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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La apuesta de un billón de Altman y los fantasmas de otras burbujas

La desenfrenada carrera de OpenAI por ganar escala a golpe de acuerdos reaviva el miedo a un pinchazo de las grandes expectativas, como avisan ya el FMI o el Banco de Inglaterra

ChatGPT contenido “erótico”
Nuño Rodrigo

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Nvidia se ha comprometido a invertir 100.000 millones en OpenAI para financiar un centro de datos masivo que usará sus chips. La creadora de ChatGPT también ha llegado a un acuerdo con AMD, segundo fabricante del mercado, para adquirir opciones sobre un 10% de la empresa, a cambio de usar sus procesadores. OpenAI también ha firmado un acuerdo similar con Oracle, este valorado en 300.000 millones de dólares, para construir centros de datos que se nutrirán, sorpresa, de los chips de Nvidia.

OpenAI, en virtud de estos acuerdos, desarrollará centros de datos por un valor en torno al billón de dólares; la energía que precisarán (20 gigavatios) es equivalente a la de 20 centrales nucleares, el 15% de la capacidad instalada en España. Eso, para una empresa que pierde dinero y no espera obtener flujos de caja positivos hasta finales de la década. Solo la descomunal escala de estas operaciones llama más la atención que su carácter circular. Si la fiebre por la IA se ha denominado en algún punto una carrera de armamentos, en la que solo sirve ganar a cualquier precio, ahora ha mutado en algo distinto. OpenAI y Nvidia están en el centro de un puzle de relaciones accionariales, financieras y accionariales cruzadas que puede tener sentido, pero aviva los recelos de los inversores más veteranos.

De momento, los pactos han valido para generar sustanciosas ganancias bursátiles en las firmas implicadas (menos en OpenAI, que está en el centro, pero no cotiza). Oracle ganó 200.000 millones de valor en Bolsa en pocas horas, AMD se disparó el 24% en Bolsa... Sobre el papel, todos ganan, ya sean contratos, ya sea la altísima potencia de cálculo que exige cada iteración de los modelos de IA. Suponiendo, y esa es la principal premisa, que la demanda se mantenga. Es decir, que realmente haya tanta necesidad de profundizar los modelos actuales de inteligencia artificial como para dedicar a ello dos decenas de centrales nucleares. La consultora Bain ha calculado que los modelos de IA requerirán medio billón de dólares anuales de inversión en centros de datos, una inversión que, para ser rentable, requeriría de dos billones de dólares al año en gasto en servicios de IA.

Este miércoles, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, y el Banco de Inglaterra alertaron, con apenas horas de diferencia, sobre el riesgo de burbuja financiera y su potencial destructivo. El optimismo del mercado sobre “el potencial de mejora de la productividad de la IA” podría “dar un giro brusco” y afectar a la economía mundial, avisó Georgieva. Ambos repitieron la habitual analogía con la burbuja de principios de 2000. Entonces la mano invisible del mercado acertó en el qué: Internet cambiaría el mundo y la economía, pero erró en el cómo, el cuándo y el cuánto. En aquella época también eran habituales, a menor escala, en la burbuja puntocom entre proveedores de Internet y fabricantes de equipos; También todos estaban en el juego, y todos ganaban. También ocurrió en la Inglaterra victoriana, entonces con los ferrocarriles.

La apuesta al todo o nada de Altman y compañía parte de una promesa: la Inteligencia Artificial General. Es decir, una superinteligencia cuyas aplicaciones no alcanzamos a imaginar, no digamos ya cuantificar. Bajo este prisma cualquier inversión es poca. La realidad actual, empero, es algo más prosaica, el último lanzamiento de OpenAI ha sido Sora 2, una suerte de TikTok de vídeos sintéticos que está a años luz de una revolución económica.

Altman y compañía asombraron al mundo hace casi tres años con los modelos de lenguaje generativo, dando pie a una carrera febril con un camino trazado hasta la meta ya preestablecida. Pero los informáticos tienen más dudas. En una encuesta de la Asociación para el Avance de la IA entre 475 académicos, el 75% de los encuestados consideran improbable que las aproximaciones actuales a la inteligencia artificial lleven a la ansiada IA general.

El propio Altman y Jeff Bezos han asegurado la existencia de una burbuja, justificando, no obstante, sus inversiones en IA por el cambio tecnológico que supondrá, por lo que no se van a quedar atrás. Es la ventaja de ser absurdamente ricos y propietario de unas acciones que multiplican su valor cada trimestre. Otra cosa es cuando tienes que comprarlas a precio de oro. Y son estos inversores finales en cuya fe están depositadas las valoraciones actuales.

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Sobre la firma

Nuño Rodrigo
(Barcelona, 1975) es subdirector de Cinco Días. Licenciado en Economía por la UAM, inició su carrera en CincoDías en 1998, especializándose en información financiera. Ha sido responsable de Mercados, de la edición Fin de semana y de la sección Cinco Sentidos. Redactor jefe a partir de 2007, de 2011 a 2021 se ocupó de la edición digital.
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