El adiós de Tavares a Stellantis: entre la presión italiana y la debacle norteamericana
La salida del consejero delegado del segundo productor de automóviles europeo y cuarto del mundo es una victoria para el Gobierno de Meloni. El nuevo CEO tendrá que conocer el mercado americano, donde más está sufriendo la compañía, y saber lidiar con Italia y Francia
Los resultados mandan. Así es en el fútbol, en la vida y, por supuesto, en las empresas, y Carlos Tavares lo sabe. Este portugués de 66 años es reconocido en el sector del automóvil por asumir la reconstrucción de un grupo PSA sumido en una grave crisis en 2014, con rescate del Gobierno francés mediante, y luego pilotar con éxito la mayor fusión del automóvil de los últimos años entre PSA y Fiat-Chrysler, que se materializó con la creación de Stellantis en 2021. Ahora, el gigante que Tavares ayudó a crear, el cuarto mayor productor de coches del mundo con un variado abanico de marcas (Citroën, Peugeot, Jeep, Fiat, Alfa Romeo, RAM, entre otras), ha decidido echarle después de un par de ejercicios de cuantiosos incrementos de beneficios y una bajada dramática de estos en el primer semestre de 2024, con una caída del 48,3%, hasta los 5.647 millones.
Tras esas pésimas cifras, algo que admitió el propio Tavares durante la presentación de resultados en verano, estuvo el exceso de inventario que la compañía tiene en Norteamérica, su principal mercado tras Europa, algo que la empresa busca reducir. En el tercer trimestre, esta circunstancia hizo caer los envíos de la compañía un 20%, mientras los concesionarios del grupo daban salida a sus vehículos. La lógica dice que la persona que vaya a sustituirlo será alguien (probablemente un hombre, ya que hablamos de un sector muy masculinizado como el automóvil, en el que cuesta encontrar mujeres en puestos de mando) que conozca la idiosincrasia del mercado estadounidense, donde el vehículo eléctrico va más lento que en Europa y China, y en el que en poco más de un mes asumirá como presidente Donald Trump, quien amenaza con una nueva guerra comercial con China y Europa que afectaría de lleno al automóvil.
Al mal momento en Estados Unidos hay que sumar la guerra abierta entre Italia y Tavares, por el vaciamiento constante de las fábricas italianas. Según informan los sindicatos de ese país, la actividad de las fábricas transalpinas se ha reducido un 41%, un dato dramático para el sector del automóvil italiano que depende casi exclusivamente de Stellantis, poseedor de marcas históricas del país y su mayor productor nacional. El motivo principal de esta reducción se debe principalmente a una cuestión de costes: Stellantis prefiere hacer coches en países como Marruecos o Polonia, mucho más baratos, e incluso en España, que cuenta con tres plantas de primer nivel del grupo y que el año pasado superaron el millón de coches fabricados, que es más que todo lo que ensambló Italia el año pasado (unos 880.000 coches, según la Organización Internacional de Fabricantes de Vehículos, por sus siglas en inglés). El peso de Italia en los próximos pasos a seguir de Stellantis es capital, ya que la familia Agnelli es el mayor accionista del grupo con un 14,87% de los títulos a través de su brazo inversor Exor.
Habrá que ver si la marcha de Tavares puede afectar o no a los planes del grupo Stellantis en España, donde la compañía quiere construir una planta de baterías en una joint venture con la china CATL en Zaragoza, y además traer su plataforma de producción STLA Small en Vigo y la capital maña. Entre ambas iniciativas supondrán una inversión superior a los 4.000 millones, como cuenta este lunes CincoDías.
Por último, la tríada de poderes en Stellantis la completa Francia, accionista del consorcio con un 6,37% de los títulos, quien también tendrá algo que decir en la elección del futuro líder de la compañía. Desde el pasado octubre, cuando la automovilística informó de que comenzaría la búsqueda de un nuevo CEO (la salida de Tavares estaba estipulada para principios de 2026), hay un rumor extendido en el sector de que Luca de Meo, actual CEO de Renault, podría ser el elegido.
Este italiano cuenta con un currículum envidiable en el que destaca la creación de la marca Cupra en 2018, cuando era CEO de Seat, una firma que apenas seis años después de su nacimiento se ha convertido en una pieza clave para la firma de origen español perteneciente al grupo Volkswagen. Tras su paso por Seat, asumió los mandos de Renault en enero de 2020, compañía a la que logró pilotar con éxito en medio de fuertes turbulencias con el estallido de la pandemia, la posterior crisis de microchips, la guerra de Ucrania (obligó a la compañía del rombo a irse de Rusia, hasta entonces su principal mercado tras Francia) y la llegada de una fuerte competencia desde China en el ámbito del vehículo eléctrico. De Meo puede decir con el pecho inflado de orgullo que dirige a la única automovilística europea que mantiene sus previsiones financieras para este año.
Stellantis ha dicho que el proceso de selección se llevará a cabo durante el primer semestre del año que viene, aunque parece lógico pensar que la decisión no se demorará demasiado tiempo: los mercados, que han recibido muy mal la repentina salida del líder, no tienen tanta paciencia.