La ropa en el trabajo: entre la imagen corporativa y el bienestar de los empleados
La vestimenta tiene una clara afectación desde la psicosociología en el trabajo y su impacto en la productividad
La indumentaria laboral, más allá de ser una mera expresión de moda o estatus, aunque a simple vista no lo parezca, se configura como un elemento más de la dinámica del trabajo y la productividad.
Incluso es objeto de conflictos en sede judicial. En este sentido, la reciente Sentencia número 457/2024 del Tribunal Supremo -Sala de lo Social- de 12/03/2024, respalda la decisión de exigir el uso de corbata al personal de seguridad en centros comerciales con aire acondicionado; un pronunciamiento judicial que ha suscitado un debate interesante sobre la indumentaria laboral y su relación con el derecho del trabajo por su impacto en la dignidad, imagen y bienestar de los trabajadores.
Dicha decisión de incluir la corbata como parte del uniforme de verano para los vigilantes de El Corte Inglés, avalada por la Orden INT/318/2011, refleja la importancia que las empresas otorgan a la imagen corporativa. Sin embargo, esta medida ha sido cuestionada por los trabajadores, quienes argumentan que podría comprometer su comodidad y bienestar durante la jornada laboral. El Tribunal Supremo, argumenta que tal requisito no atenta contra la dignidad de los trabajadores y es adecuado dadas las condiciones de trabajo, específicamente en áreas con aire acondicionado y de cara al público.
Como hemos comentado largo y tendido estos últimos días en Laborea Abogados, tanto Vicent Arrandis (CEO/Socio Director) como un servidor, consideramos que la sentencia pone de manifiesto la tensión entre la necesidad de mantener una cierta uniformidad que proyecte profesionalismo y la autonomía personal de los trabajadores en la elección de su vestimenta.
No solo desde el bienestar laboral, la ropa en el trabajo también tiene una clara afectación desde la psicosociología en el trabajo y su impacto en la productividad.
En este orden de ideas, la elección de la vestimenta diaria puede ser una fuente de estrés y fatiga mental, tal como lo demuestran las prácticas de figuras influyentes como Mark Zuckerberg y Steve Jobs, quienes optaron por un estilo de vestir minimalista. Esta decisión, lejos de ser un capricho, responde a una estrategia deliberada para potenciar la concentración y eficiencia, liberando recursos mentales que de otro modo se consumirían en decisiones triviales sobre el atuendo.
¿Por qué no liberar una cantidad de dosis en la elección de ropa? ¿Por qué no simplificarla en mi día a día laboral? Son preguntas que en un momento dado se formularon Jobs o Zuckerberg. Simplificando la idea de la vestimenta, los trabajadores pueden tener reservas y concentrar su energía en tareas más significativas, a no ser que apliquen aquel trozo de canción tan famoso de “antes muerta/o que sencilla/o”.
Desde un prisma económico, la simplificación del vestuario no solo alivia la carga mental, sino que también puede representar un ahorro significativo. Según últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (2015), los gastos anuales en ropa pueden ser considerables, impulsados en gran medida por tendencias efímeras. Así, los hombres gastaban en promedio 196 euros y las mujeres 259 euros al año en ropa. Muchas de estas compras son impulsadas por modas pasajeras. Al adoptar un vestuario más uniforme, se podrían reducir estos gastos.
En el contexto laboral, la uniformidad trasciende la mera eficiencia; promueve la igualdad al minimizar las diferencias socioeconómicas y fortalece la identidad colectiva.
A mayor abundamiento, mientras que la uniformidad puede promover la eficiencia y la igualdad, como se mencionó anteriormente, también es esencial considerar el confort y la funcionalidad de la ropa de trabajo, especialmente en climas cálidos o en entornos donde el aire acondicionado no es suficiente para mitigar el calor.
Los convenios colectivos suelen reflejar esta filosofía al estipular la obligatoriedad de un uniforme o ropa de trabajo específica, que en ocasiones cumple una función protectora como es el Equipo de Protección Individual (EPI). En esta línea, ha de saberse que la ropa de trabajo adquiere dicha categoría de EPI cuando su propósito es salvaguardar al trabajador de riesgos concretos, como es el caso de los trajes de bombero. Sin embargo, un uniforme estándar en sectores como la hostelería, que no busca proteger la salud, no se considera EPI.
En resumidas cuentas, la elección de una indumentaria laboral simplificada no es un lujo reservado para los acaudalados; es una opción viable para cualquier trabajador que desee disminuir su estrés cotidiano y enfocarse en decisiones más significativas. Esta práctica no solo puede elevar la productividad, sino también mejorar el bienestar general del individuo. La sentencia del Tribunal Supremo subraya la importancia de una indumentaria laboral que, si bien debe alinearse con la imagen corporativa, también debe ser adaptable y considerar las necesidades y el bienestar de los trabajadores.
Sin lugar a dudas, la elección de un vestuario simplificado y cómodo puede ser una estrategia efectiva para mejorar la productividad y el bienestar de los empleados, siempre que se respeten las normativas y se mantenga la dignidad y la profesionalidad en el lugar de trabajo.
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