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Bayer busca en Sevilla la clave del negocio agroalimentario

Invierte 43 millones de euros en I+D en España y la mitad va a agricultura. Ensaya en un área de 48 hectáreas la adaptación de los cultivos al cambio climático

Una trabajadora en la estación experimental de Bayer en El Ejido (Almería).
Una trabajadora en la estación experimental de Bayer en El Ejido (Almería).

La clave del negocio agroalimentario pasa por Brenes (Sevilla), La Mojonera y El Ejido (Almería) y el campo de Cartagena (Murcia). La multinacional Bayer prueba en ubicaciones de clima mediterráneo, que aseguran condiciones ideales todo el año, el paso de la agricultura sostenible a la agricultura regenerativa. Consiste en producir más con menos recursos, pero acompañado por la mejora de las explotaciones agrarias y su entorno. Es un plan para cuadrar el círculo: cosechar más con menos agua y menos químicos de cultivos capaces de hacer frente al cambio climático. No es altruismo; es negocio.

El cambio climático, explica Richard Borreani, director de Asuntos Públicos de Bayer Crop Science en España, “va a disminuir las cosechas a nivel general un 17% en los próximos años”. Una mala cuenta cuando la humanidad camina decididamente -año 2050- hacia los 10.000 millones de personas que necesitan alimentos. Para un grupo como Bayer, avanzar en la ecuación equivale a atraer un tsunami de beneficios.

La apuesta de la multinacional farmacéutica y agroquímica es lógica. La compañía compró en 2018 el grupo norteamericano Monsanto por más de 58.000 millones de euros. Y con Monsanto adquirió su línea de herbicidas a base de glifosatos -cuestionados por la Organización Mundial de la Salud- que ha resultado ser un lastre financiero para el grupo alemán. Bayer ha sufrido una lluvia de demandas judiciales en Estados Unidos y un duro golpe en Bolsa. Así que mientras sufre -espera una fuerte depreciación de los activos relacionados con el glifosato-, la multinacional se ha puesto las pilas para encontrar nuevos productos fitosanitarios y nuevos modelos de producción agrícola.

El gigante alemán persigue nuevos fitosanitarios tras el quebranto ligado al glifosato

El glifosato está autorizado en la UE hasta el 15 de diciembre de 2023. El pasado año, la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA) concluyó que no cumplía con los criterios científicos para ser clasificado como sustancia cancerígena, mutagénica o reprotóxica. Y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha seguido los criterios de ECHA en su propia evaluación de riesgos. Borreani destaca que el criterio de la agencia europea “abre la puerta a que la Comisión Europea renueve la autorización” del producto.

Mientras se aclara el horizonte, Bayer ensaya los nuevos modelos de producción agrícola en Brenes, El Ejido y Cartagena. Son modelos que van más allá de la simple producción de alimentos. Todo está centrado en la mejora y la restauración de los ecosistemas, tanto agrícolas como naturales. En 2022, Bayer invirtió 43 millones de euros en I+D en España y la mitad de ellos fueron al área de agricultura.

La UE quiere que la producción ecológica llegue al 30% de las tierras en 2030

En Sevilla, Bayer trabaja un área de sembrado y experimentación de 38 hectáreas en las que un equipo especializado analiza los retos agrarios más urgentes: adaptación de cultivos al cambio climático, uso racional de los recursos naturales y sostenibilidad. Las condiciones climatológicas permiten experimentar con numerosos cultivos a través de ‘microparcelas’: olivar, frutos rojos, maíz, cereales, hortalizas, fruta de hueso y hasta cítricos. La actividad en el centro de Brenes se mantiene durante todo el año. Es la única instalación de Bayer que se lo puede permitir. Una ventaja que se coordina, además, con otros cuatro centros de investigación que la multinacional posee en Francia, Alemania, Ucrania y África del Sur.

En el centro sevillano se realizan cada año centenares de ensayos con diferentes moléculas para comprobar su eficiencia en la fase de sembrado de los distintos cultivos. Uno de los productos de la nueva generación es Vynyty Citrus, destinado a la protección de los cítricos contra el cotonet y el piojo rojo. Funciona a base de feromonas. Para agricultores de zonas como Valencia, donde la plaga del cotonet de les valls (insectos que no sobrepasan los 5 milímetros en estadío adulto) lleva años causando estragos en los cultivos de cítricos. Según un estudio técnico de AVA-Asaja, el impacto de este insecto en la campaña citrícola 2020/21 superó los 113 millones en pérdidas directas (78,7 millones en la provincia de Castellón, 31,5 millones en Valencia y 3,6 millones en Alicante). Una solución es un cheque en blanco en rentabilidad.

La búsqueda de productos compatibles con una agricultura más natural es crucial para el sector agrario. También para las empresas como Bayer, Corteva, Syngenta o BASF. Entre otras cosas porque la política de la UE (de la Granja a la Mesa) persigue que la producción ecológica llegue al 25 % de las tierras agrícolas en 2030.

2.000 millones de habitantes más en tres décadas

Producción. La población va a aumentar en más de 2.000 millones en las próximas tres décadas y para poder atender sus necesidades alimentarias -lo que incluye alimentar las granjas de ganado-, se estima que habrá que producir un 60% más de alimentos. Eso en una superficie cultivable cada vez más reducida y con un clima cambiante. Hay amenazas en el horizonte y el sector agroalimentario es muy sensible. Basta con echar un vistazo a las consecuencias de la guerra en Ucrania.  El bloqueo ruso al acuerdo de exportación del cereal ucraniano ha dejado temblando al sector, que teme escasez, subidas generalizadas en los productos de alimentación y un importante aumento de la especulación.



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