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Turismo

En busca de una cura para el síndrome de Venecia

Las ciudades europeas exploran la fórmula para mantener los ingresos generados por el sector y evitar sus efectos adversos. Turistificación y turismofobia: el éxito de los destinos urbanos plantea un nuevo escenario donde viajeros y vecinos deben convivir

La plaza de San Marcos, en el centro de Venecia.
La plaza de San Marcos, en el centro de Venecia.Maremagnum (Getty Images)

Venecia pide auxilio y cobra entrada. El Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco, que acaba de inau­gurar su sesión anual en Riad (Arabia Saudí), volverá a debatir si incluye o no a la urbe italiana en la lista del Patrimonio Mundial en Peligro. La ciudad de los canales se ha convertido en el emblema del turismo de masas, o aquel que todos los destinos parecen querer evitar.

Desde el ayuntamiento veneciano han tomado cartas en el asunto imponiendo un impuesto al turista con el fin de paliar la incontrolable llegada de visitantes cada día. Este es solo un ejemplo de una tendencia, pues son varias las capitales europeas que empiezan a adoptar medidas concretas para controlar el turismo y limitar sus consecuencias negativas. El peligro a morir de éxito.

La gran pregunta

Sobre todo por las subidas en los precios del alquiler y de la cesta básica de la compra, la desaparición de negocios tradicionales en virtud de tiendas de souvenirs, ruidos y fiestas, manadas de turistas por las calles o el éxodo vecinal a la periferia. En definitiva, la degradación de la calidad de vida en determinadas zonas urbanas de poblaciones como Barcelona, Madrid, Roma o Ámsterdam.

Las ciudades temen que el “síndrome de Venecia las acabe contagiando”, como lo define el periodista Xavier Canalis, autor del libro Turisme i turistes. De l’hospitalitat a l’hostilitat. Sin embargo, también hablamos de lugares donde el sector es una de las principales fuentes de ingresos y generación de empleo.

En el caso de España, por ejemplo, supone el 12,2% del PIB. “Su importancia es aún mayor en la economía de las ciudades”, según José Manuel Fernández Terán, socio responsable de turismo en la consultora PwC. Se eleva al 16% del producto interior bruto en 20 urbes, según un estudio elaborado por Urbantur.

Se plantea así un dilema. “Y no se puede renunciar a esta contribución”, como sugiere Pedro Aznar, profesor de la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas (Esade). Mantener los ingresos y reducir los efectos indeseables es el objetivo de los entes públicos, obligados a entenderse con los privados. Para los expertos, esta es “la pregunta del millón”. ¿Cómo se consigue?

La respuesta no es esperanzadora. “A día de hoy, no hay un modelo de ciudad que diga “lo hemos conseguido”, según Aznar. Lo que sí existen son acciones comunes que se están llevando a cabo en diferentes destinos para adaptarse a este nuevo escenario donde una tendencia está clara: “El turismo va a seguir creciendo”, asegura Manuel Molina, director de Hosteltur.

¿En cifras? En el primer trimestre de este año, 235 millones de turistas hicieron viajes internacionales, que suponen más del doble que en el mismo periodo de 2022, según datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT). Las llegadas internacionales alcanzaron el 80% de los niveles anteriores a la pandemia en esos tres meses. España, en concreto, recibió cerca de 37,5 millones de turistas internacionales en el primer semestre del año, un 23,7% más que en 2022, recoge el Instituto Nacional de Estadística (INE). “Hemos vuelto al negocio”, apunta Aznar, de Esade. “La demanda turística en las ciudades europeas ha retomado la normalidad”.

El auge del turismo urbano plantea una nueva realidad donde viajeros y vecinos deben convivir bajo la oscura sombra de la turistificación y la turismofobia. “Ha habido ciudades como Londres, Barcelona o Venecia que se han caracterizado por atraer a una gran cantidad de turistas y por generar un alto índice de frustración”, apunta Santiago Tejedor, codirector del Máster de Periodismo de Viajes de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Las expectativas no se corresponden con la experiencia a nivel cualitativo vivido durante el viaje”. En otras palabras, apostar por la calidad en lugar de la cantidad es más necesario que nunca.

Más regulación

Desestacionalizar el turismo para repartirlo durante todo el año, proponer nuevos recorridos en la ciudad para evitar aglomeraciones en los lugares de siempre, establecer una capacidad máxima de visitantes o fomentar un mayor gasto en el destino. “Porque no interesa el volumen, interesa la aportación al turismo que hace el visitante”, añade Aznar.

La teoría suena bien, pero en la práctica no es fácil y los resultados aún son una incógnita. En lo que coinciden todos los expertos es que se necesita una regulación por parte del sector público, pero nunca de espaldas al privado. “Debe haber un acuerdo entre ambas partes para definir cómo quieren regular la afluencia de turistas en el destino”, opina Luis Buzzi, socio responsable de turismo y ocio de KPMG en España.

Convertirse en “ciudades inteligentes” es ahora el principal reto de los destinos más populares de Europa. Esto sucede, según Julio Mangas, profesor del Máster en Marketing y Turismo de Lujo de ESIC, “cuando la inversión social, las comunicaciones e infraestructuras conviven en armonía con el desarrollo económico y sostenible”.

Convertirse en “ciudades inteligentes” es ahora el principal reto

También con el turismo, por supuesto, ya que no podemos pensar en urbes solo para sus ciudadanos sin contemplar las exigencias de turistas e inversores del sector. “Para ello, se deben impulsar y ajustar los planes estratégicos de las ciudades al contexto actual”, agrega Fernández Terán, de PwC. Se busca “la cura al síndrome de Venecia”, que están explorando diferentes urbes europeas.

