Así han cambiado las economías de Ucrania y Rusia tras más de 500 días de guerra

El dirigismo económico y la ayuda internacional salvan las cuentas ucranianas, que sufren por el aumento del gasto en Defensa y la destrucción de su mercado. Rusia aguantó los primeros embates del conflicto, pero la evolución de su economía a corto y medio plazo comienzan a dar signos de debilitamiento

Belén Trincado Aznar

De Alejandro Magno a Vladímir Putin. La guerra siempre ha consistido en disponer de recursos. Desde el proyectil lanzado por una plataforma de artillería hasta los operarios que se encargan de la reconstrucción del socavón, los conflictos bélicos son pozos sin fondo para los recursos humanos, los medios materiales y las cuentas públicas de los países. La prueba más reciente de ello está en Ucrania, pero también en Rusia.

En Kiev, tras la entrada de las tropas rusas en suelo ucraniano en febrero de 2022, las autoridades decretaron la ley marcial, restringieron la convertibilidad de la grivna –la moneda ucraniana– y fijaron el tipo de cambio oficial con el dólar. Además, el Gobierno se apropió de empresas estratégicas y, en materia fiscal, rebajó el IVA en 13 puntos para casi todas las importaciones y el déficit público aumentó del 4% al 16,7% en un año. Todo con un único fin: poner más recursos en el frente.

Ucrania ya era uno de los estados más pobres de Europa y contaba con un PIB per cápita de en torno a 13.000 dólares en 2021. Francisco García Campa, historiador y jurista creador del pódcast Bellumartis, explica que ya en el año 2014, Ucrania perdió las regiones más productivas del país tras la anexión de la península de Crimea por parte de Rusia y la secesión de las regiones del Donbass y Lugansk.

“Sin embargo, históricamente el principal problema de Ucrania son las oligarquías y la corrupción”, argumenta. El observatorio económico Bruegel detalla que tras el 2014 las reformas de las instituciones políticas y la estructura económica comenzaban a dar signos positivos en el país. No obstante, al inicio del conflicto, gran parte de esas reformas quedaron pendientes y el crecimiento retrocedió lo avanzado en los últimos años.

Dirigismo económico

En los días siguientes al 24 de febrero de 2022, el Gobierno liderado por Volodímir Zelensky giró hacia el dirigismo económico. Decretó la ley marcial, por la que el Estado intervenía de manera directa en la vida económica y política del país, todos los hombres de entre 18 y 60 años fueron movilizados y se les impidió abandonar el país sin un permiso especial. Además, se tomó el control de propiedades comunitarias y privadas para las necesidades del Estado. Por ejemplo, el Ejecutivo se apropió de acciones privadas de cinco compañías estratégicas del ámbito energético y de la industria pesada. García Campa asegura que, además, estás empresas estaban controladas por magnates prorusos.

No obstante, las medidas de urgencia no solucionaban el shock que supuso la invasión. En la primera semana de la guerra las exportaciones se detuvieron en seco, afirma Bruegel. El ministro de Hacienda ucraniano anunció que las recaudaciones aduaneras sólo alcanzaban el 15% del nivel anterior a la guerra. A lo largo de 2022, el déficit comercial de bienes se disparó hasta los 15.300 millones de dólares (desde los 6.600 millones de 2021). La balanza de servicios pasó a números rojos, con un déficit de 10.700 millones de dólares en 2022, frente a un superávit de 4.000 millones en 2021.

Además, uno de los sectores más pujantes del país, la agricultura, notó un severo golpe. En 2022, la producción agrícola a precios constantes de 2016 disminuyó un 25% en comparación con 2021, según el Servicio Estatal de Estadística de Ucrania. Uno de los motivos del descenso fue la propia ocupación de territorio. Según el análisis de NASA Harvest, a mediados del año pasado aproximadamente el 22% de terreno agrícola de Ucrania, incluido el 28% de los cultivos de invierno y el 18% de los de verano, estaba bajo control ruso. A ello hay que sumar el aumento en el precio de los insumos, principalmente de los fertilizantes, que ha afectado a los costes de producción en el país.

La imagen muestra el trigo cosechado (harvest crop) alrededor de la ciudad de Bereznehuvate comparado con el trigo sin cosechar (unharvest crops) alrededor del frente (front line) en Velyka Oleksandrivka. La imagen en color natural fue adquirida por el Operational Land Imager (OLI) del Landsat 8. El OLI visualiza los campos a 30 metros por píxel, lo que significa que cada píxel representa un área del tamaño aproximado de un campo de béisbol.NASA

Era necesario estabilizar la balanza de pagos, el mercado de divisas, el sector bancario, los precios internos, el aumento exponencial del déficit. En definitiva: hacer funcionar el estado. Para ello, el Banco Nacional de Ucrania (BNU) devaluó su divisa y la fijó en un tipo de cambio oficial de 29,25 grivnas por 1 dólar. Ello provocó que la diferencia entre el tipo de cambio minorista y el oficial llegará a superar el 15% durante 2022.

