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Intrahistoria de una crisis: Oliu pidió a Torres dos años de espera para plantear una fusión de Sabadell y BBVA

Los dos ejecutivos mantuvieron una cumbre a mediados de abril, que no tuvo continuidad por la filtración de las conversaciones

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El presidente del BBVA, Carlos Torres, durante la junta General de accionistas de la entidad bancaria.Miguel Toña (EFE)

El cortejo del BBVA al Sabadell saltó por los aires, como tantas relaciones de pareja, por los tiempos. Los contactos se produjeron a lo largo del mes de abril. Al menos uno fue presencial entre Carlos Torres y Josep Oliu, presidentes de ambas entidades. Desde una parte, ese encuentro se reviste de toda gravedad y se le concede carta de naturaleza. Desde otra, se trataría de una mera interacción después de una reunión de la patronal bancaria. Fuentes conocedoras del mismo explican que, pese a la coincidencia entre ambos actores respecto a la conveniencia de la operación y a la necesidad de que, en línea con los requerimientos del Banco Central Europeo (BCE), las entidades se integren para ganar escala, había una diferencia radical en los plazos. El Sabadell piensa que tiene un proyecto propio que desarrollar. “El banco tiene dos años de recorrido en solitario antes de sentarse a hablar”, dijo el catalán. El BBVA necesita una boda ya.

Fuentes próximas a ambas entidades coinciden en un elemento clave de aquella charla. Oliu se mostró mucho más esquivo que en 2020, cuando ambas partes estuvieron cerca de cerrar un acuerdo. El catalán, un experimentado banquero de más de 74 años, fue tentado por Torres con una jubilación honrosa. El BBVA recuperaba la oferta de hace un trienio, que pasaba por incorporar a tres ejecutivos del banco catalán en su consejo de administración y reservaba un puesto de privilegio, el de vicepresidente, para que Oliu terminase su trayectoria con honores. En el aire quedaba, eso sí, el papel de los muñidores del éxito de la buena marcha de la entidad, del consejero delegado, César González-Bueno, al director financiero, Leopoldo Alvear, pasando por el resto de la cúpula directiva.

Oliu exhibió fortaleza y dejó claro que no iba a rogar a los inquilinos de La Vela, la sede corporativa del BBVA. Los datos le avalaban. Otras fuentes consultadas discrepan de ello. Consideran que Oliu tuvo claro desde el principio que el Sabadell había probado sobradamente que tenía futuro en solitario. Su estrategia, en este inicio, fue “dar largas” a Torres e ir demorando la transacción. A eso atribuyen ese marco temporal de dos años. Torres trató de acotar algo el calendario para evitar que Oliu demorase sine die la transacción.

El presidente de BBVA fijó una fecha: el 30 de abril. Se trataba de poner sobre la mesa una primera oferta e identificar los márgenes de mejora. En 2020, movió ficha Sabadell, con una cotización equivalente a apenas un 20% de su valor libros y en el foco de los analistas. La incorporación de César González-Bueno como consejero delegado tras colapsar aquel intento de fusión no solo ha permitido crear valor y dar la vuelta al banco, sino mejorar su autoestima y la sensación de que hay proyecto propio. En este caso, en 2024, la iniciativa partió del BBVA. Agotado el proyecto estadounidense y con demasiado riesgo acumulado en países emergentes como Mexico y Turquía, el Sabadell mejora radicalmente su relato y le pasa de pantalla. La filtración de los contactos, empero, en vísperas de la reunión decisiva, zarandeó el proceso.

La elección del último día de abril no fue casual. Un día antes, BBVA había presentado sus resultados del primer trimestre y la semana anterior —el 25 de abril, dos días después de la festividad de Sant Jordi— Sabadell había hecho lo propio. La ley constriñe los movimientos que pueden hacer los bancos durante los 15 días anteriores a presentar resultados para que las cuentas no queden adulteradas.

