Naturgy, una empresa estratégica un año después de Géminis
Un año después del anuncio del plan Géminis –el fallido proyecto de Naturgy para escindir la compañía en dos sociedades con el fin de separar los activos regulados de los liberalizados y facilitar así la salida de los fondos de inversión con participación en el capital–, los rumores sobre posibles movimientos en el accionariado de la gasista parecen por fin aplacarse después de meses marcados por el ruido de sables. No obstante, una vez aparcado el plan, que no superó la tormenta perfecta formada por el inicio de la guerra de Ucrania, la crisis energética en Europa y la firme oposición del Gobierno, la compañía parece obligada a trabajar sin prisa pero sin pausa en una solución que permita a los fondos canalizar su posible salida del accionariado, una vez vencido el ciclo inversor. El rechazo del Ejecutivo hacia el proyecto de escisión, que no era más que una expresión legítima de la autonomía de gestión de la empresa, se argumentó por el riesgo de que la operación pudiese poner en peligro los objetivos estratégicos de la gasista, que incluyen la contención en los dividendos y el respeto a la hoja de ruta en la transición energética, entre otros.
Aunque tanto los fondos IFM como CVC han reiterado su intención de permanecer en Naturgy, GIP ha sido más críptico a la hora de posicionarse. Es capital que el entierro del plan Géminis no provoque incertidumbre en la compañía, no solo sobre la composición de su accionariado sino también sobre su estrategia de negocio mientras las grandes energéticas españolas mueven ficha para posicionarse con firmeza en el sector de las renovables,
El compromiso de CriteriaCaixa, que se mantiene como primer accionista con un 26,7%, garantiza en buena medida el anclaje industrial de una compañía que posee un indudable valor estratégico para España, mayor hoy si cabe por la crisis de aprovisionamiento energético a un coste viable que vive Europa y por el contexto de nacionalizaciones de empresas del sector que se está produciendo en la UE. Precisamente por ese valor clave es imprescindible que la gestión de Naturgy concentre todo su músculo en avanzar en las grandes líneas de negocio que determinarán el mañana. España tiene experiencia en entregar compañías estratégicas al capital extranjero sin contar con la más mínima reciprocidad. En algún caso incluso a firmas de capital público. No es de extrañar que el Gobierno Sánchez haya jugado fuerte en su defensa de la gasista. Es lo que tocaba.