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En colaboración conLa Ley

Ir al grano y no ‘copiar y pegar’: manual para llamar a las puertas del Supremo

Los letrados recomiendan ser concisos y no tener miedo a innovar

 Tribunal Supremo
Tribunal Supremo ULY MARTIN

En el mundo de los abogados, suele decirse que ganar un caso en el Tribunal Supremo es una gesta. Se trata, al menos, de una creencia que avalan los datos. Y es que de los más de 23.000 expedientes que llegaron a las puertas del Alto Tribunal en 2020, menos del 20 por ciento (4.524 asuntos) dieron lugar a una sentencia, tal como reflejan las estadísticas del Poder Judicial. Solo uno de cada diez recursos se materializa en un fallo estimatorio, parcial o totalmente, según los cálculos de la herramienta de analítica jurisprudencial Jurimetría.

Este medio ha preguntado a un grupo de abogados con experiencia qué consejos hay que seguir para llamar a las puertas del Tribunal Supremo. En síntesis, recomiendan ser precisos, ir al grano y estudiar detenidamente los requisitos formales de cada escrito.

Lo primero que hay que saber es que no cualquier asunto puede ser revisado por el Tribunal Supremo. Hay una serie de requisitos y los motivos están tasados por la ley. El recurso tiene “dos fases”, explica Antonio Benítez Ostos, socio director de Administrativando Abogados: la de preparación y la de interposición, cada una con su escrito. La primera funciona como criba. Es en este trámite donde la mayoría de las peticiones decaen.

En muchos casos, la clave para despertar la atención del tribunal radica en demostrar que hay un “interés casacional objetivo”, señala el letrado. Es lo más difícil, porque hay que convencer a los magistrados “que el asunto merece una respuesta por su parte porque no exista jurisprudencia sobre el caso, o porque existen circunstancias cuya valoración entraña mucha subjetividad”, agrega Félix Pastor, socio de De la Riva & Pastor Abogados.

En esta fase, Benítez Ostos recomienda “ser concretos y centrar la cuestión”. Lo deseable es evitar los argumentos vacíos o que se alejen del centro del asunto, coincide Pastor. “Es mejor ser claro, directo, centrar el tema y no desviarse”, señala.

Innovar

La originalidad es un punto a favor. No hay que tener miedo a explorar argumentos que se salgan de lo visto hasta el momento, animan los abogados. “No existen modelos o formularios cuando es un asunto sin precedentes. Es entonces cuando realmente sientes que debes crear algo nuevo, que a buen seguro sentará una jurisprudencia que puede marcar a todo un país”, explica el abogado valenciano Curro Nicolau, CEO de Tecnourban, quien recientemente ganó un caso en la Sala Tercera del Supremo para tumbar las restricciones de la Generalitat Valenciana frente al coronavirus.

No obstante, agrega Nicolau, en este tipo de pleitos las formalidades “son muy importantes y los criterios de admisión muy rigurosos”. Por esa razón, antes de abordar un pleito de este calibre, recomienda estudiar con detenimiento “la viabilidad del recurso”.

Cuestión jurídica

Otro consejo es no perder el tiempo en rebatir unos hechos que ya se han dado por probados. Para José Luis de Castro, socio fundador de De Castro Estudio de Abogados y especialista en litigar en altas instancias judiciales, recurrir ante el Tribunal Supremo implica “un cambio de perspectiva”, donde “la argumentación debe centrarse en la cuestión jurídica que se debate en el proceso, abandonando la discusión sobre los hechos de la controversia”.

Por otra parte, recomienda evitar piruetas lingüísticas. De Castro se inclina más bien por “el lenguaje más claro y sencillo posible, eludiendo tecnicismos y arcaísmos”. Es importante mantener el foco en “el núcleo de la propuesta de interpretación jurídica que se ofrece”, resalta.

María José Segovia, abogada colaboradora en DDHH Abogados, cuenta con más de 24 años de experiencia en recursos frente al Tribunal Supremo en el ámbito penal. Desde su experiencia, recomienda “no subestimar el hecho de que cada motivo de casación tiene sus propios requisitos de forma”. No cumplirlos, asevera, abocará el escrito “a la inadmisión”.

El error formal de un juez también puede abrir las puertas del Tribunal Supremo. Segovia recuerda que una vez consiguieron la anulación de una sentencia porque estaba “firmada solo por dos magistrados, y no por los tres presentes en el acto de juicio oral”. “A veces se ganan casos por detalles como este”, asegura.

Concisión. En 2016, el Tribunal Supremo limitó para la Sala Tercera los escritos de preparación a 15 folios (equivalente a 35.000 caracteres con espacios) y los de interposición a 25 folios (50.000 caracteres). La restricción engloba elementos como notas a pie de página, esquemas y gráficos.

Originalidad. Félix Pastor, socio de De la Riva & Pastor Abogados, resalta la idea de que hay que escribir textos con razonamientos originales y que "huyan del copia y pega", sin dejar de lado, claro está, la jurisprudencia del tribunal. "Se ve muy pronto cuando un escrito responde a un pensamiento propio del autor". Eso es exactamente "lo que busca el tribunal", destaca el experto.

Analogía. Una habilidad útil, aporta el abogado especialista en casación José Luis de Castro, es exportar soluciones propias de otro problema jurídico al caso en concreto, “razonando las correspondientes conexiones de analogía”. Los magistrados tantean así una posible solución al debate interpretativo que se les plantea.

Antecedentes. El interés casacional puede existir porque un órgano judicial se ha apartado deliberadamente de lo dicho por otros jueces para casos semejantes. En estos casos, Antonio Benítez Ostos, de Administrativando Abogados, explica que lo esencial es “aportar las sentencias que hayan recaído en la línea contraria a la dictada”.

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