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¿Y si vives más de lo previsto? Las claves para cubrir tu plan financiero y vital

Prepararse, financiera y personalmente, para vivir vidas centenarias es fundamental

La esperanza de vida se ha duplicado en el último siglo en España, una realidad que hace que seamos uno de los primeros países por longevidad. En la actualidad, y según datos del Instituto Nacional de Estadística, la esperanza de vida al nacer para las mujeres en 2021 es de 85,83 años y la de los hombres, de 80,24 años.

El INE también refleja que, de mantenerse la tendencia demográfica actual, el porcentaje de población de 65 años o más, que actualmente representa el 20,1% de la población, llegará a suponer el 30% de la población total en el año 2030 y el 30,4% en el 2050. Y, a partir de ese año, veríamos un descenso, hasta el 29,5% para el año 2072. Sin embargo, el grupo de edad que seguirá creciendo hasta el final de la proyección es el de las personas centenarias. La población de 100 años o más pasaría en España de las 14.277 personas que hay actualmente, hasta las 226.932 personas en el año 2070.

Vivir más años es una buena noticia, pero se puede volver en nuestra contra si no hemos tenido en cuenta que esos años de más que vivimos también tenemos que financiarlos.

¿Estamos preparados para tener vidas centenarias?

No solo estamos viviendo más años, sino que, además, los estamos viviendo con mejor salud que nuestros antepasados. De hecho, como señala María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, debemos tener en cuenta que vivir más años, si somos capaces de vivirlos de una forma sana y activa, no quiere decir más dependencia

La longevidad nos ha llevado a hablar de una nueva forma de envejecer que está haciendo que lleguemos a la jubilación más activos y con más ganas de hacer cosas. Este escenario puede hacer que nuestro gasto en ocio se incremente o que no queramos jubilarnos al llegar a la edad legal o que, si lo hacemos, lo hagamos, pero de otra forma.

El incremento de la esperanza de vida es algo que no podemos pasar por alto cuando pensamos en nuestras finanzas y en nuestra carrera profesional. Es una realidad que nos obliga a replantearnos nuestra forma de vivir y de planificarnos para esos años de más. Porque la clave no es solo si queremos vivir cien años, sino cómo vamos a vivirlos.

¿Seguirá teniendo sentido jubilarse a los 67 años si es muy probable que lleguemos a los 100? ¿Debemos seguir planteando nuestra vida en tres etapas? ¿Estamos pensando en otra carrera profesional? ¿Vamos a contar con dinero suficiente? ¿Cómo podemos invertir nuestro dinero y ganar tranquilidad por si vivimos más años de lo que imaginábamos?

Para poder vivir como queremos y desarrollar nuestro proyecto biográfico, es fundamental responder a las preguntas anteriores y enfrentarnos al futuro de una forma más creativa. Las referencias que tenemos de nuestros padres o abuelos no nos van a valer porque el contexto y las circunstancias han cambiado completamente.

Trazar un Plan de Futuro Completo en el que tengamos en cuenta nuestros objetivos personales, familiares y profesionales y en el que hablemos con nuestro asesor patrimonial de cómo el dinero nos puede ayudar a conseguirlos es fundamental para poder diseñar y proyectar nuestra vida, teniendo en cuenta que todos los periodos van a ser más largos y que puede que nuestra vida laboral deje de ser tan lineal y que pasemos a tener vidas multietapas.

Pero, además de invertir teniendo en cuenta que es muy probable que vayamos a vivir 100 años, debemos saber que hay una serie de productos específicos que nos pueden ayudar para que podamos seguir cumpliendo nuestros objetivos cuando nos encontramos en la etapa pasiva de nuestra vida, es decir, cuando ya no estamos generando rentas.

Hablamos de productos que nos van a ayudar a cubrir el riesgo de longevidad y que están diseñados para que los contratemos a partir de los 65 años. Por eso, pueden ser una buena opción si hemos llegado a la etapa de consumo de rentas sin mucho margen de maniobra porque no hemos tenido en cuenta que vamos a vivir más de lo previsto o porque nuestras circunstancias y objetivos han cambiados y, en consecuencia, necesitamos más dinero para poder vivir nuestra vida.

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