Sin embargo, las presiones sobre la moneda ucraniana continuaron a lo largo de los meses y la intervención en la moneda costaba a la autoridad bancaria 4.000 millones de dólares al mes en junio de 2022, por lo que aumentó su devaluación al entorno de las 36,5 grivnas por dólar, el cual todavía se mantiene.

Política Fiscal

En el panorama fiscal, las autoridades reaccionaron a la invasión con rebajas masivas de impuestos. El observatorio Bruegel destaca que se suprimió el impuesto sobre el valor añadido y de los derechos de importación para casi todas las compras al exterior. Entre otras medidas, se eliminaron los impuestos especiales sobre las importaciones de combustible y el tipo del IVA se redujo del 20% al 7%.

Merced a estos grandes descuentos tributarios, en abril de 2022, los ingresos presupuestarios sin contar con las ayudas del exterior se desplomaron un 34,6% interanual, en mayo de 2022, un 15,8% interanual, y en junio de 2022, un 29,1% interanual.

En los primeros compases de la guerra, Ucrania redujo el IVA del 20% al 7%

Estos incentivos fiscales se fueron retirando con el tiempo. Sin embargo, la caída de la recaudación elevó la deuda a niveles récord. Hasta el 81,7% del PIB en 2022, uno de los niveles más altos registrados en la historia de Ucrania, indica Bruegel.

Ayuda exterior

Las medidas locales y el cierre de la economía ucraniana a través de los recursos propios fueron suficientes para evitar la quiebra momentánea del país en los primeros compases de la guerra. En el largo recorrido, por el contrario, las ayudas internacionales son las responsables de que Kiev sigua funcionando. Ejemplo de ello son los ingresos públicos: cayeron un 29,1% interanual en junio, pero gracias a las ayudas internacionales se placó el impacto hasta un retroceso de tan solo el 2,6%, expone Bruegel.

La ayuda exterior prometida, valorada en 168.000 millones de dólares -en torno al 100% del PIB de Ucrania, según los datos del Banco Mundial y el Observatorio de Apoyo a Ucrania del centro de estudios alemán Ifw-, impide el caos macroeconómico. Las subvenciones extranjeras contribuyeron al 9,8% del PIB, o lo que es lo mismo, al 18,4% de los ingresos del gasto público, según los datos del BNU y el Ministerio de Finanzas.

No toda esa ayuda es militar, casi 84.000 millones de dólares consistía en ayuda financiera destinada a pagar los gastos del estado ucraniano. “Una vez superado el shock inicial, la economía vuelve a estabilizarse. Los profesores vuelven a dar clases, trabajan los funcionarios de Hacienda o los médicos. Eso hay que pagarlo”, comenta García Campa.

Enrique Feás, investigador principal del Real Instituto Elcano, explica que esa ayuda es fundamental, ya que transformar una economía agrícola, como la Ucraniana, en una especializada en armamento de alta tecnología es tarea imposible en el corto plazo: “[Para ganar guerras,] ya no se trata de carbón y acero”, precisa Feás.

La economía de guerra ha cambiado mucho. “Antes las economías estaban mucho menos globalizadas, producían para un mercado interno. Ahora las importaciones y exportaciones son fundamentales y los flujos de los mercados financieros son mucho más importantes en la economía, sobre todo cuando la inversión local se volatiliza en un contexto de guerra”, asegura el investigador de Elcano.

La ayuda deberá seguir llegando para que Ucrania pueda seguir pagando nóminas, armamento y asegurar los servicios básicos. El gobernador del Banco Nacional de Ucrania (BNU), Andriy Pyshnyy, aseguró a comienzos de año en una reunión con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que el país necesitaría financiar un déficit de, por lo menos, 38.000 millones de dólares este año con recursos externos.

El colapso demográfico ucraniano

Movilizados. Los últimos datos disponibles ofrecidos por el ministerio de Defensa del país en julio de 2022 estimaban un millón de movilizados en las diferentes ramas del ejército, paramilitares y servicios de seguridad y protección civil.

Éxodo. No obstante, el país ha perdido casi diez millones de habitantes en los últimos dos años y la tasa de paro se ha disparado hasta el 20,9% del total de la fuerza de trabajo desde el 9,8% en 2021. La recuperación de la mano de obra es uno de los grandes retos de Ucrania, cuyo ministerio de Economía estima que necesitará 4,5 millones de trabajadores en la próxima década para reconstruir el país.

Seguridad Social. Las cotizaciones a la Seguridad Social, no obstante, crecieron un 21,8% intearnual, pese a los millones de refugiados y la caída de los salarios. Bruegel indica que la principal fuente de crecimiento del impuesto sobre nóminas fue el aumento de remuneraciones a los militares.

