El conflicto entre Italia y Stellantis no cesa: Meloni retira las ayudas a su gran planta de baterías
La gigafactoría que la compañía planeaba levantar junto a Mercedes-Benz en Térmoli, se queda sin fondos públicos después de que se detuviera la obra a principios de año
El enfrentamiento entre el Gobierno italiano comandado por Giorgia Meloni y su mayor fabricante de coches, Stellantis, ha sumado este martes un nuevo capítulo. El ejecutivo italiano ha retirado las ayudas públicas que había asignado al proyecto de ACC, una empresa cuyos principales accionistas son Stellantis y Mercedes-Benz, para la construcción de una planta de baterías en Térmoli, en la costa este italiana. El motivo es el parón de los trabajos para la construcción de la gigafactoría a principios de año y no ofrecer un cronograma claro de cuándo estos se reanudarían, debido a la débil demanda del coche eléctrico en Europa. ACC también había suspendido los trabajos en la planta que proyecta levantar en Kaiserslautern, en el suroeste de Alemania.
El dinero que iba a ir destinado a este proyecto se desviará a otras iniciativas industriales verdes, según ha aclarado el ministro de industria italiano, Adolfo Urso. Por su parte, el director ejecutivo de ACC, Yann Vincent, ha tratado de restarle importancia a la decisión del Ejecutivo italiano y ha señalado que las conversaciones sobre posibles planes de financiación públicos de la gigafactoría se reanudarán en la primera mitad del próximo año. “Entiendo la decisión de Italia de asignar los fondos de manera diferente en este momento (...) Si volvemos a verlos el año que viene con un proyecto para una batería más barata que funcione, para la que tenemos clientes, tenemos la confirmación de que el estado italiano nos ayudará”, ha indicado Vincent.
La suspensión momentánea de este proyecto se produce en un momento delicado para la industria del automóvil europea, que atraviesa una zona de turbulencias debido al estancamiento del crecimiento del vehículo eléctrico y la aparición de potentes competidores chinos que van ganando peso en los mercados del Viejo Continente. Si bien el que ha mostrado mayores signos de debilidad en este contexto es Volkswagen, que incluso se plantea el cierre de fábricas en Alemania, Stellantis ha tenido un mal primer semestre con una caída de beneficios de casi el 50%.
“Los resultados del primer semestre de 2024 no están a la altura de nuestras expectativas, lo que refleja tanto un contexto desafiante de la industria como nuestras propias dificultades operativas. Si bien se necesitaban y se están tomando medidas correctivas para abordar estos problemas, también hemos iniciado una gran ofensiva de producto, con al menos 20 nuevos vehículos que se lanzarán este año, lo que nos ofrece aún mayores oportunidades si se aplica con éxito. Tenemos mucho trabajo por hacer”, dijo el consejero delegado de Stellantis, Carlos Tavares, durante la presentación de resultados.
Stellantis, que cuenta con un peso importante de Italia en su accionariado por la familia Agnelli, había prometido al Ejecutivo de Meloni incrementar su producción en el país para llevar su fabricación nacional al millón de coches anuales. Sin embargo, la automovilística parece ir en el sentido contrario con un desplome del 63% de la actividad en la planta de Mirafiori en Turín por la baja demanda de su Fiat 500 eléctrico. La semana pasada, el grupo dijo que planeaba detener la producción del vehículo nuevamente durante el próximo mes debido a la falta de pedidos en Europa. En el conjunto de fábricas italianas, el sindicato de trabajadores del automóvil Fim-Cisl informó de que en el primer semestre la producción de Stellantis se redujo un 36% y que de seguir así la compañía terminaría ensamblando unos 500.000 vehículos en Italia en 2024, lejos de los 751.000 que hizo en 2023.
El motivo de esta caída es la ya mencionada bajada de la demanda de coches eléctricos, pero lo cierto es que Stellantis también ha estado desviando producción a otros países más baratos como Polonia, que se quedó con la fabricación del T03 de la marca china Leapmotor, en la que Stellantis ha invertido 1.500 millones para quedarse con los derechos de fabricación y venta fuera de China. Ese país también se quedó con la producción de un modelo de Alfa Romeo, que en principio iba a llamarse ‘Milano’, pero al que el Gobierno de Meloni obligó a cambiar de nombre por el de ‘Junior’, para que los clientes no pensaran que este se fabricaba en Italia. Este país del este europeo también se quedó con el ensamblaje del Fiat 600, al que el Ejecutivo obligó a retirarle la bandera italiana por el mismo motivo.