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Tribuna
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Sí, hay fórmulas para frenar el excedente alimentario

En España es en los hogares, seguidos de la fabricación, la restauración y la distribución donde se focaliza el problema

CINCO DÍAS

Un tercio de los alimentos producidos en el mundo acaba pudriéndose en los contenedores de los consumidores y de los minoristas. Se estima un desperdicio alimentario total de 7,7 millones de toneladas al año, lo que equivale a una media de 163 kilogramos anuales por persona. Mientras tanto, según datos de la FAO, una de cada nueve personas en el mundo, 815 millones, está subalimentada. La producción de los alimentos que desperdiciamos supone el 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero, consume un 30% de la tierra destinada al cultivo y un 20% del agua dulce.

Ante esos datos surgen varias preguntas: ¿estamos haciendo lo suficiente para optimizar al máximo el funcionamiento de la cadena alimentaria? ¿Por qué aún no somos capaces de estructurar los procesos de manera más eficiente para que los alimentos no vayan a la basura? Con el objetivo de buscar respuestas a estas preguntas hemos querido hacer un análisis de este tema, tan trascendente tanto desde una perspectiva medioambiental como social. Una eficiente canalización de los excedentes alimentarios para atender las necesidades de colectivos en situación de vulnerabilidad es también una razón de peso para considerar dentro del proceso conjunto de la cadena alimentaria.

Como no puede ser de otra manera hay algunos aspectos que conviene resaltar. En primer lugar, la indispensable involucración conjunta de las Administraciones públicas, las empresas, los consumidores y los agentes sociales para afrontar esta cuestión. En segundo lugar, que existen ámbitos donde esta cuestión se viene trabajando intensamente como son los de la producción y la distribución alimentaria, así como, en la canalización de excedentes a colectivos vulnerables. Finalmente, que obviamente los datos indican que queda mucho por hacer.

En el marco de la Agenda 2030, el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 12 aboga por una producción y un consumo responsables para conseguir una gestión eficiente de los recursos naturales, poniendo en marcha procesos para evitar la pérdida de alimentos y disminuir la generación de desechos. El umbral marcado es ambicioso: reducir el desperdicio alimentario un 50% per cápita en apenas 7 años. En la directiva 2008/98/CE de la UE ya se establecía hace 15 años la obligación de que los Estados miembros incluyan la prevención de residuos alimentarios en sus programas de prevención de residuos y de supervisar y evaluar la aplicación de sus medidas.

En esta línea, en España se está tramitando el proyecto de Ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario, que está previsto que se apruebe durante este mes de enero. En nuestro país el desperdicio alimentario se produce sobre todo en los hogares (el 42%); seguido por la fabricación (39%); el canal Horeca (14%) y, en último lugar, por el sector de la distribución (5%).

La norma busca establecer que todos los actores tengan la obligación de disponer de un plan de prevención de las pérdidas y el desperdicio con el objetivo de detectar en qué puntos de la cadena se producen, identificando áreas de mejora. Se incluye un régimen sancionador, con multas que van de los 2.000 a los 500.000 euros. El año pasado también se aprobó la Ley 7/2022, de 8 de abril de residuos y suelos contaminados para una economía circular, que suprimía el IVA aplicado a las donaciones de productos a organizaciones como los bancos de alimentos, un buen punto de partida que ha eliminado una de las principales barreras que se encontraba el sector de la distribución para donar productos a gran escala.

Más allá de estas iniciativas, sigue habiendo retos pendientes. En la fabricación habrá que poner el foco en los acuerdos entre los proveedores, observar el tamaño de los lotes, la fecha de entrega o de vida de los productos, etc. En la distribución, se observa que la necesidad de presentar los lineales llenos suele ser aún la principal causa del desperdicio, por lo que la inteligencia artificial y el big data pueden convertirse en una herramienta fundamental.

En el sector de la restauración, el foco está en la amplia oferta de productos y en las limitaciones sanitarias a la hora reutilizar los excedentes. Entre las recetas que se pueden plantear se incluye el uso de tecnologías innovadoras, la posibilidad de introducir en las empresas agentes especializados en la gestión y aprovechamiento de los excedentes de alimentos o disponer de mediciones fiables, periódicas y actualizadas para hacer un análisis realista del problema, entre otras.

En definitiva, es imprescindible la colaboración entre todos los actores relevantes y examinar y repensar cada uno de los procesos en todos los eslabones de la cadena y aprovechar la tecnología como una palanca clave para resolver este problema que nos afecta a todos. Todo lo que podamos aportar en esta materia contribuirá a cumplir nuestra ambición común que es vivir en una sociedad más próspera y sostenible.

Santiago Barrenechea es Presidente de la Fundación PwC 

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