Las espectaculares cifras que presentó el Sabadell encendieron el nerviosismo en BBVA. Tras un año récord, entre enero y marzo el banco catalán ganó 308 millones, el 50% más que en el mismo periodo del año anterior. La euforia se desató en los mercados y el Sabadell llegó a la cita marcada con BBVA tras acumular una subida en Bolsa de más del 6% en los tres días bursátiles que separaron las dos citas. Cada céntimo que el Sabadell ganaba en Bolsa hacía menos interesante la oferta que se estaba pergeñando en La Vela, dado que esta está compuesta únicamente en acciones y su atractivo varía cada minuto según avance la cotización de ambas entidades.

La tensión era ya elevadísima cuando llegó el 30 de abril. “Revelado: BBVA, el gigante bancario español, está en las etapas iniciales de trabajo con asesores, incluido JP Morgan, en una oferta en acciones por Sabadell, su rival bancario español y dueño del británico TSB, en el que será una de las mayores operaciones del sector en años”. La cuenta de X (antiguo Twitter) de Mark Kleinman, un reportero de la cadena de televisión británica Sky News, una vía fuera de las vías tradicionales del Madrid financiero, destapaba la operación en un mensaje publicado a las 13.16h. Al poco, BBVA admitía la noticia en un hecho relevante enviado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y, después, el Sabadell reconocía que había recibido, a las 13.43 horas, “una propuesta escrita indicativa” para abordar la fusión.

La cita prevista para ese día entre Torres y Oliu se canceló de inmediato. El Sabadell se tomó su tiempo para responder. Contrató asesores y solo dio su veredicto una semana después. Este fue que consideraba que la oferta, a razón de una acción del BBVA por cada 4,83 títulos del Sabadell, infravaloraba el valor del banco.

Son muchas las teorías que corren por los centros de poder del Madrid financiero sobré quién es el responsable de la filtración. Desde el entorno del BBVA se apunta al Sabadell, que utilizó sus conexiones británicas a través del TSB británico para dinamitarlo todo. Por el lado del Sabadell, indican que en realidad la filtración les pilló más a ellos con el pie cambiado. Los portavoces oficiales de este banco negaban la transacción hasta que fue ya evidente y el banco se vio obligado a poner en suspenso las reuniones con inversores previstas para la semana que viene. Ven, en cambio, un intento del BBVA de cortar la racha alcista en Bolsa.

Torres y Oliu no se han vuelto a ver las caras desde esa primera cita de mediados de abril. A partir de ahí, su relación ha sido meramente epistolar. Torres le remitió por carta su oferta de fusión y después un email el pasado domingo por la noche, que el Sabadell terminó haciendo público, en el que aseguraba que no iba a mejorar la puja. Oliu le ha respondido a ambas con un comunicado público en el que rechaza la oferta. Torres decidió ir a por todas entonces, con la opa hostil que registró el jueves y que ha sacudido el panorama financiero y político en España. El Sabadell le contestó con la acusación de que la oferta vulneraba la norma de opas.

Todo ello en la recta final de la campaña para las elecciones catalanas del domingo. Carlos Torres, en la rueda de prensa del jueves, admitió que, a todas luces, no era el momento idóneo de un movimiento de este calado. Pero también considera que la tensión política no parece que vaya a frenarse en los días posteriores a los comicios. Tenía que actuar rápido.

La relación no solo entre los dos bancos, sino entre los ejecutivos parece rota completamente. Es algo muy poco habitual en el sector financiero español, más en dos entidades que departen en la misma mesa en la patronal del sector, la AEB. Están obligados a entenderse en este foro por el bien del sector, con una reputación aún dañada y aún inmerso en una pelea con el Gobierno a cuenta del impuesto a la banca.

El plazo por delante hasta que se resuelva la opa será largo y es muy probable que los dos ejecutivos se vuelvan a ver las caras estos meses, aunque solo sea por obligación. En alguno de esos encuentros fortuitos puede surgir la chispa para que vuelvan a la mesa de negociaciones y terminen encontrando una salida pactada. Torres ha dejado alguna puerta abierta. En la conferencia de analistas no aclaró si aún contempla incorporar a miembros del Sabadell a su consejo de administración con un muy catalán “ahora no toca”. Tanto en la conferencia con analistas como en la rueda de prensa posterior se deshizo en elogios para la reciente marcha del Sabadell: “El banco está en una mucho mejor forma, con un balance mucho más fuerte”.

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