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En colaboración conLa Ley
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Javier Savin, responsable de psicología de Alter Mutua: “Si necesitas una copa para desconectar al salir del despacho, cuidado”

"Hay correlación entre las largas jornadas de trabajo y el desarrollo de trastornos mentales" "No es más feliz el abogado que cobra 50.000 euros al año que el que cobra 25.000"

Javier Savin, responsable de atención psicológica de Alter Mutua
Javier Savin, responsable de atención psicológica de Alter Mutua

El incesante ritmo de los plazos procesales, la falta de control sobre el resultado de los juicios o la relación con los clientes son algunos de los factores que más influyen en la salud mental de la abogacía. En el marco de su XIII congreso nacional, CincoDías entrevista al especialista en psicología del trabajo Javier Savin, responsable de atención psicológica de Alter Mutua y uno de los ponentes en el cónclave.

Pregunta: ¿Las largas jornadas de trabajo o la fatiga influyen en el desarrollo de trastornos mentales y/o adictivos?

Respuesta: Sí, hay una correlación. El abogado tiene varios problemas, que son las largas jornadas, el no control sobre el resultado y la relación con los clientes, que están en un momento de alto impacto emocional. Esto correlaciona con estrés y con otras dificultades.

P: ¿Hay alguna diferencia en la aparición de problemas de salud mental en función de la banda salarial?

R: Hay un estudio que dice que hay una correlación entre el nivel de ingresos y la felicidad, pero hasta cierto nivel. Cuando eres capaz de pagar tu hogar, medicinas o alimentación, entonces deja de haber correlación. No es más feliz el abogado que cobra 50.000 euros al año que el que cobra 25.000 euros. Las personas que vienen a psicólogía normalmente tienen ingresos medios o altos. Si yo me fijase solo en esto, diría que los ingresos correlacionan con poca salud mental, pero no es así.

P: En la abogacía, ¿qué trastornos son más frecuentes y adicciones a qué sustancias?

R: En general, la adicción más frecuente es al alcohol socialmente aceptado. Creo que en la abogacía salir de trabajar a las nueve de la noche e ir a tomar una copa es frecuente. Si la necesitas para desconectar, no estaríamos hablando de alcoholismo, pero sí de condicionamiento o de adicción. O me tomo la copa o no me duermo. Luego hay otras adicciones. Aquí estaríamos hablando más del nivel de consumo que activa. Hay otras profesiones que tiran más hacia la marihuana y aquí tiraríamos más hacia la cocaína, pero lo más frecuente es el alcohol. Si fuéramos diez en el despacho, ocho se tomarían la copa y dos se meterían la raya. La mayoría de demandas que tenemos tienen que ver normalmente con la inestabilidad o fobias sociales. En cuanto a los trastornos, estaríamos hablando de estrés y de desórdenes del sueño.

P: España lidera el consumo mundial de benzodiacepinas, un fármaco que suele recetarse para dormir mejor por su efecto ansiolítico, según la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes. ¿Es normal esta medicalización de la angustia o sería mejor plantearse el sentido de la vida?

R: Hay poca tolerancia a cualquier emoción que sea desagradable y eso hace que se medique más de la cuenta. Medican todos los especialistas. Tengo gente en consulta que ha ido al ginecólogo y ha vuelto con un ansiolítico. Una de las tareas de los psicólogos es la gestión de la emoción. Es lógico y normal que un abogado se sienta ansioso antes de presentar las conclusiones de un juicio que puede tener como consecuencia que se encarcele a su cliente. Hay que aprender a gestionar esa emoción, a poder ser sin química.

P: La sensación de ir constantemente acelerado, sufrir despistes, despertares nocturnos o acidez estomacal es relativamente común en la abogacía. ¿Esto es normal?

R: No es normal, pero sí muy frecuente. Lo primero que tenemos que hacer es descartar motivos orgánicos. Me voy al médico y si me dice que tengo una úlcera y uno de los factores es el estrés, entonces me voy al psicólogo y trabajo el estrés. Uno de los problemas de la medicación es que me ayuda a soportar situaciones que de otra manera me llevarían a tomar decisiones.

P: Una de las principales causas de mortalidad laboral son los ictus y los infartos, según los sindicatos. En una profesión como la abogacía, ¿hay relación con el estrés o con las largas jornadas de trabajo? ¿Cuándo es necesario encender las alarmas?

R: No lo vincularía. Es evidente que si yo no tengo un buen mantenimiento, si no duermo, me alimento mal o no cuido de mí, la posibilidad de que enferme es altísima. Hay una correlación entre lo coronario y lo emocional, pero hacer esta relación directa es peligrosa. Si yo relaciono esto, lo que acaba pasando es que si alguien enferma es casi por su culpa. ¿Hay una correlación entre no cuidarme y poder enfermar? Sí. Es fundamental aprender a localizar los indicadores de que algo no va bien.

P: Según un estudio de Infojobs y Esade, durante 2022 el 27% de los trabajadores se planteaba dejar su puesto. La principal razón era la salud mental, por delante de las condiciones económicas o la conciliación. ¿Hay ahora más problemas o la sensibilización es mayor?

R: Hay una visibilidad mayor, pero hay inconvenientes. Uno, muy en la línea de flotación de los abogados, es el tener que dar muestras de éxito. Nos hacen creer que siempre podemos tener más éxito y eso genera muchísima frustración. Luego me hacen creer que lo normal es ser feliz y tener una vida maravillosa y eso hace que me sienta peor y culpable.

P: ¿Qué pueden hacer los despachos para retener talento?

R: Conservar ahora mismo es reconocer a los trabajadores, la carrera profesional y la flexibilidad. El salario puede ayudar a captar, pero no a retener. Los refuerzos indirectos, como el salario, dejan de reforzar al cabo de tres o cuatro meses.

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