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OPA HOSTIL

El Ibex vuelve al redil de Sánchez con Feijóo de tapas por las Ramblas

La fulgurante irrupción del líder popular en Madrid -y en los sondeos- pierde fuelle

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con ejecutivos del Ibex en Davos.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con ejecutivos del Ibex en Davos.Moncloa

El Círculo Ecuestre es un señero club fundado en 1856 por conocidos representantes de la burguesía catalana. Más de un siglo después de su nacimiento sigue acogiendo, entre sus 1.565 socios, apellidos ilustres de la élite empresarial y de la alta sociedad barcelonesa. Con sagas como los Puig, Tusquets o Raventós en su junta de gobierno y patrocinado por firmas como CaixaBank, el pasado 26 de enero recibía en su modernista palacete de la calle Balmes a Alberto Núñez Feijóo. “Me he dado un paseo por las Ramblas, me he tomado unos boquerones, una anchoa y un poco de butifarra en La Plata. Yo se lo recomiendo”, iniciaba su intervención con una referencia pintoresca que no pasó inadvertida para quienes acostumbran a cenar en Hofmann o Via Veneto. ¿Y su proyecto para la comunidad autónoma? “Que le vaya bien”, dijo. ¿Y para la economía? “Con unos impuestos contenidos es cuando se genera más economía”, se limitó a exponer. Certidumbres y propuestas concretas, pocas; dudas entre los presentes y falta de conexión declarada, también alguna que otra.

Núñez Feijóo fue nombrado presidente del PP en abril de 2022 tras el fiasco del tándem Casado-García Egea. Eran las horas más bajas del PP, pero el Gobierno de Pedro Sánchez también sufría con la inflación por las nubes y los precios de la electricidad disparados. La irrupción del político gallego se dejó sentir con rapidez. Según el barómetro de 40DB para El País y la SER, el PP pasó de un 21,7% en intención de voto en marzo a un 26,4% en junio. La euforia se mantuvo hasta noviembre, pero desde entonces el globo no ha hecho más que desinflarse. La recesión vaticinada por los más agoreros no ha llegado, el empleo resiste y los datos de turismo son alentadores. La reapertura del mercado chino es la primera señal de optimismo que propone una economía internacional marcada por Ucrania. El pasado fin de semana, el último sondeo rebajaba el voto del PP hasta el 28,7%. Hay partido.

“Las empresas hemos percibido ese giro -expone un alto ejecutivo de una firma del top 5 del Ibex-. Hace apenas meses se daba por muerto a Sánchez y ahora puede ganar”. La publicitada foto de Davos, con el presidente flanqueado por los José María Álvarez Pallete, Ana Botín o Carlos Torres, se inscribe en ese nuevo marco de relación, alejado del altruismo y marcado por el interés. No en vano, cuesta encontrar en el selectivo compañías ajenas al juego entre regulador y regulado. Solo un verso suelto como el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, se permitió el lujo de dar esquinazo a Sánchez en la ciudad suiza, con la coartada de que a la misma hora firmaba con Norges una alianza millonaria en renovables. Archivada la causa contra él por el caso Villarejo, debió pensar que tampoco era mal momento para devolver al jefe del Ejecutivo el plantón que este le dio en Nueva York allá por septiembre de 2021 y en vísperas de la Asamblea General de la ONU. El presidente de Iberdrola, que buscaba recomponer la relación, se encontró con un portazo. Eran los momentos de mayor encono en la guerra de las eléctricas con Ribera. Incluso hoy esa herida abierta con el sector se ha suturado en parte.

“Me consta que Alberto se ve o se ha visto con las élites empresariales”, aseguran fuentes que conocen bien al líder gallego. “Otra cosa es quienes le rodean”, dicen. Además de la debilidad estructural del discurso, la otra gran crítica que lanzan esos ejecutivos del Ibex al expresidente de la Xunta es la falta de un gurú económico en Génova al que transmitir sus inquietudes. En la larga travesía del desierto de Mariano Rajoy rumbo a la avenida Puerta de Hierro, su guardia pretoriana formada por Fátima Báñez, Cristóbal Montoro y Álvaro Nadal tenía roles perfectamente designados en su relación con los entornos corporativos. “Hoy en día, ¿a quién hay que ir a ver?”, se preguntan, conscientes de que Juan Bravo, el actual referente en la casa, difícilmente será el superministro de Feijóo en caso de gobernar. Además, todos son conscientes de que Bravo no forma parte del reducido círculo que ha acompañado a Feijóo desde Galicia y con el que tiene hilo directo. La realidad es que los nombres que se manejan para liderar la política económica del PP, con necesarias conexiones comunitarias e internacionales, no están haciendo la mili en Génova y esperan un triunfo electoral para levantar la mano y declararse disponibles.

Mayo, con las elecciones autonómicas y locales, está marcado en rojo en el calendario de todos. Un ministro socialista reflexionaba a media voz esta semana sobre el formidable daño infligido al Gobierno por el dislate en la gestión de la conocida como ley del solo sí es sí. Al tiempo, no se mordía la lengua a la hora de describir el agotamiento de la coalición con Podemos y la sensación de que Feijóo podría ganar unos comicios con el único leitmotiv de no cometer muchos errores. La realidad, empero, obligaría a los socialistas a guardar las formas, al menos hasta la formación de unos gobiernos regionales que precisarán de pactos. De hecho, las cuentas del PP solo le dan mayoría absoluta en Madrid y, con suerte, en Murcia. Sin embargo, otras fuentes próximas a Moncloa estiman que todo el desgaste ya está hecho. Según ese argumento, el ruido generado alrededor del Gobierno procede de conflictos ideológicos, con mayor o menor impacto social, pero sin repercusión en el bolsillo de los votantes. La economía aflojará en 2023, pero no habrá un colapso que dilapide las opciones de Sánchez. Tal vez por eso las encuestas no reflejan ni de lejos un crash socialista. Los empresarios también las leen.

Los bancos, que esta semana llamaban alarmados a las redacciones de los medios para quejarse por el tratamiento informativo a su avalancha de beneficios –a su parecer publicada con demasiado alarde tipográfico–, se frotan entre bambalinas las manos por unos resultados récord que, no olvidan, han obtenido con Sánchez en el poder. Probablemente, bien valen un impuesto extra. En otros sectores incluso sacan pecho por haber evitado ese tributo adicional, una gracia concedida por el Ejecutivo y que atribuyen al cultivo de la relación con Moncloa. Además, ¿quién sabe si Feijóo, cuyo proyecto económico desde hace meses aguardan, puede tener ideas más disruptivas y que toquen nervio, como reducirles los créditos fiscales? Por eso, mejor volver al redil de Sánchez y dejar por ahora al líder popular de tapas por las Ramblas. Al menos hasta que defina nombres y propuestas. Mueven azules ¿y ganan?

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