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Villar Mir, accionista histórico de OHLA, sale de la empresa que fundó

El grupo vende el 7% después de 36 años en la compañía; el fondo Tyrus Capital alcanza el 7,09%

Javier Fernández Magariño
Juan Miguel Villar Mir, expresidente de OHL
Juan Miguel Villar Mir, expresidente de OHLCinco Días

Momento histórico en el sector español de la construcción. Uno de los empresarios de referencia desde los años ochenta, Juan Miguel Villar Mir (Madrid, 1931), ha ejecutado su salida con el traspaso de la participación minoritaria que conservaba en OHLA, la empresa que forjó en 1987 a base de comprar constructoras a precio de derribo.

Grupo Villar Mir ha desaparecido de la lista de accionistas de OHLA depositada en los registros de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). El paquete, que la familia Villar Mir tutelaba a través de la filial Inmobiliaria Espacio, apenas era del 7,09% y cae ahora a una posición testimonial 0,001%. Es el fondo monegasco Tyrus Capital, acreedor de Grupo Villar Mir, el que toma las acciones de los fundadores. En el consejo de administración sigue sentándose como dominical el hijo mayor de Juan Miguel, Juan Villar-Mir de Fuentes, quien sucedió al “patrón” en la presidencia primero de la constructora (2016) y después del holding familiar (2021). Con junta de accionistas prevista para el próximo mes de mayo, se da por descontado que el representante de Grupo Villar Mir no seguirá por mucho tiempo.

OHLA se mantiene entre las seis grandes constructoras cotizadas pese a haber estado contra las cuerdas durante años. Su capitalización bursátil es diez veces inferior a los 3.000 millones que llegó a valer; su presencia en Estados Unidos explica parte del milagro de supervivencia. En el mejor de sus momentos, la compañía brillaba como referencia mundial en el sector de las autopistas, negocio con el que llegó a cotizar en México y que puso en sus manos el papel de accionista industrial de Abertis. OHL también destacaba en las grandes ligas de la construcción: “Cuanto más grandes y complejos, más nos gustan los proyectos”, repetía una y otra vez el presidente ante analistas, inversores, periodistas, políticos o empleados.

Y fue en México donde comenzó a resquebrajarse el imperio entre casos de supuestos sobornos y fraudes contables en las concesiones de grandes autopistas que, judicialmente, quedaron en nada. Pero Villar Mir había perdido buena parte de su credibilidad y el mercado dio la espalda a su empresa de infraestructuras, con la que también tuvo mando en la inmobiliaria Colonial.

De la política a la empresa

Un joven Juan Miguel había ocupado entre 1975 y 1976 el ministerio de Hacienda del Gobierno de Carlos Arias Navarro. “Fue el primer Ejecutivo de la monarquia”, matizaba cuando se le familiarizaba con el franquismo. Quien fue alumno del colegio madrileño del Pilar había cerrado una carrera excelente como estudiante de ingeniería.

Después del efímero paso por la política, Villar Mir tuvo puestos en la administración, como el de subdirector de Puertos en 1964, y la presidencia de Altos Hornos de Vizcaya a finales de esa década. Años después decidió seguir por libre : compró Obrascon en 1987 por una peseta, precisamente a Altos Hornos de Vizcaya; se hizo con Huarte en 1996, y un año después se quedó Laín. El grupo tenía ya sus tres patas y comenzó a dar réditos de forma casi inmediata.

La crisis financiera atropelló a OHL con fuertes posiciones deudoras, presión que subió aguas arriba y atenazaba a un holding en el que figuraban otros gigantes como Fertiberia o Ferroatlántica. Entre las soluciones posibles, Villar Mir se apoyó en Tyrus Capital, que desembarcó en OHL en 2015 con un 8,4% en el marco de una ampliación de capital por 1.000 millones.

Los aplausos que Villar Mir solía recibir en cada junta de accionistas, cuando contaba con más del 50% del capital y se agolpaban los dividendos, comenzaron a tornarse murmullos, quejas y algún que otro abucheo. La acción se desplomaba y los continuos esfuerzos de los accionistas, incluido el propio Grupo Villar Mir, no cerraban la sangría. El empresario, uno de los referentes de la clase empresarial y amigo personal del hoy rey emérito, Juan Carlos I, también se vio mezclado en casos de corrupción en España de los que salió sin cargos: caso Lezo, tren de Navalcarnero o el de Son Espases.

El salvavidas de Tyrus

En noviembre de 2016, Tyrus y los Villar Mir renovaron el pacto y durante dos agónicos años la familia fue elevando su dependencia del que se convirtió en su salvavidas. Las acciones en OHL respaldaron cada uno de los apoyos recibidos, incluida la refinanciación de 2018 por la que Grupo Villar Mir obtuvo 323 millones de liquidez de un grupo de acreedores con Tyrus al frente.

Finalizada la crisis financiera, OHL no fue capaz de remontar. La compañía constructora cerró 2018 con 1.529 millones de euros en rojo, frente a los 12 millones de un año antes. Además, las dificultades financieras habían pulverizado su calificación crediticia (rating) hasta situarse por debajo del bono basura, y el propietario no acertaba con la elección del consejero delegado. Por ese despacho pasaron Juan Osuna, Josep Piqué y el que consideraba pupilo, Tomás García Madrid, hasta que se ha consolidado José Antonio Fernández Gallar.

