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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Una agenda eficaz para reactivar el empleo

El mercado de trabajo ha mostrado una notable resistencia, pero los últimos datos apuntan a un cambio de tendencia

CINCO DÍAS

Los datos de afiliación a la Seguridad Social correspondientes al pasado mes de enero, conocidos esta semana, reflejaron una pérdida de 215.047 afiliados medios respecto al mes anterior, el peor registro de la serie –excepcionando 2020 y 2021 por el impacto de la pandemia– desde el año 2013, cuando el mercado de trabajo se resentía aún del impacto de la crisis financiera iniciada en 2008. A ellos se unen los de la encuesta de población de activa (EPA) de cierre de 2022, publicados hace unos días, que sorprendieron negativamente por consolidar un segundo trimestre consecutivo de destrucción de ocupación en términos desestacionalizados, así como la peor evolución trimestral del desempleo y la ocupación desde 2012.

Estos datos contrastan con la resistencia que hasta el verano había mostrado tanto la actividad económica como la evolución del empleo. Y dan señales de que, cuando aún no se ha recuperado el nivel de horas trabajadas previo a la pandemia –medido en términos de contabilidad nacional– se podría estar agotando el impacto en el mercado de trabajo del rebote de la actividad económica experimentado tras la eliminación de las restricciones sanitarias. Y a su vez, podrían estar comenzando a impactar en nuestro mercado laboral la subida de tipos de interés, el incremento de los precios, la incertidumbre, así como alguna de las medidas normativas aprobadas, como el aumento de impuestos a determinadas actividades productivas, cotizaciones a la Seguridad Social y salario mínimo interprofesional, y el aumento de las rigideces en el mercado laboral. A estos desafíos coyunturales que enfrenta nuestro mercado laboral se unen otros tales como la digitalización, la transición energética, el reto demográfico y el cambio en las cadenas de suministro globales.

Si bien es cierto que la digitalización de procesos productivos mejora sustancialmente su eficacia y eficiencia e impulsa la creación de nuevos puestos de trabajo, también lo es que aumenta la segmentación de trabajadores a consecuencia de la automatización de tareas de bajo valor añadido, tareas que hasta la fecha venían realizando trabajadores con menor cualificación y renta, y pone en riesgo su ocupación.

Por su parte, la transición energética hacia un sistema productivo más sostenible y respetuoso con el medio ambiente supondrá a su vez una sustitución de roles y capacidades requeridas por el mercado de trabajo que debe ser atendida. Ello generará muchos empleos nuevos, pero muchos otros desaparecerán.

El progresivo envejecimiento de la población, unido a los reducidos niveles de natalidad, limita la oferta de trabajadores en el mercado, presionando al alza los costes laborales, al tiempo que supone un desafío a la suficiencia y sostenibilidad del sistema de pensiones. Finalmente, la mayor preocupación por la autonomía estratégica y el impulso de los procesos de friendshoring y el nearshoring, provocando una modificación de las cadenas de suministro globales –cercando la producción de bienes a los mercados donde se consumen, e intensificando el comercio entre aliados geoestratégicos– supone al tiempo una amenaza. Algo que tornaría en extraordinaria oportunidad para reforzar nuestra posición como receptor de inversión extranjera directa y como centro de producción si somos capaces de impulsar nuestra productividad.

Para que estos desafíos estructurales se materialicen en oportunidades de empleo, y para corregir la reciente tendencia de nuestro mercado laboral y dar paso a una nueva fase de expansión, es preciso abordar una ambiciosa agenda por el empleo, para la cual los fondos Next Generation EU suponen una extraordinaria oportunidad. Una agenda que implique a todos; por supuesto a la Administración, pero a la empresa y a los trabajadores también.

Por lo que respecta a las políticas públicas, es urgente invertir en formación e impulsar una regulación adecuada, que garantice la mejora de la calidad del sistema educativo a todos los niveles y lo más consensuada posible para asegurar su estabilidad en el tiempo. En relación con el mercado de trabajo, además de facilitar la incorporación de talento extranjero, urge impulsar la integración activa de los más de tres millones de desempleados. Ello exige priorizar su incorporación en el mercado de trabajo, a través de un marco de relaciones laborales flexible y seguro, un modelo de intermediación y formación profesional para el empleo moderno y eficaz y un marco de protección social y desempleo que aporte recursos suficientes. Este debe incentivar la transición al empleo y evitar la trampa de la pobreza a la que se someten los desempleados que dejan de buscar activamente empleo.

Y finalmente, urge reforzar la sostenibilidad de nuestro sistema de protección social, ya fuertemente tensionado por el creciente gasto en pensiones, a través de reformas estructurales que garanticen la suficiencia y sostenibilidad del sistema. Sin confiar el grueso del proceso de consolidación en subidas de cotizaciones que afecten a la competitividad de la economía nacional y, en definitiva, a nuestro mercado laboral.

Estos y muchos otros avances en las políticas de empleo son necesarios para conseguir convertir los citados desafíos del mercado de trabajo en oportunidades de desarrollo económico y social. Pero ello no será suficiente. Todos estamos convocados a esta tarea. Por eso es preciso que estas políticas sean acompañadas de prácticas empresariales de gestión de personas comprometidas y responsables con la promoción del talento, apostando por la inversión permanente en formación, planificación estratégica de plantillas y previsión social complementaria, por ejemplo. También a través de conductas individuales responsables de los trabajadores, comprometiéndose con la recualificación permanente, reforzando las habilidades que les complementan con la tecnología en vez de reemplazarlas, y en las competencias necesarias para impulsar la transición energética. En definitiva, reforzando su empleabilidad, que es el mejor seguro con el que pueden contar.

Nuestro mercado de trabajo estaba mostrando una resistencia notable ante el impacto de la pandemia y la guerra en Ucrania, pero los últimos datos podrían estar reflejando un cambio de tendencia, mientras que los desafíos estructurales que ya enfrentábamos siguen ahí. En nuestras manos está hacerles frente entre todos, sin dilación, ni pasos atrás. No hay tiempo que perder.

Juan Pablo Riesgo es Socio responsable de EY Insights

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