EY pone en revisión su plan de escisión por la dificultad de ubicar su negocio fiscal y legal
La cúpula global de la big four admite que debe repensar algunos términos de su proyecto
La futura escisión de los negocios de consultoría y auditoría de la big four EY deberá ser repensada. Así lo ha decidido la cúpula global de la firma de servicios al comprobar que todavía restan demasiadas cuestiones por resolver. Una de las principales es determinar qué parte de su negocio fiscal podría permanecer en la división de auditoría o qué pasará con el servicio que prestan como despacho de abogados, que en algunos ordenamientos jurídicos de países donde EY está presente, por ejemplo, no pueden estar integrados en firmas que coticen en Bolsa y el proyecto originario prevé que la empresa de consultoría resultante salga al parqué.
“Como parte de nuestra deliberación y diligencia debida en relación con la transacción propuesta, estamos dialogando para determinar la forma final de la transacción. Esta transacción es compleja y será la hoja de ruta a seguir para remodelar la profesión, por lo que es importante que lo hagamos bien. Seguimos comprometidos con la lógica estratégica que sustenta el Proyecto Everest y creemos que se puede y se debe llegar a un acuerdo”, ha resaltado EY global.
De esta manera, la compañía ha decretado la suspensión del calendario previsto para que los socios de cada país votaran si estaban de acuerdo o no con el plan de escisión, que se estimaba que culminara en primavera.
La decisión de poner en revisión el conocido Plan Everest ha partido de EE UU, donde Julie Boland, directora del negocio estadounidense de EY y elegida para dirigir la firma tras la escisión de su rama de consultoría, comunicó a los socios que el proyecto entraba en pausa. A partir de aquí, todas las decisiones y pasos que se tomen desde EE UU tendrán la máxima trascendencia, sobre todo porque el negocio estadounidense de la firma representa alrededor del 40% de los 45.000 millones de dólares que factura al año EY en todo el mundo.
La idea original del proyecto es separar las divisiones de consultoría y auditoría con el objetivo de salvar las duras normas que en la mayoría de países impiden a las firmas de servicios asesorar a empresas que también han auditado, lo que en la práctica estaría impidiendo el crecimiento de EY.
Dentro del diseño de cómo serán las dos firmas resultantes, la mayor parte de su negocio fiscal estaría dentro de la división de consultoría. Sin embargo, según distintos medios estadounidenses, los auditores de EE UU prefieren de forma mayoritaria permanecer en la futura auditora.
Nuevo contexto del mercado
Esta decisión de volver a analizar todo el proyecto supone un nuevo retraso en el calendario que se dio a conocer en septiembre, según el cual las votaciones de los 13.000 socios de la entidad se llevarían a efecto entre los meses de abril y mayo. Lo cierto es que a día de hoy parece seguro que la escisión sigue siendo la meta final, pero se desconoce en cuánto tiempo podrá alcanzarse y cuál será la fórmula final elegida.
Fuentes conocedoras de las conversaciones estiman que la asesoría fiscal debería representar en torno al 14% de la actividad de auditoría a escala mundial, una cifra que probablemente aumente hasta el 20% o el 25%. Las mismas fuentes explican que es probable que la cifra sea aún mayor en EE UU, donde las empresas de contabilidad están autorizadas a ofrecer más asesoramiento fiscal a los clientes de auditoría que en muchos otros países.
La cúpula global de EY admite que precisamente las especificidades legales de numerosos países son otros de los factores que han motivado tener que frenar el proyecto original para realizar un análisis más pausado y específico. Y todo ello en un contexto en el que las posibles valoraciones y perspectivas para salir a Bolsa han cambiado, lo que podría también modificar el plan de negocio de la división de consultoría que se está diseñando.
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