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Energía

Naturgy, forzada a buscar una alternativa al plan Géminis por la presión de los fondos

La oposición del Gobierno y la crisis del gas mantienen la escisión en un cajón

PABLO MONGE
Álvaro Bayón

Hace justo un año que Naturgy sorprendió al mercado, y algunos accionistas, con un plan imaginativo. El consejo de administración informó al mercado que ponía en marcha el llamado proyecto Géminis, la escisión de la compañía en dos: una que abarque los negocios regulados y otra los liberalizados.

El plan era ambicioso, pero el momento no podía ser peor. Unos pocos días después de presentar Géminis al mercado Putin cumplió sus amenazas e inició la invasión de Ucrania. La vuelta de la guerra en Ucrania ha dislocado por completo el mercado energético en Europa. La UE ha sido tajante en las sanciones a Moscú y el grifo del gas desde Rusia se ha interrumpido, lo que dejó en el alero el suministro energético de algunos países, como Alemania. Todo ello ha provocado en el último año unos precios de la energía disparados y ha obligado a la Bruselas a reconsiderar las reglas de sus mercados energéticos.

La operación nació muerta. Desde un primer momento la compañía vio cómo el mercado complicaba en grado extremo ejecutar la transacción. Esta exigía una refinanciación de la deuda de la gasista, que ronda los 12.000 millones, para repartir el pasivo entre las dos sociedades y amenazaba la ruptura de algunos contratos de suministro de gas. Además, esperaba culminar la transacción con la salida a Bolsa de las dos filiales, cuestión harto complicada con los mercados cerrados a cal y canto. Todas estas complicaciones hicieron a la empresa que pilota Francisco Reynés retrasar los planes más allá de 2022, el año en el que esperaba tener lista la escisión.

Pero el clavo en el ataúd de la segregación lo puso el Gobierno. La vicepresidenta tercera y ministra Transición Ecológica, Teresa Ribera, fue taxativa en una entrevista con CincoDías. En ella rechazó esa segregación de la compañía al poner en cuestión que ponga en riesgo los objetivos de la compañía, como la contención en los dividendos o la hoja de ruta en la transición energética.

El mercado entendía el proyecto Géminis como una fórmula de dar estabilidad a su accionariado. El capital de la gasista se dio la vuelta entre 2016 y 2018, con un cambio de calado en su accionariado. Los fondos GIP y CVC entraron en el capital en sustitución de Repsol. Criteria, que también se desprendió de un paquete de acciones, se mantiene como primer accionista con un 26,7%.

El problema es que los tiempos de los fondos de inversión son diferentes a los de la compañía. GIP hace ya siete años que entró en el accionariado y CVC, cinco, los periodos habituales en los que este tipo de inversores suelen desprenderse de sus inversiones y recoger plusvalías. El plan Géminis era concebido como una alternativa para que los fondos se quedasen con los activos liberalizados, con los que pudiesen buscar una venta, mientras que el sensible negocio regulado se quedase en manos de Criteria, un inversor que podría dar tranquilidad al Gobierno con respecto al suministro de gas al país.

Con esta vía taponada, quizás para siempre, Naturgy vuelve a sentarse en el diván. CVC ya ha dicho claramente que no tiene en mente salir de Naturgy en el corto plazo. De hecho, ha refinanciado el crédito de 1.600 millones con el que compró su 20%, prolongando sus vencimientos hasta 2027. GIP no se ha pronunciado. Un atronador silencio que para el mercado no es sino una confirmación de que busca más pronto que tarde recoger las abundantes plusvalías latentes que acumula. La estrategia del tercer fondo en liza, IFM, parece bien distinto. En el casi año y medio que lleva en la gasista ha aprovechado cualquier oportunidad para reforzarse con compras. Su responsable en España, Jaime Siles, ha dejado claro que su inversión es casi para siempre. Su intención es comprar y no vender.

Sobre Naturgy se ciernen dos fuerzas contrapuestas de sus accionistas. GIP quiere vender e IFM comprar, mientras que CVC y Criteria aún no mueven ficha. Esto le obliga a mover ficha.

La fórmula sigue sin estar clara. Naturgy aún no ha movido ficha. Pero Reynés sí ha reocnocido que Geminis duerme en el sueño de los justos, si bien a renglón seguido defiende su idoneidad. Una alternativa es dar tiempo al tiempo. Esperar a que amaine la guerra en Ucrania y a que cambie el signo del Gobierno a finales de año.

Pero esto puede que no sea definitivo. Los bancos de inversión llaman a la puerta del consejo con posibles alternativas para facilitar la salida de los fondos que quieran. Una de ellas es lanzar una nueva salida a Bolsa en la que GIP coloque en el mercado su 20%. Esto permitiría dar liquidez a la acción, que hoy tiene un free float de apenas el 15%, y que IFM pudiese satisfacer su ambición para crecer en el capital. Los australianos se marcaron como objetivo en la opa controlar entre el 17% y el 22,69%, mientras que actualmente se tienen que conformar con el 14%. El fondo de infraestructuras, que ya ha fumado la pipa de la paz con la Caixa, jugaría un papel como inversor ancla para blindar el éxito de la transacción.

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Sobre la firma

Álvaro Bayón
Redactor de la sección de empresas especializado en operaciones corporativas, banca de inversión y capital riesgo. Graduado en Estudios Hispánicos por la Universidad Autónoma de Madrid y Máster en Periodismo UAM-El País, ha desarrollado toda su carrera en Cinco Días, donde trabaja desde 2016.

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