Palos en las ruedas de la economía digital
Existen alternativas regulatorias que favorecen un entorno sostenible para todos los agentes, pero que a su vez impulsan la innovación y la competitividad
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Hemos experimentado en los últimos tiempos una aceleración sin precedentes en el campo de la economía digital. No hay sector de actividad que no se haya sumado a esa tendencia y haya visto cómo a su nombre de pila se le endosaba, casi sin preverlo, el apellido “tech”. Da igual que hablemos del sector financiero (fintech), del asegurador (insuretech), del inmobiliario (proptech), del agropecuario (agrotech), del publicitario (adtech), etc., lo relevante en toda esta historia es que diferentes tecnologías han agitado los cimientos de sectores tradicionales hasta sacarlos de su zona de confort.
Y en España, sea cual sea el sector, parece que la llegada de un nuevo agente siempre se vive con conflicto. Esta situación ha ocurrido históricamente -y ocurrirá- en múltiples sectores y no es muy ajena a la historia de El príncipe destronado de Delibes, donde el hermano mayor trataba sin éxito de llamar la atención de sus padres ante el nacimiento de su hermano menor. Sin embargo, esta tendencia, consustancial al ser humano, admite diferentes posturas legislativas o gubernamentales cuando nos vamos al plano de la macroeconomía. Al transportista no le gusta el carpooling, al fabricante de soportes de grabación no le gusta el streamer y al hotelero no le gusta el couchsurfing. Natural y entendible; hasta ahí todo en orden. Lo que sí podemos -y debemos- hacer a nivel país es valorar cuál debe ser nuestra respuesta, en primer lugar, a nivel legislativo y, en segundo, a nivel judicial, en relación con esos nuevos agentes que algunos ven con recelo.
Un rápido repaso por los últimos cinco años de políticas legislativas en España deja un sabor agridulce en ese sentido, máxime si comparamos esa tendencia con lo acontecido en otros países de nuestro entorno político y cultural. Haciendo un poco de memoria, hemos podido ver cómo empresas del sector de la movilidad se encontraron hace unos años en España con una férrea respuesta por parte del sector del taxi, pero también con una lenta o nula respuesta por parte del legislador español para valorar si su entrada en el país era o no positiva para la competencia y, por ende, para el usuario final.
Igual nos ha pasado con el sector del alojamiento turístico, donde hemos visto cómo la administración pública -local y autonómica- ha sembrado de sanciones administrativas a las plataformas de alojamiento turístico, para que finalmente desde Europa nos hayan tirado de las orejas apoyando la libre competencia en el mercado y la libre operativa, en definitiva, de estos recién llegados. Y así, un sinfín de sectores, agentes y oportunidades donde la historia se repite.
Sin embargo, no todo es, a mi juicio, negativo. Hemos visto recientemente un halo de luz en el legislador español, dando un paso adelante en el campo financiero, en forma de sandbox regulatorio, el cual ha recibido, nada más y nada menos, que 67 proyectos provenientes de fuera y de dentro de nuestras fronteras. Ese es en mi opinión el camino que conduce a la competitividad económica, abriendo la puerta a aquellos que quieren aportar valor a los mercados, bajo la premisa obvia de que todos -viejos y nuevos- jueguen con unas reglas claras.
En ese camino tiene el legislador sobre la mesa ahora otra patata caliente con el tema de los riders y las empresas de delivery. EE.UU. y Europa ya han demostrado que existen alternativas regulatorias que favorecen un entorno sostenible para todos los agentes, pero que a su vez impulsan la innovación y la competitividad. Nuestro legislador está ante una nueva oportunidad de decidir si se sube al tren de lo digital, al que se han montado ya nuestros colegas europeos, o saludar desde la vía y contemplar cómo se aleja en la distancia.
Alejandro Touriño, socio director de ECIJA.