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El FMI y los gestores de fondos avisan del riesgo de burbuja ante el furor de la inteligencia artificial

La institución financiera considera que la Bolsa de EE UU está sobrevalorada un 10% y alerta del riesgo de su concentración en un puñado de empresas

La conversación en los mercados financieros se ha centrado en las últimas semanas en el sobrecalentamiento de la Bolsa mundial, ante el furor que ha generado el desarrollo de la inteligencia artificial (IA). Y el debate no es solo teórico: los profesionales de la inversión consideran, con una mayoría creciente, que considera que hay una burbuja bursátil. Una encuesta divulgada hoy por Bank of America (BofA) apunta que el 54% de los gestores de fondos consultados considera que las acciones tecnológicas están caras, lo que supone un cambio radical con respecto al mes pasado, cuando casi la mitad descartó esas preocupaciones. En este sentido, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advierte hoy en un informe que la renta variable de Estados Unidos cotizan un 10% por encima de lo razonable.

El temor no se limita solo a la Bolsa norteamericana. La proporción de gestores que ve a las acciones globales sobrevaloradas también está en máximos de los últimos años. Con todo,son las acciones estadounidenses las que más han subido, marcando múltiples récords impulsadas por el entusiasmo en torno a la inversión en IA. Nvidia es el ejemplo de esta euforia, con una valoración de 4,5 billones de dólares y una subida del 1.200% en tres años.

Rafael Valera es consejero delegado de la gestora de fondos Buy & Hold, con más de 750 millones de euros bajo gestión. El inversor reconoce que el momento actual “empieza a tener un claro aroma a burbuja tecnológica, con peligrosas reminiscencias de lo ocurrido en el año 2000. No hay más que ver lo que está ocurriendo con Oracle″.

El gestor de fondos se refiere a la histórica revalorización de la compañía, tras anunciar contratos para computación y almacenamiento en la nube, por valor de 500.000 millones de dólares (unos 428.000 millones de euros). El temor no viene solo de esos contratos sino de las participaciones e intereses cruzados de los grandes jugadores de la IA, empezando por OpenAI —el desarrollador del popular motor de búsqueda ChatGPT—, siguiendo por Nvidia —el fabricante de los microchips y tarjetas gráficas que utilizan todos los centros de computación— y acabando con gigantes como Microsoft, Amazon o Meta (dueña de Facebook, Instagram y Whatsapp) que llevan varios trimestres subidos a la ola de la inteligencia artificial.

La encuesta del BofA revela que la burbuja de la inteligencia artificial es considerada por los gestores como el mayor riesgo extremo, seguida por el resurgimiento de la inflación y la preocupación por la pérdida de independencia de la Reserva Federal y la devaluación del dólar. La encuesta se realizó entre el 3 y el 9 de octubre y se encuestó a 166 participantes con 400.000 millones de dólares en activos.

La alarma de recalentamiento también ha sonado en el FMI, que ha avisado en su último informe de estabilidad financiera, divulgado este martes, sobre las elevadas valoraciones y el riesgo que supone la concentración del mercado en un puñado de valores. El organismo con sede en Washington recuerda que los mercados financieros están subiendo más deprisa que las expectativas de beneficios, reflejando un sentimiento inversor boyante. Tal vez, excesivo. En algunas áreas, el optimismo desborda casi toda la experiencia previa: para el S&P 500, el índice que reúne a las mayores cotizadas de Estados Unidos, el PER está en el percentil 96 de la serie histórica, que arranca en 1990. Es decir, solo en un 4% de las ocasiones, en los últimos 35 años, la Bolsa de EE UU ha estado más cara que ahora.

El FMI matiza que, “teniendo en cuenta que la estructura de la economía y los mercados de valores ha evolucionado en las últimas décadas, una simple comparación histórica de los ratios PER futuros puede no proporcionar la evaluación más adecuada de las valoraciones”. Con todo, sus modelos apuntan a que el PER debería ser más bajo, y sugieren que la renta variable norteamericana cotiza actualmente con una sobrevaloración de unos 10 puntos porcentuales por el efecto de la IA. “En varios episodios anteriores la sobrevaloración fue aún mayor; por ejemplo, durante la burbuja de las puntocom a principios de la década de 2000”, apuntan los expertos del fondo.

Hay una preocupación mayor para el FMI: la concentración en la Bolsa estadounidense. Las siete magníficas (Nvidia, Microsoft, Apple, Google, Amazon, Meta y Tesla) suponen el 33% del S&P 500, un récord histórico. En este sentido, la concentración de riesgos sí es superior a la burbuja de 2000. “Ante las importantes inversiones relacionadas con la IA, la posibilidad de que las acciones de gran capitalización no generen los rendimientos esperados para justificar las valoraciones de las acciones podría provocar un deterioro de la confianza de los inversores y hacer que las acciones sean susceptibles de sufrir caídas repentinas”, alerta.

La fibre del oro de la IA

A pesar de la subida generalizada del sector tecnológico norteamericano, algunos gestores de fondos piden hacer distinciones. Juan Gómez Bada, asesor del fondo Avantage Capital, compara el momento actual con la fiebre del oro. “Entonces se abrieron muchas minas, y no todas fueron rentables, pero quienes sí que ganaron fueron los fabricantes de picos, palas y bateas, y eso es exactamente lo que supone Nvidia para la inteligencia artificial, el proveedor de la herramienta necesaria para este tipo de cálculos”. Los estrategas de Goldman Sachs Group también consideran que es demasiado pronto para temer una burbuja tecnológica.

El FMI, no obstante, sigue viendo que la subida de los precios de los activos en un mundo cada vez más incierto es una paradoja: “Los compradores han estado dispuestos a intervenir basándose en la creencia de que cualquier impacto adverso de los aranceles sería temporal. “Como resultado, la volatilidad del mercado en todas las clases de activos ha disminuido, en términos netos, en contraste con la incertidumbre económica, comercial y geopolítica, que sigue siendo elevada”. El organismo resalta que, con los aranceles en máximos de 100 años, “la desaceleración de la economía mundial comienza a hacerse patente a medida que se desvanece el consumo y las inversiones anticipadas”.

La guerra comercial, añade, implica un riesgo adicional que, en general, impacta negativamente en los márgenes de las empresas, como ya recogen las previsiones de los analistas (excepto para las siete magníficas). “Aunque los márgenes de beneficio actuales son elevados en comparación con los niveles medios de la última década, las expectativas de una reducción de los márgenes de beneficio pueden lastrar los precios y las valoraciones de las acciones”, remacha.

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