Cuando crecer en el sector legal es una responsabilidad inevitable
Los despachos forjamos a los socios del futuro y hemos de ser conscientes de que no es como hace 30 años
De la misma forma que crecer es inevitable para cualquier ser vivo, el crecimiento constante es una necesidad fundamental en las organizaciones y especialmente en las firmas de servicios jurídicos, de manera que ganar tamaño es una fase de la evolución natural de los despachos en nuestro propósito de continuar siendo proyectos atractivos y capaces de conectar con nuestros profesionales.
La abogacía de los negocios hace que crecer sea ineludible, movidos por el dinamismo, la adaptación a los cambios o la competitividad del sector. Sin embargo, como en muchas otras cuestiones fundamentales, el meollo se encuentra en cómo hacerlo, más allá de otros interrogantes. La forma de crecer es la clave, y solo así se convierte en una oportunidad para mantener nuestra esencia y propagarla, ampliarla y desarrollarla más allá de nuestros orígenes. El crecimiento bien entendido no solo abarca el negocio, sino también la filosofía de marca, nuestra esencia, y no es un fin en sí mismo, sino una oportunidad para prosperar manteniéndose fiel a una propuesta de valor que excede el mero acompañamiento jurídico, y que nos provee de equipos cohesionados e implicados con los valores de las organizaciones.
Pero crecer es también cultivar, regar, cuidar a los nuestros para que medren, a quienes han crecido con nosotros profesionalmente, con quienes tenemos la responsabilidad de brindarles una carrera trazada de acuerdo con objetivos alcanzados. Ningún proyecto puede prosperar si no es sobre la base de unos cimientos sólidos, y para ello estamos obligados a reconocer la labor de aquellos que ayudaron a cimentar y han ido construyendo la historia de nuestras firmas. De ahí la importancia de las promociones, los planes de carrera personalizados o el reconocimiento a los profesionales que han ganado con su esfuerzo la posibilidad consistente de avanzar y crecer junto a la organización.
Todo ello sin olvidar que otra forma de crecer es asimismo a través de la atracción de nuevo talento como foco para aportar valor añadido, nuevas capacidades o especialización sectorial que adecúe nuestras propuestas a las necesidades del mercado. No obstante, crecer no es solo aumentar, también es educar, formar, preparar, instruir. Las firmas de servicios jurídicos estamos forjando a los socios del futuro, y hemos de ser conscientes de que crecer no es igual hoy que hace diez, veinte o treinta años. No estamos en el mismo contexto social ni económico, y es indispensable, para no dejar escapar el talento excepcional ni las capacidades valiosas de los abogados del mañana, estar atentos a lo que tratan de decirnos las nuevas generaciones sobre su forma de entender la profesión, escuchar sus prioridades e inquietudes e impulsar iniciativas en materia de flexibilidad, formación continua, planes motivadores, o cualesquiera otras que puedan promover su bienestar.
De forma paralela a las perspectivas de crecimiento, mientras se crece, también las firmas jurídicas maduran. Un buen síntoma de ello son las relaciones sólidas y consolidadas, y la apuesta por el largo plazo, la cercanía y la proximidad, la fidelización de clientes y públicos de interés. Acompañar al cliente en sus necesidades legales, como socios involucrados en su estrategia, sus éxitos, sus retos y sus momentos complicados, no solo es el resultado de un firme compromiso con la calidad del servicio, sino también el indicador de una fase avanzada de crecimiento prolongado a lo largo del tiempo.
Por todo ello, las firmas de servicios jurídicos nos encontramos ante el desafío de mantener el compromiso con los profesionales, los clientes, la calidad y nuestra identidad a través de un proyecto atrayente, y a su vez con la obligación de crecer, y hacerlo bien, por estos mismos motivos. Las distintas estrategias usadas para ello indican que, aunque sí lo es la manera de hacerlo, crecer en el sector no es una opción, sino una responsabilidad inevitable y necesaria.
Rosa Vidal, socia directora de Broseta.