Justicia predictiva: una solución al ‘pleito masa’
Gracias a las herramientas de jurimetría analítica sería posible descifrar el resultado de una determinada estrategia judicial
El verdadero atractivo de lo irreal, de la ciencia ficción, ya sea en una obra cinematográfica o literaria, en una serie de televisión o en un cómic, es la reflexión que induce al observador: ¿qué ocurriría si fuese cierto? Tras esa pregunta rozamos, a través de la imaginación, la tangibilidad de lo que solamente es mera ensoñación (o no) y, de este modo, alimentamos esperanzas, posibilidades, opciones; en suma: hacemos pronósticos.
El ser humano calcula; lo hace constantemente, cuando toma la decisión de decir algo, y también cuando no lo hace, cuando guarda silencio, cuando espera, cuando pospone y cuando ejecuta. Como seres reflexivos, proyectamos nuestro recorrido vital sobre opciones libremente elegidas —al menos, en un plano formal— que en adelante nos conducirán a nuevas decisiones; una línea de continuidad existencial apoyada sobre el cálculo, la predicción, el error y el acierto. El individuo es matemática aplicada sobre el hecho vital; aritmética de emociones.
La aparición en el marco judicial español —y también en el europeo— de la categoría procesal del «pleito masa» (procedimientos repetitivos e idénticos en los que suelen ventilarse pretensiones mayoritariamente sobre consumo) ha significado un incremento exponencial de la litigiosidad, dando como resultado una incapacidad estructural del sistema para digerir el volumen de demandas presentadas. La imposible asimilación de esta carga de trabajo ha dado lugar a decisiones organizativas diversas (creación de órganos con jurisdicción específica, plantillas de apoyo…) que, sin embargo, no han sido capaces de salvaguardar con la dimensión que se requiere el derecho de cualquier ciudadano a obtener una tutela judicial en un plazo temporal razonable. Y de aquella causa y hasta esta consecuencia, uno de los problemas centrales de la política jurisdiccional ha sido el de poder encajar la litigación en masa dentro de un proceso y una arquitectura judicial que desconocía esta variante multiplicadora del litigio.
La intención del prelegislador de configurar los medios adecuados de solución de controversias como "requisito de procedibilidad", condicionante del acceso de una pretensión a la esfera judicial estricta, la revisión de la planta de la Ley 38/1988, de 28 de diciembre, o el trasvase procedimental de determinados asuntos al juicio verbal, son iniciativas con las que se pretende erradicar los efectos que la irrupción del pleito masa ha tenido en el entorno jurídico-procesal español. Sin embargo, y sin perjuicio de la bondad y pertinencia de las medidas expuestas, una reflexión sensata, y paralela con la preeminencia adquirida por las nuevas tecnologías en el panorama jurisdiccional reciente, habría de aproximarse a cuál debe ser el papel decisivo de las aplicaciones predictivas en la Administración de Justicia contemporánea.
Actualmente, los órganos judiciales manejan una ingente cantidad de datos que, no obstante, se encuentran desabrigados de un tratamiento coherente, lógico, sistematizado y racional. No existe una orientación hacia la utilidad del dato, y la falta de definición estratégica comporta que el Big Data judicial sea una oportunidad desaprovechada para la creación de patrones matemáticos que permitan, no ya un conocimiento exhaustivo del estado real de la Administración de Justicia (horizonte estadístico), sino sobre todo, una opción de previsión respecto de las decisiones judiciales que se adoptan cotidianamente; en definitiva: dibujar un patrón que sirviese de información probabilística a partes, profesionales y órganos.
Gracias a las herramientas de jurimetría analítica, con fundamento algorítmico, sería posible descifrar el resultado de una determinada estrategia judicial, conocer con probabilidad la decisión del órgano, y con esa información, en su caso, evitar un litigio perdido. Desde luego, el desarrollo operativo de este tipo de aplicaciones comporta un tratamiento masivo de datos y el diseño de un algoritmo que alberga el riesgo real de convertir el prejuicio humano en lógica matemática. Sin embargo, desde el respeto a la complejidad de la tarea, la apuesta por la exploración de estas soluciones es hoy más necesaria que nunca. No solo porque ahorrarían elevadísimos costes, sino porque permitirían devolver el proceso y la estructura jurisdiccional a su edificio original, sin menoscabo para las garantías de los justiciables, y reafirmando una máxima que hoy parece olvidada: que la Justicia tardía nunca es Justicia.
Álvaro Perea González, letrado de la Administración de Justicia.