Todo ello hizo necesario en 2021 un plan de recapitalización y la entrada de un nuevo accionista de control, la familia mexicana Amodio, dueña de la pequeña constructora Caabsa, con la que la española intentó una fusión que se vio frustrada por el estallido de la pandemia.

OHL pasó a denominarse OHLA y el nuevo accionista hizo valer su 25,9% para tomar la presidencia. Los Villar Mir cayeron del 33,3% de entonces al 14,6% y, posteriormente, al 7,09%. Los Amodio, por su parte, entraron con la misión de “reducir costes y mejorar la eficiencia operativa; devolver el equilibrio entre tenedores de bonos y accionistas, restaurar la colaboración con los bancos y volver a una senda de beneficios que permita el fortalecimiento y crecimiento de la compañía”. Dos años después, el grifo del dividendo continúa cerrado.

El cambio al frente del timón de OHL sucedió al que se produjo en FCC, también herida de muerte cuando la compró el magnate mexicano Carlos Slim. Hoy esta referencia de la construcción y servicios está completamente saneada y luce con su política de remuneración al accionista.

Todo el simbolismo que rodeó al forjador de OHL, marqués y eterno candidato a la presidencia del Real Madrid, acabó desvaneciéndose. La torre en el norte de la Castellana fue vendida a un inversor asiático; grandes desarrollos como el de Mayakobá, en México, cambiaron de manos; los hijos de Villar Mir perdierdon toda influencia en la gestión, y el holding familiar quedó con una posición deudora con la que fue su constructora de 129 millones. La nueva OHLA reconoció una parte como irrecuperable, aceptando como pago la firma de hormigones Pacadar, entre otros activos.

OHLA sigue una estricta dieta desde entonces, lanzando en estos momentos el enésimo plan de desinversiones: saldrán el área de servicios, la participación en el hospital Chum de Montreal o el desarrollo comercial y hotelero de Canalejas (Madrid). Las métricas operativas, eso sí, acompañan a la actual dirección y muestran que la recuperación total es posible. Los Villar Mir, eso sí, ya no probarán esas esperadas mieles. Bajo el paraguas de Grupo Villar Mir continúan el 47% de la cotizada en EE UU Ferroglobe y la inmobiliaria Espacio. Por el camino quedaron OHL, Fertiberia, Colonial, Abertis o la cartera de renovables de Villar Mir Energía.

El decano de los constructores

Como Juan Miguel Villar Mir no había otro en la construcción. Conocía hasta la última señal de tráfico de la menor de sus autopistas; tenía influencia en la banca, con especiales lazos con el Santander; aterrizaba con su avión privado en cualquier aeropuerto de Oriente Medio y era tratado con honores; llegó a sentarse entre los más grandes en México o Brasil. Su empresa representaba el éxito de la internacionalización de la construcción casi como ninguna otra. En la obra pública convivía con otros notables como Florentino Pérez, Rafael del Pino o los Entrecanales.

A toro pasado, muchos en el sector hablaron de un exceso de riesgo en los proyectos; de litigios internacioales que enterraron a su OHL, o de excesiva cercanía a la clase política.

Doctor ingeniero de caminos, canales y puertos; Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense; Diplomado del Economic Development Institute de Washington D.C. y en los Cursos Superiores de Administración de la Empresa de la Escuela de Organización Industrial EOI, Villar Mir es dos veces Catedrático por oposición de la Universidad Politécnica de Madrid. También es miembro de cuatro Reales Academias, siendo Académico de Número de la de Ciencias Morales y Políticas y la de Ingeniería.

A  los 36 años de edad había sacado de la suspensión de pagos a Hidro-Nitro Española a petición de los tres mayores bancos del momento (Banesto, Hispano y Central), y con 38 asumió a petición de las tres entidades más industriales del momento (Bilbao, Vizcaya y Urquijo) el cargo de presidente de Altos Hornos de Vizcaya, que ejerció durante seis años. Un periodo que fue el de mayores producciones y beneficios en esa empresa centenaria.

El veneno del emprendimiento hizo su efecto a la avanzada edad de 55 años. En 1987 creo Grupo Villar Mir, d ela que OHL fue punta de lanza. Partiendo de cero fondos propios fue desarrollándose mediante la adquisición de empresas españolas y extranjeras, que se encontraran en graves dificultades o crisis financieras. Las saneó e hizo prósperas en todos los casos, solía presumir echando la vista atrás. Sus recetas, reiteraba, eran la innovación e internacionalización.


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Sobre la firma

Javier Fernández Magariño
Es redactor de infraestructuras, construcción y transportes en Cinco Días, donde escribe desde junio de 2000. Ha pasado por las secciones de Especiales, Cinco Sentidos, 5D y Compañías siguiendo la información de diversos sectores empresariales. Antes fue locutor de informativos en la Cadena Cope, además de colaborar en distintos medios de Madrid.

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