Qué tengo que saber para planificar mi jubilación
Mirar más allá del corto plazo y entender cómo nos afectan los cambios legislativos es fundamental
El adelanto de las elecciones generales ha vuelto a poner de relieve, y en duda, muchas de las últimas medidas e iniciativas que el Gobierno había aprobado en los últimos meses. Desde la ley de Vivienda, la Ley de Economía Social, la Ley de Familias, la creación de la nueva Autoridad del Cliente Financiero hasta la reforma de las pensiones.
Algunas, en realidad, se mantendrán sin ningún cambio. Otras, al haberse disuelto ya las Cortes, se quedarán por el camino y otras, como es el caso de la reforma de las pensiones, seguirán adelante. En este último caso, lo que hay que tener en cuenta es que el real decreto de la reforma de las pensiones está en vigor desde el pasado 1 de abril. Esto significa que no pierde su vigencia, aunque deja sin opción a los grupos políticos de plantear enmiendas en el Congreso y en el Senado. Es decir, la nueva reforma, por el momento, se aplica tal y cómo se aprobó.
Cómo prepararse para la jubilación
Este segundo bloque de la reforma de las pensiones -la primera parte de la reforma se aprobó a finales de 2021- ha traído varias novedades con el principal objetivo de establecer un marco a medio y largo plazo que garantice la sostenibilidad del sistema público de pensiones ante la jubilación de la generación del baby boom.
¿De dónde veníamos? Con la primera pata de la reforma se puso el foco en incentivar el retraso de la jubilación más allá de la edad legal y en revalorizar las pensiones en función de la inflación. El año pasado, se impulsó los planes de pensiones de empleo y a principios de 2023 entró en vigor el nuevo sistema de cotización para los autónomos en función de sus ingresos reales.
Las principales medidas de la nueva reforma incrementan tanto los gastos como los ingresos de la Seguridad Social y se centran en la cotización de los trabajadores, las bases máximas de cotización, las pensiones mínimas y máximas y el cálculo de la base reguladora.
Estas medidas llegan después de años en los que se ha ido reduciendo cuánto podemos aportar y deducirnos a un plan de pensiones. Un escenario de cambios que nos plantea más dudas: ¿cómo puedo preparar mi jubilación en este escenario? ¿Qué opciones tengo?
Ante estos cambios, y teniendo en cuenta el incremento de la esperanza de vida y que cada vez vamos a tener vidas más largas, realizar un ejercicio de planificación financiera en el que pensemos qué tipo de jubilación vamos a querer tener, cuándo vamos a querer dejar de trabajar y qué vamos a querer hacer con nuestro tiempo durante esa etapa va a ser fundamental.
En este sentido, Blanca Granzow de la Cerda, del equipo de Asesoramiento patrimonial de Abante, explicó durante un Finect Live por qué es importante hacer este ejercicio y empezar por uno mismo: “Lo primero es entender nuestras circunstancias, nuestros objetivos y necesidades a corto, medio y largo plazo. Una vez lo hayamos visualizado es cuándo podremos empezar a construir un plan de ahorro e inversión que complemente la pensión que recibamos el día de mañana”.
Aquí es muy importante tener en cuenta que nuestras circunstancias serán diferentes de las de los demás y que no podemos pensar en nuestra jubilación recordando la de nuestros padres. Las ‘recetas’ que hemos visto de generaciones anteriores no nos van a valer, por eso debemos mirar hacia nuestra jubilación de una forma más creativa, sabiendo que puede que con los 1.500 euros que se pueden aportar a planes de pensiones no nos sea suficiente para complementar la jubilación y tengamos que obtener más rentabilidad invirtiendo, por ejemplo, en fondos de inversión.
Debemos hacer un ejercicio de reflexión personal en el que miremos hacia el futuro pensando en nuestro proyecto biográfico y en lo que vamos a querer hacer en cada etapa de nuestra vida, teniendo en cuenta que, muy probablemente, vamos a vivir más años de los que pensamos. ¿Estamos teniendo en cuenta lo que implica la longevidad? Al pensar en nuestra jubilación debemos pensar en vidas centenarias y en cómo nuestro patrimonio -incluida la vivienda- y nuestras inversiones nos pueden ayudar a alcanzar nuestros objetivos vitales.