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El faro del inversor
Tribuna
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El bitcóin: un activo de inversión sin nada de especial

El criptoactivo exhibe el mismo comportamiento que otros activos de riesgo pero carece de propiedades únicas y diferenciadoras

bitcoin
Ilustración de bitcóin.BENOIT TESSIER (REUTERS)

Soy lo suficientemente viejo para recordar al polifacético y ya difunto John McAfee cuando en el verano de 2017 prometió, en la entonces Twitter, desayunarse la parte más externa de su aparato reproductor si el bitcóin no llegaba a tocar los 500.000 dólares para 2020. Afortunadamente para su miembro viril, en 2020 la criptodivisa de referencia fluctuó entre un 94% y un 99% más abajo de lo estimado por él y por tantos otros. De hecho, hoy en día cotiza alrededor de los 40.000 dólares o un 92% por debajo de su predicción.

2017 fue, sin duda, un año vibrante para los bitcoiners. Lo que empezaba el año cotizando alrededor de los 1.000 dólares, acabó el ejercicio en los 14.392 dólares e incluso estuvo a punto de acariciar los 20.000 dólares al calor del lanzamiento del primer contrato de futuro en los mercados de Chicago en el mes de diciembre.

Así, lo que empezó aquel año siendo todavía un desconocido para el gran público, lo cerró en medio de una enorme popularidad con millones de personas hablando de ello en internet, apareciendo en las noticias de las televisiones generalistas y hasta con un primer reconocimiento como activo de inversión por parte de la industria, al ser negociable como derivado.

Es por todo esto que siempre marco el final de 2017 como el momento en el que bitcóin nació como un activo de inversión para las masas. Mucha gente comparte el gráfico de rentabilidad del bitcóin desde su inicio en enero 2009, pero lo cierto es que en sus primeros años solo unos pocos tenían bitcóins, existiendo anécdotas pintorescas como el programador que en 2010 compró dos pizzas pagando 10.000 bitcóins, lo que serían 400 millones de dólares a día de hoy. Desde luego, que yo considere el final de 2017 como el principio desde el cual puede analizarse bitcóin como un activo de inversión, es una arbitrariedad como otra cualquiera, pero es la misma razón por la que no tengo en cuenta el precio del petróleo cuando comenzó a extraerse industrialmente en la década de los sesenta del siglo XIX, cuando nadie sabía lo que era el petróleo y cotizaba, en términos reales, incluso en un nivel superior al precio de 2024. Un activo de inversión para ser activo de inversión, en primer lugar tiene que ser reconocido por las masas y eso solo ocurrió en el bitcóin a partir de la segunda mitad del año 2017.

¿Y qué ha ocurrido con la criptodivisa favorita del mundo desde entonces? Primero, que nadie la utiliza para realizar transacciones, el cual era su cometido original según su whitepaper fundacional. Yo personalmente no conozco a nadie que lo utilice en su día a día. Ni siquiera mis clientes residentes en países reprimidos me pagan en bitcóins, sino, irónicamente, en stablecoins basadas en dólares.

Segundo, y más importante como activo de inversión, que bitcóin tampoco se comporta como un activo refugio contra la impresión de dinero y las ansias confiscatorias de los gobiernos, algo que muchos bitcoiners defienden como su principal valor, queriendo equipararlo al oro, un activo reconocido por ser una buena defensa contra la represión financiera, cuando los tipos de interés de largo plazo no cubren la inflación esperada en ese mismo plazo. Incluso el CEO de BlackRock, Larry Fink, dijo este mes de enero que bitcóin es el oro digital. Sin embargo, lo cierto es que en estos últimos siete años, y podría argumentarse que incluso desde sus inicios, bitcóin brilla más cuando más bajos son los tipos de interés nominales (sin importar los reales) y cuando “se imprime” más dinero, es decir, cuando las autoridades monetarias y fiscales se muestran más laxas. Y esto, en definitiva, no es más que el mismo comportamiento que exhiben otros activos de riesgo como pueden ser las acciones. De hecho, la correlación entre los ETFs triples del Nasdaq y bitcóin es elevadísima en los últimos siete años, así como sus rentabilidades y puntos de inflexión cíclicos más relevantes. Cuando las Bolsas corrigieron en 2020 a causa de los confinamientos impuestos para frenar el avance de la pandemia, bitcóin cotizaba un 80% por debajo de su máximo histórico. Igualmente, cuando la Fed y otros bancos centrales alrededor del mundo comenzaron a subir los tipos de interés en 2022 para frenar la presiones inflacionarias, bitcóin se hundió otro 80% mientras las Bolsas también se encontraban en un mercado bajista.

A esto me refiero cuando digo que el bitcóin no es nada especial. No responde a factores macroeconómicos diferenciadores que le otorguen propiedades únicas. No es una defensa contra la represión financiera, tampoco parece que sea la solución cripto de referencia para hacer pagos desde países reprimidos, sino que más bien parece otra apuesta más sobre la beta y la liquidez del mercado, algo que se puede replicar fácilmente con un ETF triple del Nasdaq. ¿Se puede hacer mucho dinero? Por supuesto, así ha sido estos últimos siete años, aunque también se ha perdido muchísimo dinero y millones de especuladores apalancados han visto sus cuentas liquidadas en los frecuentes crash que se producen en este mercado. Bitcóin puede ser muchas cosas y, como activo de inversión, se puede ganar y perder dinero, pero los últimos siete años como activo de inversión para las masas, no han demostrado que sea nada especial. Abro el paraguas.

Hugo Ferrer es gestor GPM S.V. y director Club Bursátil Confidencial

@contrainvest


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