesita. A veces el banco puede ofrecer facilidades para que los clientes acepten una financiación superior a la inicialmente planeada, pero eso genera unos costes innecesarios que no se rentabilizan y que pueden conducir a un exceso de endeudamiento.

Una vez que se ha calculado el importe, se debe comparar entre las ofertas de las distintas entidades financieras. Habitualmente, el banco principal es el que suele ofrecer las mejores condiciones porque es el que tiene acceso a los datos y movimientos y conoce la capacidad financiera del cliente. No obstante, la competencia bancaria en España ha llevado a las entidades a ofrecer mejores ofertas para captar nuevos clientes, por lo que es recomendable cotejar los precios que ofrecen otros bancos. “También hay que mirar qué opciones de amortización parcial o total permite el banco y que sean gratuitas, ya que en la mayoría de casos es conveniente amortizar anticipadamente”, explica Antonio Gallardo, el responsable de estudios de la asociación de consumidores Asufin.

Pedir la TAE para evitar sorpresas

Para evitar el sobreendeudamiento es fundamental ajustar los plazos de devolución. A simple vista, establecer plazos largos con una cuota más baja puede resultar atractivo, pero los plazos más largos también implican pagar más intereses. Los expertos aconsejan seguir una regla: que la cuota de préstamo nunca supere el 30% de los gastos mensuales.

A la hora de estudiar los precios, el dato en el que hay que fijarse es la TAE (Tasa Anual Equivalente), que es el interés real del préstamo. En ocasiones, los bancos promocionan créditos al 0% de interés, pero después aplican una comisión de apertura elevada y el crédito acaba siendo mucho más caro que los precios de mercado. En ese sentido, la TAE recoge todos los gastos del préstamo y el cliente puede calcular cuánto va a pagar sin llevarse sorpresas.

Asufin también recomienda no contratar directamente la financiación en los puntos de venta. “En los comercios o en las agencias de viaje, en el momento de pagar, suelen ofrecer tarjetas de crédito y financiación con unos plazos que a veces puede parecer muy atractivos, pero no sabes que está muy por encima del precio de mercado. Si el cliente tiene planificado un gasto, es mejor que mire de antemano las opciones antes de acudir a los establecimientos”, explica Gallardo.

Igualmente, es recomendable estudiar las condiciones recogidas en la letra pequeña, ya que pueden incluir cláusulas que conlleven más gastos de los esperados. “En este tipo de contrato se suelen recoger bastantes condiciones abusivas, desde no informar correctamente del tipo de interés, la comisión de estudio o de gestión, productos vinculados para asegurar el pago, y otras informaciones elementales que en ocasiones no se ofrecen. La mejor forma de detectarlas es tener la propuesta del contrato, poderlo leer y comparar con otras entidades”, explica la asociación Adicae.

Evitar el crédito ‘revolving’

Existen muchos productos para obtener crédito, pero no es lo mismo un préstamo al consumo tradicional que una tarjeta de crédito o una tarjeta revolving. Este último es un producto mucho más complejo y que suele llevar aparejados unos tipos de interés mucho más altos, en torno al 20%. En ese sentido, la recomendación de los expertos es acudir a un préstamo al consumo y huir de los revolving.

“Sin duda, el producto más abusivo que hay en este momento es la tarjeta o el crédito revolving, donde tienes un límite disponible y puedes ir haciendo uso de él estableciendo una cuota mínima a un interés excesivamente alto. Lamentablemente, este el producto recomendado por la banca. Hacerse una tarjeta de crédito no sería un problema si a final de mes se liquidara el consumo realizado a lo largo del mes”, explica Adicae.

Por otro lado, han proliferado muchas empresas de financiación al margen de los bancos tradicionales. Firmas especializadas en microcréditos y compañías de ‘Compre ahora, pague después’ ofrecen tipos de interés desorbitados que habitualmente se sitúan en el 3.000%, 4.000% y pueden llegar al 59.000%. Mientras las entidades estén registradas en el Banco de España como establecimiento financiero de crédito y ofrezcan la información precontractual, contractual y poscontractual, no debería haber problema. Eso sí, en general, los bancos suelen ofrecer mejores precios. “Los establecimientos financieros suelen ser más caros. Nuestro banco habitual debería ofrecer las mejores condiciones”, concluye el jefe de estudios de Asufin.

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Sobre la firma

Ricardo Sobrino
Graduado en filología italiana y en periodismo. Redactor de la sección Empresas especializado en información bancaria y finanzas. Canterano de CincoDías, se incorporó al periódico en verano de 2018.
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