Tributos disuasorios

Venecia acaba de poner precio a su acceso. El consistorio de la capital de la región del Véneto, en el norte de Italia, ha anunciado que cobrará 5 euros por entrar en la ciudad a partir de 2024. Esta medida tiene como objetivo fomentar las estancias largas en detrimento del turismo de un solo día.

La capital del Véneto cobrará 5 euros por entrar en la urbe a partir de 2024

El ayuntamiento de la metrópoli italiana ha aprobado esta resolución, o “contribución de acceso”, que obliga a pagar este tributo a todos los visitantes que lleguen a la ciudad, incluidos los que lo hagan en crucero, con el fin de desalentar el turismo diario de masas a partir de la próxima primavera. Es el primer destino del mundo que establece este tipo de medida.

Ámsterdam prohíbe el atraque de cruceros desde julio

Otro caso donde los cruceristas aparecen como los malos de la película es el de Ámsterdam. En julio, la capital neerlandesa decidió prohibir la entrada de cruceros en su puerto. El consistorio amsterdamés votó a favor de cerrar la terminal a las navieras para restringir así el atraque de grandes buques en el centro de la metrópoli. Según Bloomberg, Ámsterdam recibe cientos de cruceros cada año y alrededor de 700.000 pasajeros. Pero no es la única medida que han implementado desde el cabildo para combatir el turismo indeseado. Bajo el eslogan Stay away (mantente alejado), se ha pretendido en los últimos meses disuadir al turista británico que acude a la ciudad en busca de sexo, drogas y diversión desaforada.

Visitantes en la avenida Damrak, cerca de la Estación Central de Ámsterdam.
Visitantes en la avenida Damrak, cerca de la Estación Central de Ámsterdam.thehague (Getty Images)

El lujo, al rescate

Monumentos como el Coliseo, la Sagrada Familia o la Torre Eiffel parecen condenados a soportar el asedio turístico. En este sentido, el Gobierno de Grecia ha anunciado que el número de turistas autorizados a visitar la Acrópolis de Atenas se limitará a 20.000 personas diarias a partir de la primavera de 2024. Este monumento recibe una media de 23.000 visitantes al día. Pero si hablamos de problemas asociados al turismo sin control, hablamos de Barcelona.

Turistas en el Parque Güell, uno de los monumentos más visitados de Barcelona.
Turistas en el Parque Güell, uno de los monumentos más visitados de Barcelona.J. M.M.

Tourists go home (turistas iros a casa) es el mensaje que aparece en las pancartas repartidas por los barrios más concurridos de la Ciudad Condal, que registró el año pasado 9,7 millones de visitantes.

Más allá de eslóganes y movimientos vecinales, el ayuntamiento de la capital catalana tomó hace unos años la controvertida decisión de limitar la concesión de licencias hoteleras, además de frenar la expansión de las viviendas de uso turístico.

Por su parte, Madrid, en los últimos años, ha puesto el foco en el que muchos consideran como uno de los principales paladines para combatir el turismo de masas y fomentar el de calidad. Con la llegada de marcas como Four Seasons, Edition o Mandarin, la urbe ha mostrado su apuesta por el sector de lujo, o atraer al visitante que genera poco impacto pero mucho gasto. “Para final de año se espera que la ciudad tenga más de 2.700 habitaciones de lujo, lo que supondrá un incremento del 51% con respecto a los últimos diez años”, señala el responsable del área de turismo de PwC en España, Fernández Terán.

El turismo prémium, la apuesta de Madrid para combatir el de masas

Vista de la plaza Mayor de Madrid.
Vista de la plaza Mayor de Madrid.Travelpix Ltd (Getty Images)

La fórmula del éxito se plantea aún como una utopía donde cada destino se enfrenta a una realidad diferente con medidas concretas a las necesidades de su territorio. “Se tiene que buscar una estrategia a medio, largo y larguísimo plazo que involucre a todas las partes”, aconseja Manuel Molina, fundador de Hosteltur. Pero, sobre todo, que sea real. “Si lo abordamos solo desde la teoría, todo esto se queda en un libro en blanco”.

Efectos negativos y tendencias

Alquileres. Una de las consecuencias más evidentes del auge del turismo urbano es la subida del precio de los alquileres entre 2019 y 2020. Un estudio publicado por Revitur revela que el coste aumentó un 9,1% en el centro de las ciudades españolas, mientras que se mantuvo en el 0,5% en el resto de la urbe. 

Alojamiento. Entre 2010 y 2019 las plazas de alojamiento turístico en España pasaron de 350.000 a casi 800.000, según el informe Urbantur 2022, elaborado por Exceltur. “El principal problema es que este cambio se ha producido de manera desestructurada y con una regulación que no se ha adaptado a la velocidad que el sector necesita”. Así lo entiende José Manuel Fernández Terán, socio responsable de turismo en PwC. De acuerdo con Inside­Airbnb, en 2022, de un total de 17.000 anuncios de Airbnb, solo 8.000 de ellos contaban con licencia.

Intercambio. En contraposición, ha surgido en los últimos años una nueva tendencia en el sector turístico: intercambiar casa. “Somos diametralmente opuestos al concepto de Airbnb, sencillamente porque no compartimos la misma visión de la vivienda y el turismo”, expone Charles-Edouard Girard, presidente de Home­Exchange. Este portal “fomenta un turismo más sostenible” donde el viajero intercambia su casa con otros que desean conocer el destino. El portal cuenta con 120.000 usuarios a escala mundial, de los que 17.646 se encuentran en España. Después de Francia, el mercado español es el más relevante para la marca, según su portavoz, Pilar Manrique.

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