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Basf planea invertir más de 500 millones en una nueva factoría en Tarragona

El grupo tiene pendiente de aprobación su gran proyecto de reciclaje de baterías de Europa, que levantará en España

Basf
Petroquímica de BASF en La Canonja (Tarragona).Gianluca Battista
Dani Cordero

Basf, el mayor grupo químico del mundo, planea una inversión de más de 500 millones de euros en España para construir una planta de reciclaje de baterías para coches. Se localizaría en Tarragona y se convertiría en la gran instalación europea de esas condiciones, capaz de recuperar níquel, cobalto, litio, cobre y manganeso. Preguntado por EL PAÍS, un portavoz de la compañía confirmó la operación, aunque no el coste, si bien remarcó que el proyecto espera todavía “la decisión final de inversión”. Basf ha conseguido al menos tres paquetes de ayudas públicas por un importe conjunto de 125 millones de euros para las instalaciones. En la documentación presentada ante la Comisión Europea, la empresa considera la actividad que llevará a cabo en las nuevas instalaciones “el primer proceso de reciclaje de baterías comerciales de su tipo a escala industrial”.

Diversas fuentes conocedoras del proyecto de Basf, que piden permanecer en el anonimato, aseguran que el proyecto del conglomerado alemán ha ido creciendo con el tiempo y el coste de su puesta en marcha, pese a partir desde los 500 millones de euros, podría aproximarse a los 700 millones. Dependerá del tamaño que acabe asumiendo el grupo alemán, si lo acaba sacando adelante. De momento, Tarragona ya no tiene competencia europea para llevarse la inversión y las instalaciones serían uno de los buques insignia de las políticas de descarbonización en las que trabaja Basf. El grupo calcula que permitiría evitar un 58% de las emisiones que supone la minería vinculada a las celdas de baterías que montan los coches. Y acabaría dando empleo a dos centenares de trabajadores en el Polígono Petroquímico de Tarragona.

Según la información publicada por las autoridades comunitarias, la intención era iniciar los trabajos de construcción en enero de este año para que la instalación pudiera empezar a trabajar en 2028. La dilación se explica por la revisión del capítulo de inversiones en la que está inmerso el gigante alemán, que en 2022 ya anunció un plan de ajustes tras no cumplir con sus previsiones: se ha visto aquejada por el conflicto de la invasión rusa de Ucrania, el incremento de precios global y el enfriamiento de la economía alemana.

En diciembre pasado, en una reunión con analistas, el presidente del grupo, Martin Brudermüller, confirmó que las inversiones productivas se reducirían en 4.000 millones de euros entre 2023 y 2027, si bien una cuarta parte ya se preveía conseguir el pasado año. Esas reservas, no obstante, pueden chocar con otra cuestión más favorable con el proyecto catalán: el giro que está realizando el grupo hacia actividades más vinculadas con la sostenibilidad. Y parte de los objetivos de descarbonización están centrados en el transporte y en la venta de vehículos eléctricos, cuyas baterías son uno de los puntos débiles de Europa, que no ha empezado a explotar minas ni se ha asegurado la provisión de la materia prima con terceros países. La fábrica de Basf tendría una capacidad para reciclar 120.000 toneladas de baterías al año (la batería de un coche pesa hoy como máximo 500 kilos, lo que supone el equivalente a unas 240.000 baterías) al fin de su ciclo de vida.

La compañía ha puesto en marcha este año una planta piloto que debería ser el modelo de aprendizaje para Tarragona. La instalación, ubicada en Schwarzheide (en el Estado alemán de Brandenburgo), tiene una capacidad anual de 30.000 toneladas y figura entre los proyectos de innovación seleccionados por la Unión Europea. Lo mismo sucede con el proyecto en Cataluña, que tiene asignados 100 millones de euros como ayuda de innovación.

Además, el Ministerio de Industria le adjudicó en noviembre 15,8 millones a través del Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica del vehículo eléctrico (Perte-VEC) en la línea enfocada al desarrollo de baterías (en un principio el proyecto fue rechazado y se salvó en la repesca final) y la Generalitat ha aportado otros 11,25 millones a través de su Programa Alto Impacto. “Tenemos en cuenta múltiples criterios a la hora de tomar decisiones de inversión y no solo los basamos en compromisos de financiación individuales”, remarca el portavoz de la compañía para remarcar que la inversión se encuentra todavía en la fase de análisis. Pese a ser conocidos los planes de la empresa, no había trascendido la magnitud de la inversión, que Basf prevé comunicar solo cuando la tenga aprobada totalmente.

Proyecto estratégico

La Generalitat ha considerado “estratégico” el proyecto, fórmula con la que podía modificar el plan director urbanístico del polígono petroquímico para incluir las nuevas instalaciones en donde antes Basf preveía construir una terminal ferroviaria con salida al puerto de Tarragona. Algunas fuentes señalan que tanto el proyecto de Basf como una ecoplanta para convertir residuos urbanos en metanol, compartida por Repsol y Enerkem, serán el santo y seña de la reconversión a partir de 2028 de la nueva etapa que vivirá el polígono petroquímico de Tarragona, con mayor protagonismo de negocios vinculados a la descarbonización.

Pero sobre todo jugará un papel esencial en la industria del coche eléctrico, próximo a fábricas de vehículos (la de Seat en Martorell, la de Ford en Almussafes o la de Volkswagen en Landaben son las más próximas), pero más importante todavía: tendrá la fábrica de celdas de baterías de Sagunto que desarrolla Grupo Volkswagen a 230 kilómetros y, si sale adelante, la de Stellantis en Figueruelas a 260 kilómetros. Y el puerto de Tarragona asegura la llegada y salida de material a través del mar. Con las minas de litio de Extremadura en punto muerto, su construcción la convertiría en el primer foco de materia prima para el coche eléctrico en España.

Desde el punto de vista del mercado, su puesta en marcha todavía no urge. Las ventas de vehículos eléctricos no son ni mucho menos mayoritarias en Europa, por lo que el número de baterías que acaban su ciclo de vida es todavía escaso. Pero el Pacto Verde Europeo prevé poner en circulación 13 millones de automóviles de cero o bajas emisiones en 2025. Ante la alta demanda de las materias primas prevista para los próximos años y la incapacidad de rebajar su precio en el mercado, el reciclaje es visto por la industria como una oportunidad en Europa.

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Sobre la firma

Dani Cordero
Es integrante de la redacción de EL PAÍS en Barcelona, donde ha desempeñado diferentes roles durante más de diez años. Licenciado en Periodismo por la Universidad Ramon Llull, ha cursado el programa de desarrollo directivo del IESE y ha pasado por las redacciones de 'Ara', 'Público', 'El Mundo' y 'Expansión'. 

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