Rusia: la economía que soportó la hecatombe mejor de lo esperado

El otro contendiente ha sido Rusia. Al inicio de la invasión, el bloque Occidental en su conjunto levantó sanciones sin precedentes a Moscú para ahogar su economía. Algunas instituciones internacionales como el FMI o el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo pronosticaron caídas de la economía rusa de entre un 8,5% y un 10%; que la inflación creciera un 24% y el desempleo un 9,3%. No obstante, el país dirigido por Vladímir Putin aguantó el golpe y restringió el deterioro de la economía al 2,1%. El resto de los indicadores macroeconómicos también soportaron mejor de lo esperado el declive.

Desde Bruegel aseguran que la aproximación conservadora de la política fiscal y monetaria antes de la guerra y una buena calibración durante la misma ayudaron a Rusia en los momentos clave. Además, el precio tan elevado de los hidrocarburos durante los últimos años mejoró los ingresos de las grandes exportaciones de materias primas rusas, a las cuales se le sumó una dilatación de las sanciones a estos productos por parte de países dependientes, muchos de ellos en Europa.

La primera oleada de sanciones financieras inmovilizaron aproximadamente la mitad de las reservas internacionales de Rusia, unos 300.000 millones de dólares, que aislaron a parte del sector bancario ruso del SWIFT 6, lo que generó una salida masiva de capitales desde las fronteras rusas.

El rublo cayó en picado hasta el nivel más bajo de su historia, a 0,007 rublos por 1 dólar a comienzos de marzo de 2022. El Gobierno ruso y la autoridad bancaria del país introdujeron restricciones a las transacciones de capital y por cuenta corriente para frenar el pánico, destacan las fuentes utilizadas por Bruegel. Simultáneamente, el Banco de Rusia elevó su tipo de interés oficial al 20%, aunque bajo progresivamente el precio del dinero desde abril hasta rondar el 7,5%, para luego volver a subirlo al 8,5% en julio.

Estas medidas contribuyeron a estabilizar la situación en el mercado de divisas, lo que permitió detener el posible impacto inflacionista de la depreciación del tipo de cambio. Según las estimaciones del FMI, la inflación anual aumentó hasta el 12,4% en diciembre de 2023.

¿La resistencia llega a su fin?

La sorprendentemente buena situación macroeconómica de Rusia en 2022 ha empezado a deteriorarse en 2023. Los datos fiscales preliminares del Ministerio de Hacienda ruso para el primer semestre de 2023 confirman una tendencia a la baja, impulsada por el descenso de los precios mundiales del petróleo y el gas natural y el aumento de los costes de la guerra. En comparación con el mismo periodo de 2022, los ingresos del presupuesto federal disminuyeron un 11,7% y los ingresos procedentes de los hidrocarburos disminuyeron un 47%. Por su parte, los gastos federales aumentaron un 19,5%, de los cuales las adquisiciones del Estado aumentaron un 50,6%. Dentro de este último monto se encontraría la compra de armamento.

Bruegel destaca que Moscú ha conseguido evitar la desestabilización macroeconómica y financiera, ha minimizado las pérdidas de producción y ha conservado recursos para continuar su agresión contra Ucrania durante el primer año de guerra y la primera parte del actual ejercicio. No obstante, el devenir de la economía rusa está ligado al devenir de los precios energéticos, de la evolución de sus relaciones con China.

Las sanciones son otro punto de ataque del G7 y los países Occidentales a Rusia. Si bien estos castigos comenzaron a producirse tras la ocupación de la península de Crimea en 2014, la invasión de Ucrania no ha hecho más que disparar el número y el alcance de las mismas. Las sanciones abarcan desde la limitación del precio del petróleo ruso que ha establecido el G-7 hasta el veto a la compra de productos o de componentes extranjeros si estos utilizan equipos, herramientas o programas informáticos estadounidenses.

Sus efectos ya se notan en la economía rusa, aunque en Bruegel indica que su efecto ha venido retardado por la tardanza de muchas sanciones, principalmente a los hidrocarburos. Además, Moscú también ha encontrado formas de eludir esas cortapisas. La Free Russian Fundation asegura que en un sector clave como es el de los chips, el Kremlin “no solo ha seguido importando semiconductores y circuitos electrónicos integrados, ha aumentado sus compras drásticamente”. Por ejemplo, Reuters recogió en una publicación que Rusia habría recibido, al menos, 414 millones de euros en productos de la compañía estadounidense Intel entre abril y octubre de 2022.

No obstante, la economista de Julius Baer, Stephanie Kennedy, explica que la última subida de 3,5 puntos porcentuales hasta el 12% de los tipos de interés de esta semana derivan del impacto que están teniendo, precisamente, “las sanciones Occidentales, la limitación del precio del petróleo ruso y el aumento de las importaciones”.

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